Otra ración de pinículas (ahora les llaman flins) que hemos visto estos días atrás:
"ROBOT STORIES" ("Robot Stories", EEUU, 2003)
D: Greg Pak. I: Tamlyn Tomita, James Saito, Vin Knight, Gina Quintos, Karen Tse Lee, Glenn Kubota, Norma Fire.
Ésta y la siguiente, fueron las dos únicas sesiones a las que pude asistir de la Muestra de ci-fi de Calle 13, de hace dos fines de semana.
"Robot Stories" me gustó bastante. Es una película japonesa con presupuesto norteamericano. Y aunque no soy muy aficcionado al cine asiático (cada día un poco más), entre otras cosas me rindo ante su capacidad para crear historias sin partir de ningún tópico (principal handicap del cine USA y sobre todo del patrio). O quizá es que dominan tópicos y referencias que no son conocidos en occidente. Son cuatro historias sueltas, interrelacionadas apenas por la referencia común a los G-9, un modelo de humanoide robótico (que se menciona en las cuatro, pero que aparece principalmente en la tercera); y por tener todas un tono melancólico, y realista (casi costumbrista) a la vez que futurista:
· 'My robot baby': un matrimonio de ejecutivos contrata a un bebé robótico con forma de huevo, y le cuida, alimenta y atiende a sus quejas para prepararse para la llegada de su hijo real. Aunque parezca un argumento de Futurama, no sólo no provoca mofa y risa, sino que el cacharrito conmueve y transmite todo tipo de sentimientos;
· 'The robot fixer': otra historia de mucha emoción y sentimiento, y la menos ciencia-ficcionera del pack. En ella vemos cómo una madre empieza a coleccionar y buscar por todas partes pequeñas figuras articuladas de robots, al descubrir que era la aficción favorita de su hijo, que actualmente se encuentra en coma. La mujer se niega a aceptar el estado irreversible del niño, y se obsesiona con estos muñequitos, de una forma desesperada, quizá para expiar su culpa por la falta de atención que le había prestado;
· 'Machine love': esta es por razones obvias la que más le gustó a nuestro colaborador Love Machine. Un hipotético futuro en el que un humanoide G-9, empleado en una oficina como "esclavo" robótico, empieza a sentir curiosidad por las relaciones que tienen los humanos, y termina flirteando con otra unidad que descubre en el edificio de enfrente;
· 'Clay': una vez más, una emotiva fábula, que me recordó por igual a "Cocoon" y a "Cuentos asombrosos". La historia de un artista, escultor y alfarero, que está cercano a la muerte, en una sociedad en la que los avances tecnológicos permiten perpetuar la existencia como una forma de vida virtual, y sus miedos y negativas a vivir eternamente sin poder sentir ni tocar, idea ante la cual expresa que ¡¡prefiero la muette!! ¿O no? (hay que verlo, no lo vamos a revelar aquí).
"PRIMER" ("Primer", EEUU, 2004)
D: Shane Carruth. I: Shane Carruth, David Sullivan, Casey Gooden, Anand Upadhyaya, Carrie Crawford.
Ópera prima de bajo presupuesto y rodada casi siguiendo los dictados del dogma (gran parte de ellos, al menos), hiperrealista y casi de arte y ensayo, narra en realidad una historia fantástica en la que un par de científicos, tratando de obtener una máquina con la que experimentar en gravedad cero, descubren la posibilidad de crear un bucle temporal a través del cual viajar unas horas atrás en el tiempo (dependiendo del tamaño del contenedor utilizado para instalar el invento), y empiezan a probar las posibilidades que esto produce. Este argumento tan trillado en el cómic, la literatura o el cine, está aquí tratado en cambio desde una perspectiva científica, muy realista como decía, y con tal sobresaturación de diálogos y exposiciones teóricas, que uno se pierde enseguida. La opinión de los asistentes a la Muestra, totalmente dividida: ¿una joya en bruto que hay que volver a ver para descubrir sus entresijos, o una tomadura de pelo con cientos de agujeros argumentales?
"THE COOLER" ("The cooler", EEUU, 2003)
D: Wayne Kramer. I: William H. Macy, Alec Baldwin, Maria Bello, Shawn Hatosy, Ron Livingston, Paul Sorvino, Estella Warren.
Wayne Kramer (nada que ver con el mítico líder de MC5) teje aquí una historia de venganzas y crueldad en el mundo de los casinos de Las Vegas, alrededor del empleado de uno de ellos. Interpretado por Macy, se trata de un cenizo, un gafe cuyo trabajo es "enfriar" (de ahí el título) a aquellos jugadores que están ganando. Toda la película tiene por tanto un aura de fantasía, o cuando menos de puesta en duda de la existencia de este tipo de supersticiones, pero en un mundo que no tiene ni puñetera gracia: el de las mafias y las extorsiones de los grandes casinos. Conjuga romanticismo, thriller, acción y algún punto de comedia, y es bastante entretenida pero muy dura.
"THE RUTLES" ("The Rutles: All you need is cash", GB - USA, 1979)
D: Eric Idle, Gary Weis. I: Eric Idle, John Halsey, Rick Fataar, Neil Innes, Michael Palin, George Harrison, John Belushi, Dan Ayckroyd, Mick Jagger, Bill Murray, Ron Wood, Paul Simon...
Un falso documental, sobre la vida de una banda ficticia, evidentemente concebidos como unos Beatles de palo, que a 25 años de su estreno (y de la desaparición del grupo real) queda como una anécdota, una simple parodia de la vida de los Beatles, con pocas aportaciones a la galería del humor de los Monty Python. A destacar: los cameos de personajes reales, hablando de los Rutles con rictus absolutamente serio (en su momento, hubo gente que se creyó la historia, continuando el legado de The Rutles fuera de la ficción); la labor de "Juan Palomo" (yo me lo guiso...) de Eric Idle, que hace cinco o seis papeles, y está detrás del concepto, guión, dirección y producción de la cinta; y por supuesto, los números musicales: coger una canción de los Beatles y retorcerla, cargarla de acidez británica y hacerla apenas reconocible, pero al mismo tiempo asociable a la original, y cambiarle enteramente la letra, tiene mucho mérito.
"ALI G ANDA SUELTO" ("Ali G in da house", GB - Alemania, 2002)
D: Mark Mylod. I: Sacha Baron Cohen, Michael Gambon, Charles Dance, Kellie Bright, Martin Freeman, Rhona Mitra, Barbara New... Joder, el tiempo que pierdo escribiéndo nombrecitos, total si lo copio del IMDB...
Esta película es un disparate absoluto. Una comedia tonta, cafre y sin escrúpulos, protagonizada por un rapero (coge todos los tópicos que se te ocurran, multiplícalos y agítalos de forma exagerada) que entre porro y polvo lucha por conseguir fondos para su escuela de mini-raperos porreros, llegando hasta el Parlamento Británico y poniendo en jaque todo el sistema legal de aquel país. Con doblaje de Gomaespuma, y tantas paridas y sindioses uno detrás de otro, que hay que verla en grupo y delante de cervezas u otras sustancias. Si uno no la quita tras los primeros minutos, se acaba riendo casi continuamente. Tengo un amigo que es Ali G en persona y se ve esta película todas las tardes, y quizá por eso le pillé la gracia enseguida (un saludo, "Morsa").
"PUNCH-DRUNK LOVE (EMBRIAGADO DE AMOR)" ("Punch-drunk love", EEUU, 2002)
D: Paul Thomas Anderson. I: Adam Sandler, Emily Watson, Philip Seymour Hoffman, Luis Guzmán, Jason Andrews, Don McManus, David Schrempf.
Reconozco que soy facilmente impresionable, y que probablemente me falten muchas películas por ver; pero sea como sea ésta es de las cintas más impactantes y magníficas que he visto en mucho tiempo. No quiero contar casi nada sobre ella, por si alguien todavía no la ha visto o no ha leído sobre ella, ya que nosotros la vimos sin saber absolutamente nada, y quizá por ello nos cautivó y nos dejó totalmente alucinados. Sólo decir que es una historia entre la comedia romántica facilona y un thriller de asesinos en serie, entre el absurdo y el drama fatalista, entre la poética y el terror psicológico. Una historia brutal, desasosegante, colorista y fuera de toda etiqueta. Sobre la locura, la violencia y el amor imposible. Y sobre las natillas con promoción.
"THE WARRIORS: LOS AMOS DE LA NOCHE" ("The Warriors", EEUU, 1979)
D: Walter Hill. I: Michael Beck, James Remar, Dorsey Wright, Brian Tyler, David Harris, Tom McKitterick, Marcelino Sánchez, Terry Michos, Deborah Van Valkenburgh, Roger Hill.
Película fundacional de todo un género, y obra de culto de acción callejera y preciosa factura (pre)ochentera. Personalmente, apenas tenía confusos recuerdos de esta historia, que por fin he podido revisitar y disfrutar. Una epopeya suburbial de peleas entre pandilleros en los callejones de New York (al estilo de las que se narran en "West side story" , "Rebeldes" o incluso "Grease"), dejando de lado practicamente todo subargumento y centrándose en el accidentado regreso de una de esas bandas de macarras sin futuro, desde el Brox hasta su "territorio" en Coney Island. Al ser acusados del asesinato del "líder de todos los pandilleros", en dicho viaje se encontrarán una tras otra con distintas kuadrillas rivales: los nazis Toros locos, las golfas de las Lizzies, las Furias del Béisbol, los patéticos Huérfanos... (por alguna razón me venían a la mente esos equipos de fútbol "temáticos" de Oliver y Benji...). Peleas en el Metro, carreras en los callejones y persecuciones sin fin, frases lapidarias, rebeldía sin causa, pichabravas de pelo en pecho que ligan con todas las que se les cruzan... La releche. Yo de pequeño quería ser un Warrior. O un baseball fury, que molaban más.
domingo, 30 de enero de 2005
viernes, 28 de enero de 2005
"Búscate la vida" - Reírse del fracaso (1ª PARTE)
«Sois unos tipos muy raros. Y os lo dice alguien que colecciona dibujos de patos con paraguas». Chris Peterson, paperboy de treintaytantos
INTRODUCCIÓN
Digámoslo claro: "Búscate la vida" es la mejor telecomedia de todos los tiempos. Digámoslo muy alto, por si todavía queda alguien que no se haya enterado; o mejor, por si lo escucha alguien que tenga en sus manos la posibilidad de volver a emitirla en televisión, publicar la definitiva edición de coleccionista en DVD en castellano, o por qué no (que soñar es gratis), reunir al reparto original y que rueden nuevos capítulos. Sin perder su calidad ni su intransferible sentido del humor. Y que lo hagan durante el resto de nuestras vidas. Sus fans lo necesitamos.
“Búscate la vida” (“Get a life” en el original) era una sitcom de episodios autoconclusivos, que se emitió en EEUU a comienzo de los años noventa del siglo XX. Y que en mi opinión y la de muchos otros Creyentes, es la mejor serie de humor que se ha rodado nunca. Una obra de culto generacional, imperecedera, atemporal (a pesar de esa inevitable y fabulosa aureola ochentera que la rodeaba) y que debido al azote de la escasa audiencia, sólo contó con dos temporadas, de 22 y 13 episodios de veinte minutos, respectivamente.
Contaba la vida de Chris Peterson, un treintañero con mentalidad de crío, interpretado por el genial cómico Chris Elliot. Fofo y calvo, repartidor de periódicos (perdona, Chris: JEFE de repartidores), y sus aventuras, paranoias y dislates. Su extraña y enferma manera de ver el mundo y de enfrentarse a los problemas y las situaciones del día a día. Sin más. Todo gira alrededor de este chalado. Sólo unos pocos personajes más aparecen en la serie, rodada en un máximo de dos escenarios por capítulo y con un presupuesto ínfimo, bien aprovechado por la hiperactiva imaginación de sus creadores.
Esta serie me marcó para siempre. La emisión y casi inmediata reposición en Canal + en 1991-92 y 1995, me retrotrae a esos lejanos tiempos en el colegio, cuando mis amigos parecían mostrar interés únicamente por el fútbol, excepto un puñado de compañeros, que descubrimos tener otro tipo de pasiones, basadas en un imaginario sostenido por el culto a los Simpsons (que llegaban a España, a través de La 2, los martes por la noche por aquella misma época), Faemino y Cansado, la NBA, los superhéroes, los Red Hot Chili Peppers o, por supuesto, “Búscate la vida”. Este párrafo de inventario personal viene a cuento de que el presente artículo-homenaje es al mismo tiempo una despedida: ayer quedé con uno de esos amiguetes de infancia, y además de rememorar aquellos tiempos y decir tonterías aprendidas en la serie, no tuve más remedio que devolverle las tres cintas de VHS que contienen todos los episodios grabados de C+, Llevaban cerca de dos años en mi casa, y ya casi había conseguido olvidar que no eran míos...
Y para glosar esta obra maestra del disparate, emulando la sana costumbre de Absence, del 2000 Maníacos o de la Real Academia Española, vamos a empezar haciendo un repaso a sus elementos a modo de diccionaro:
ABEZETADARIO 2000
absurdo: como ya he apuntado, el mayor logro de esta serie es su particular sentido del humor, basado en el absurdo y salpicado de chorradas nada convencionales y casi surrealistas. A diferencia de la inmensa mayoría de las telecomedias, en las que sus aciertos se deben a juegos de palabras, batacazos y bofetadas, chistes de caca-culo-pis o parodias de la vida real, en “Búscate la vida” el humor es más sofisticado y muy particular, que no se sostendría sin la presencia del carismático Chris Elliot, y que hace que la carcajada asalte a partir de situaciones que nada tienen que ver con lo que uno se espera, que no tienen ningún sentido. Un humor a medio camino entre los Monty Python y “Aterriza como puedas”, y que se engrandece y multiplica proporcionalmente a medida que uno conoce a los personajes.
“Alley Cat”: es una popular canción infantil, la tonadilla favorita de nuestro héroe, que en su cerebro subnormal es algo así como un ritual de la amistad, que hay que bailar para demostrar que uno está feliz. La baila por primera vez durante los castings del episodio Animales de zoo sobre ruedas, y se la hace bailar a sus vecinos o a su casero Gus indistintamente, provocando siempre la condescendiente mirada del espectador que corresponga, que se queda como pensando «pero qué pena da este imbécil».
Borden, Gus: representado por el actor Brian Doyle-Murray, es un personaje que no aparece hasta la segunda temporada, cuando Chris decide abandonar a sus padres y se instala en su garaje. Es un policía retirado (fue despedido del Cuerpo por mear encima de su superior), alcohólico, pervertido, amante de las armas, de la comida china y con un permanente cabreo. El actor había aparecido ya en algún episodio, pero a partir de la citada emancipación de Chris se convertirá en personaje habitual, y en ocasiones en co-protagonista.
"Caos en alta mar" ("Cabin boy", 1994): es una película que se rodó en 1994, dirigida por Adam Resnick (ver Resnick, Adam) y guionizada por Resnick y el propio Chris Elliot, estrenada tiempo después del cierre de "BLV", con el mismo sentido del humor e incluso algunos gags fusilados de la misma. Está protagonizada por un maleducado y atontado Elliot en un papel muy parecido al de la serie. También aparecen Bob Elliot, Brian Doyle-Murray o el propio David Letterman.
conspiración: otro de los elementos que conforman el papel de Chris es su obsesión con las teorías de la conspiración. Son varios y normalizados sus comentarios acerca de los espías del Gobierno, el control de la población, la ocultación de vida extraterrestre (ver vomitón) o la existencia de contaminación nuclear en el ambiente (ver residuos nucleares).
Cronosync: es la marca del reloj de todo a 100 que le venden en el episodio El reloj falso”, haciéndole creer que se trata de una pieza de valor incalculable, “el Cadillac de los relojes”.
culto: "BLV" cumple todos los requisitos para ser una serie de culto: además de su inherente genialidad, cuenta con fans incondicionales en todo el mundo, tuvo una duración determinada, se asocia a otra época, a un pasado añorado, su visionado nos está restringido (al menos hasta la llegada de los programas de intercambio y descarga de archivos), y en definitiva, es poco conocida. Como el caviar iraní.
doblaje: en general, como siempre se dice, en España tenemos unos magníficos actores de doblaje, siempre y cuando no hablemos de humoristas y famosetes que cobran por poner voz a las películas de Disney. No he visto la serie en versión original, pero no me imagino a Chris Peterson con otra voz que no sea la que le pusieron en España. Un trabajo brillante, magnífico. Con esos grititos, esa voz cómica, a menudo monótona, con esos registros de niño-con-pataleta tan logrados...
dos mil: como referencias al cine de ciencia-ficción y de holocaustos futuristas varios, en “Búscate la vida” los aparatos de tecnología modernos tienen nombres guays y atractivos, que hacen pensar en un futuro perfecto y de ciencia-ficción, a base de añadir “2000” al final del nombre comercial (no olvidemos que la serie es de 1990). Esto crea el efecto contrario, ya cuando se concibió la serie, y más aún con el paso de los años, y les hace aparentemente más cutres. Una parodia también de los artículos de teletienda, que llevan esos sofisticados nombres en inglés y, a día de hoy, acompañados de “3000”. En la serie, algunos ejemplos son el Repartidor 2000, Cronosync 2000 o el submarino casero Neptuno 2000. Varios de esos objetos, además, dan título a algunos episodios, así como otros títulos llevan la misma referencia futurista, como La acampada del 2000 o Novia 2000.
DVD: no existe en España una edición a la venta, pero sí una edición americana de la serie completa (precisamente del año 2000), en dos DVDs, que tengo localizados en un par de videoclubes de importación. Los fans nunca perdemos la esperanza de que se traduzca y se venda por aquí de una puñetera vez. También existió, siempre hablando de USA, edición en VHS.
Elliot, Chris: es el actor que da vida a Chris Peterson. Rubio y pálido tirando a albino, con permanente barba incipiente, medio calvo y cuerpo de bolo. Comenzó su andadura en el talk-show de David Letterman, y se le ha visto como secundario en la maravillosa “Atrapado en el tiempo”, en varias de los hermanos Farrelly (“Algo pasa con Mary”, “Osmosis Jones”), protagonizando un estúpido telefilme infantil sin gracia (me duele decirlo), "Fiesta en la nieve", o algún que otro papel para olvidar ("Scary movie 2"... en fin, mira en el imdb), además de las pocas referencias que se cuentan por aquí. También tengo esperanza en que los Farrelly le den un papel protagonista que le aúpe a la fama. Sería el espaldarazo definitivo para su reconocimiento.
estructura: casi todos los episodios de la serie (no todos) comenzaban con un avance cómico, un sketch breve previo a la cabecera, en el que se nos anunciaba de qué iba a tratar el capítulo (estratagema que al mismo tiempo servía a los programadores americanos colar anuncios justo tras la presentación, como en tantas otras series actuales); después venía la impresionante cabecera, la sintonía. Acompañada de la canción de R.E.M. (ver), veíamos a Chris trabajando, conduciendo su bici por una calle residencial, lanzando periódicos a las puertas de los chalets. Alguno rompe un cristal o golpea a un gato. Pasa junto a un vecino que está bebiendo agua, le quita el vaso (como si fuera un puesto de habituallamiento oficial de la carrera) y se lo echa a la cara, para a continuación tirarlo en una papelera con destreza, todo sin variar el ritmo de pedaleo. Finalmente ve a una jamona en el jardín, y le lanza el periódico al suelo para mirar bajo su falda cuando se agacha, y en ese momento se distrae de la carretera y se estampa contra un coche. Sé que no tiene ni puñetera gracia así contado, pero he podido verla facilmente cien veces, y siempre me río; y a continuación comenzaba el episodio en sí, inicio - nudo - desenlace y tal. Generalmente, pasaba lo más tonto que uno (no) se pudiera imaginar. Y en varios episodios, estaba el inevitable y descacharrante montaje musical (ver música - videoclip).
fantasía y ciencia-ficción: entre los vericuetos y tramas principales de la serie hay numerosos elementos de este tipo de géneros, en la misma medida que los hay en los Simpsons, pero aquí tratados como si fueran perfectamente normales y formaran parte de la realidad. Existen los extraterrestres (el carismático Vomitón), los restos de contaminación nuclear provocan superpoderes, o se puede viajar en el tiempo, aunque en ocasiones, los “efectos especiales” terroríficos o de ci-fi son sólo parte de la imaginación enferma del patético protagonista. Además, los autores se permiten algunas licencias (todo sea por el humor absurdo), como que Chris pueda soportar toneladas de peso sobre su pecho, que su cabeza hable separada de su cuerpo, que sobreviva a la caída desde un avión, etc.
“Gafe, El”: es el título en castellano de una serie del año pasado, que se pasó también en España en las tardes de Canal +, y que sorprendentemente pasó tan desapercibida o más que la hoy homenajeada. En ella, Chris Elliot daba vida a un enfermero cínico, cutre y con reminiscencias lejanas de nuestro entrañable perdedor, y su papel era realmente bueno y decía tonterías similares a las que le dieron fama (eso sí, con otro doblaje, y es que no es lo mismo). Pero la serie era coral y muy fashion y moderna, centrada en los típicos triángulos amorosos que plagan los guiones de las sitcoms de hoy en día, con personajes homosexuales, metrosexuales y todo eso, y había que estar todo el rato haciendo zapping hasta que aparecía nuestro héroe, el único elemento destacable y genial.
garaje: Chris, treintañero como ya se ha dicho, sigue viviendo en casa de sus padres, pero goza de cierta libertad propia de la vida adulta, ya que vive en una habitación construida encima del garaje, a modo de pisito de soltero. Siempre hecho un cristo y lleno de comida rancia tirada por ahí, con pórters de estrellas pop ochenteras por las paredes y amueblado con muy mal gusto. En la segunda temporada, cuando se anima a independizarse, termina viviendo en casa de Gus (a un par de manzanas de la casa paterna), quien a cambio de un alquiler abusivo le habilita... el garaje.
“Get a life”: es el título original de la serie. Bien traducida por la frase hecha “búscate la vida”, pero que literalmente sería algo así como “encuentra una vida”. Pringao. Suena más perdedor todavía.
hostias y muerte: otro gag recurrente en la serie. En diferentes episodios, en realidad en casi todos, Chris recibe palizas, patadas, capones, bofetadas, puñetazos, caídas y soplamocos de toda índole, ofrecidos por todos los personajes menos su amigo y confidente Larry. El resto del mundo le odia, es realmente un tipejo insoportable. Además, un chiste recurrente en casi todos los episodios a partir del 6º (en el que es apisonado por el Repartidor 2000), es que termina muerto. Es intoxicado, tiroteado, atropellado, acuchillado, aplastado, decapitado, explosionado o incluso vemos como muere de viejo.
infantil, idiota, perdedor, torpe, loco, maniático: ver Peterson, Chris.
Mirkin, David: guionista todoterreno de radio y televisión, es el productor y director de numerosos episodios de la primera temporada, y alma mater de los Simpsons. El espíritu de “Get a life” y de buena parte de las comedias de situación americanas de finales de los ochenta se debe al portento de este outsider de Hollywood.
Música: además de la impermeable melodía que abre la serie, y de la que hablo al llegar a la letra “R”, “Búscate la vida” está sazonada con numerosos temas de pop-rock relativamente populares de los años ochenta. Uno por episodio. Cada uno solía contar con un “videoclip”, es decir, con una escena central en la que los acontecimientos se sucedían sin voz, apoyados en dicho hit musical cuya letra enfatizaba en la patética situación que viniera al caso, herramienta muy utilizada después en cine y televisión, dando paso al desenlace del capítulo.
Padres: como ya he dicho, nuestro perdedor favorito vivía en casa de sus padres, al menos durante la primera temporada. Su padre (Fred) era también su progenitor en la vida real (Bob Elliot, un stand-up comedian relativamente famoso en los años cincuenta y sesenta), cascarrabias jubilado sabedor de que su hijo es un bobo sin futuro, y que todo lo que hace es perder el tiempo de él y el suyo propio; y Gladys (la prolífica actriz Elinor Donahue), de eterna sonrisa y pelo cardado, condescendiente y sobreprotectora. Uno de los recursos perennes en la serie es el hecho de que ambos están siempre en camisón o bata y pantuflas, dentro y fuera de la casa, permanentamente desayunando o pensando volver a su mesa de desayuno como si la vida les fuese en ello.
Peterson, Chris: el protagonista, el rol perfectamente desempeñado por Chris Elliot y que nadie sabría hacer mejor. Un personaje que creo que no exageraría si dijera que podría compararse a un cómico clásico de los años dorados de Hollywood, o cuando menos a un Mr. Bean o un Homer Simpson (la referencia más directa), poderosamente enraizado en la cultura basura americana. Como ya he repetido en distintos sitios, y probablemente volveré a hacerlo en este ya extenso artículo, Chris es jefe de los repartidores de periódicos del barrio (tiene a tres niños bajo sus órdenes). Un tipo cargante y a la vez entrañable; zafio y a la vez soñador; ajeno al ridículo que provoca en su papel de palurdo con jersey de rayas, demasiado mayor para su trabajo y sus aficiones, que vive con sus padres, al que nadie soporta, con demasiado tiempo libre, y en definitiva un inadaptado solterón, con severos problemas de madurez y en demasiadas ocasiones verdaderamente desligado de la realidad. Un tipo único y un papel irrepetible.
policía: hay una pareja de policías que aparecen en varios episodios, y que cumplen todos los tópicos ridiculizantes que se asumen por igual a pie de calle y en las series ligeramente “incorrectas”: zampadonuts, lentos, de gatillo fácil y que apenas conocen el reglamento. Muy reales: da la sensación de que son polis por un golpe del destino, pero que bien podrían haberse dedicado a la fontanería o a repartir periódicos, y conservarían idénticas costumbres y formas.
Potter, Larry y Sharon: los Potter son los vecinos de la casa de Chris. De la de sus padres, vaya. Larry Potter (Sam Robards) no es un niño mago gafapasta, sino el mejor amigo de Chris, la única persona en el mundo que no le trata a capones ni le odia a muerte, y de hecho en algunas ocasiones se deja llevar por las estupideces de su amigo del alma. Es el clásico nerd blanco, soso y de pocas luces, y en la primera temporada es secundario fijo, pero de repente desapareció en la segunda. En el segundo episodio de ésta, sufre una crisis de identidad, y simplemente se larga de casa, y Chris y su nuevo mejor amigo Gus se dedican a buscarle sin éxito. Una manera absurda (como todo "BLV") de dejar la serie, pero al mismo tiempo un efectiva y emotiva despedida.
En cambio, su mujer Sharon Potter (Robin Riker) es la némesis de Chris. La persona que más le odia y menos comprende, la que más le convierte en objetivo de golpes y asesinatos. Una dama de acero irónica y de agrio carácter, malhumorada y casi siempre fuera de sí. Chris también la odia, pero desde su enfermo punto de vista ella está enamorada de él y por eso proyecta su odio ante la imposibilidad de conquistarle. La realidad es que Chris es un zote y un capullo, y ella no puede ni verle. Su relación, empero, fue estrechándose a raíz de la desaparición de Larry, y en la segunda temporada no se llevan tan a matar, e incluso llegan a tener un affair encerrados en una nevera, con los cerebros de ambos embotados y congelados. Pero ya no volverían a odiarse tanto.
R.E.M.: el que fuera uno de los mejores grupos de pop-rock norteamericano de todos los tiempos (es mi blog, y aquí huele a lo que yo quiero), hoy se han convertido en una especie de parodia edulcorada y repetitiva de sí mismos. Sin embargo, a finales de la década de los ochenta publicaron su 7º disco, el que confirmó su fama internacional: "Green" (1988). Esto fue antes de su explosión con 'Losing my religion', pero ya entonces eran venerados por la crítica especializada. En un par de años se convertirían en la banda sonora de la nueva década, y en una historia ya suficientemente conocida. El caso es que la banda de Stipe, Berry, Buck y Mills aparece aquí porque la sintonía de "BLV" es el tema 'Stand' (sólo el estribillo), del citado disco. Una canción pop perfecta (aunque de letra pelín tontita y un videoclip bochornoso), que apoya la inolvidable escena de Chris repartiendo periódicos por una calle residencial (ver estructura - cabecera).
repartidor: la profesión de Chris. Paperboy, chico de los periódicos. Ese empleo que consiste en llevar los periódicos a las casas de las zonas residenciales, lanzándolos desde la bici (ver estructura - cabecera). Peterson trabaja en ello desde los 9 años (de hecho, lleva el mismo jersey y es igual de pánfilo desde esa edad), y actualmente ha ascendido a jefe de repartidores, y tiene a tres mocosos a su cargo, que le adoran y le consideran el puto amo.
residuos nucleares: una referencia al deterioro de la sociedad y un elemento relativamente habitual. Los autores de la serie, y por extensión el propio Peterson, parecen obsesionados con los restos de contaminación nuclear (ver conspiración), que en este caso provocan poderes, como en los tebeos de superhéroes (sucede en el episodio El cerebro de Chris empieza a funcionar, donde se unge con restos tóxicos y contrae una capacidad sobrehumana para deletrear palabras de carrerilla) o por la comida en mal estado (como en el episodio Marisco pasado" o en Inspector de sanidad 2000, entre otros). Ya se ha dicho que parte detrás de la creación de los Simpsons está también David Mirkin, y encuentro otro paralelismo en este tema, repetido numerosas veces con las emanaciones de la central de Monty Burns.
Resnick, Adam: el cabeza pensante amigo de Chris, que está detrás de gran parte de la creatividad y los guiones de "BLV", fue también guionista del show de Letterman, director de varios episodios de "BLV", o escritor precisamente de "Smoochy", película que comenté aquí esta misma semana.
Simpsons: tenía que caer esta entrada. Porque David Mirkin tiene parte de culpa de la existencia de ambas series, por los paralelismos en cuanto a sentido del humor, por la reiteración de tics de algunos personajes en ambas series, por los recursos cómicos y coñas marineras comunes (algunas ya mencionadas), y porque Chris Peterson sería exatamente Homer Simpson en carne y hueso, si éste no se hubiera declarado a Marge en aquel baile universitario.
Vomitón: un personaje entrañable, y para algunos fans el secundario más querido. Si la serie no hubiese acabado tan de golpe, quizá Vomitón se hubiera quedado entre nosotros. Es un feísimo y repelente extraterrestre que aterriza una tarde en casa de Peterson (en el episodio Vomitón y yo, antepenúltimo de toda la saga), y enseguida conquista el corazón de mi ídolo, que intentará por todos los medios ocultarle de su cruel casero Gus y del Gobierno, que quiere practicarle una autopsia. El nombre en realidad es un acrónimo, que significa Visita de Otro Mundo que Impacta en la Tierra... Ocho Nabos (en el original, SPEWEY: Special Person Entering the World, Egg Yolks).
De momento, con la Introducción y el Abezetadario 2000, hasta aquí ha dado de sí el extenso repaso a la breve vida de esta maravillosa serie. Un aplauso y tres hurras para el que haya llegado hasta aquí en su lectura. Quizá tal análisis parezca exagerado, pero no, nunca es suficiente para unos personajes y unos chistes que monopolizaron casi todo mi E.G.B. y que me marcaron a mí y a otros cuatro inadaptados compañeros de pupitre.
Laa cosa no acaba aquí, sino que queda por venir lo más exhaustivo y enfermizo: el análisis uno por uno de todos los EPISODIOS. Próximamente, a esta misma blog-hora en este mismo blog-canal.
lunes, 24 de enero de 2005
Frases que se sueltan con la edad
Tres curiosos retazos de conversaciones escuchadas este fin de semana en distintos momentos, lugares y contextos, seguidos de una situación personal y de una reflexión para acabar:
8 Con un grupo de niños/as de 9 a 11 años, con los que juego algunos sábados, hablando de la tragedia del maremoto en Asia: «Sabéis qué es lo del tsunami, no?», a lo que un niño se desgañita levantando el brazo, para contestar: «Yoyoyoyoyoyoyoloséyoyoyoyo, porfavoryoyoyoyoyo...», suplica. Se le cede la palabra, y una vez que todos le miran y esperan su respuesta, dice muy serio: «Un tsunami es una especie de kárate». Je. Je je. Es un poco frívolo, ante semejante catástrofe, pero es que me estuve riendo un rato largo.
8 Transitando por el barrio de mis padres, veo a una pareja de ancianos que pasean del brazo, y se detienen delante de una pared, en la que hay una pintada que dice «Cachoperros». Los "Cachoperros" son unos raperos que hacen pintadas por el barrio. Intuyo. El caso es que el anciano se queda intensamente bloqueado, mirando la pared un buen rato, intentando comprender, descifrar algún mensaje, obtener alguna respuesta. Y ya en voz alta, pregunta a su mujer con cara de extrañeza, «¿Cachoperros?». Tiene que leer varias veces. El hombre, muy en sus cabales, se pregunta quién y por qué va por ahí escribiendo en la pared «Cachoperros». Paso a su lado en ese momento, y su cara es un poema. Cuánta sabiduría, qué momento, qué colisión de culturas, y qué cosas más tontas hacen algunos con un spray y una pared pública, diga usted que sí.
8 Sentado en un autobús, a mi lado había una chavala, y otra enfrente. Iban a una discoteca, a las seis de la tarde. Al rato se sube otro anciano, de similar planta que el de la situación anterior, y se coloca en el asiento libre, cerrando el cuarteto de sillas. Y sin venir a cuento, se mete en la conversación de las chicas, y les deja caer disimuladamente que está muy caliente y todavía potente y fértil, que nos imaginemos hasta qué punto, que en su momento tuvo cinco hijos... Ni siquiera sumando la edad de las dos niñas creo yo que pasaran apenas de la mayoría de edad, así que su cara de espanto fue impactante. Y el ancianito se partía de risa y las miraba de arriba a abajo, conteniendo a duras penas el flujo de saliva. Confieso que yo también me reía.
Fin de los tres retazos de conversación.
En cuanto a la prometida experiencia personal: este fin de semana he discutido con mi hermano pequeñito, porque me burlaba de su manera de escribir en el Messenger. En realidad, me burlaba del texto que usa él y todos sus amigos, de esas palabras sin vocales, en una jerga extraña, a menudo en inglés, con un mínimo de dos faltas de ortografía en cada letra, totalmente incomprensible para mí. Me da rabia pensar que ese infra-lenguaje pueda desplazar en un futuro a la manera normal de comunicarnos. El lenguaje cambia, evidentemente. No hablamos igual que se hablaba en la edad media, ni siquiera igual que hace cincuenta años, pero esto es otra cosa. Me da pena y tiemblo de pensar que la generación que nos preceda irá por la calle diciendo cosas como "ola tron k psa oeoeoe thnx t'all XDXDXDXDXD". Es muy raro para mí. Es algo que va más allá del lenguaje "emulador de títulos de Prince" del que se hablaba hace unos años, y que todos hemos usado al tomar apuntes. Es de locos.
Y hora viene la reflexión, la única posible, a partir de todos los párrafos anteriores: me estoy haciendo mayor.
(La foto que acompaña al post, no tiene ni pies ni cabeza. Literalmente. Y es absurda pero a la vez inquietante, como pretende ser el extraño texto de hoy lunes, un texto personal y a la vez ajeno, y raro).
8 Con un grupo de niños/as de 9 a 11 años, con los que juego algunos sábados, hablando de la tragedia del maremoto en Asia: «Sabéis qué es lo del tsunami, no?», a lo que un niño se desgañita levantando el brazo, para contestar: «Yoyoyoyoyoyoyoloséyoyoyoyo, porfavoryoyoyoyoyo...», suplica. Se le cede la palabra, y una vez que todos le miran y esperan su respuesta, dice muy serio: «Un tsunami es una especie de kárate». Je. Je je. Es un poco frívolo, ante semejante catástrofe, pero es que me estuve riendo un rato largo.
8 Transitando por el barrio de mis padres, veo a una pareja de ancianos que pasean del brazo, y se detienen delante de una pared, en la que hay una pintada que dice «Cachoperros». Los "Cachoperros" son unos raperos que hacen pintadas por el barrio. Intuyo. El caso es que el anciano se queda intensamente bloqueado, mirando la pared un buen rato, intentando comprender, descifrar algún mensaje, obtener alguna respuesta. Y ya en voz alta, pregunta a su mujer con cara de extrañeza, «¿Cachoperros?». Tiene que leer varias veces. El hombre, muy en sus cabales, se pregunta quién y por qué va por ahí escribiendo en la pared «Cachoperros». Paso a su lado en ese momento, y su cara es un poema. Cuánta sabiduría, qué momento, qué colisión de culturas, y qué cosas más tontas hacen algunos con un spray y una pared pública, diga usted que sí.
8 Sentado en un autobús, a mi lado había una chavala, y otra enfrente. Iban a una discoteca, a las seis de la tarde. Al rato se sube otro anciano, de similar planta que el de la situación anterior, y se coloca en el asiento libre, cerrando el cuarteto de sillas. Y sin venir a cuento, se mete en la conversación de las chicas, y les deja caer disimuladamente que está muy caliente y todavía potente y fértil, que nos imaginemos hasta qué punto, que en su momento tuvo cinco hijos... Ni siquiera sumando la edad de las dos niñas creo yo que pasaran apenas de la mayoría de edad, así que su cara de espanto fue impactante. Y el ancianito se partía de risa y las miraba de arriba a abajo, conteniendo a duras penas el flujo de saliva. Confieso que yo también me reía.
Fin de los tres retazos de conversación.
En cuanto a la prometida experiencia personal: este fin de semana he discutido con mi hermano pequeñito, porque me burlaba de su manera de escribir en el Messenger. En realidad, me burlaba del texto que usa él y todos sus amigos, de esas palabras sin vocales, en una jerga extraña, a menudo en inglés, con un mínimo de dos faltas de ortografía en cada letra, totalmente incomprensible para mí. Me da rabia pensar que ese infra-lenguaje pueda desplazar en un futuro a la manera normal de comunicarnos. El lenguaje cambia, evidentemente. No hablamos igual que se hablaba en la edad media, ni siquiera igual que hace cincuenta años, pero esto es otra cosa. Me da pena y tiemblo de pensar que la generación que nos preceda irá por la calle diciendo cosas como "ola tron k psa oeoeoe thnx t'all XDXDXDXDXD". Es muy raro para mí. Es algo que va más allá del lenguaje "emulador de títulos de Prince" del que se hablaba hace unos años, y que todos hemos usado al tomar apuntes. Es de locos.
Y hora viene la reflexión, la única posible, a partir de todos los párrafos anteriores: me estoy haciendo mayor.
(La foto que acompaña al post, no tiene ni pies ni cabeza. Literalmente. Y es absurda pero a la vez inquietante, como pretende ser el extraño texto de hoy lunes, un texto personal y a la vez ajeno, y raro).
viernes, 21 de enero de 2005
¡¡MI REGALO!!
Haciendo caso a mis indirectas/pistas (je), me ha hecho el precioso montaje de aquí arriba, con esa chica que se me aparece en casi todos mis sueños. Por duplicado: uno como logo o layout y otro como wallpaper. Me ha encantado, de verdad. Muchas gracias, misterioso/a amigo/a. Los usaré pronto, ya que la Liv Tyler real no se digna a prestarme atención. Muchas gracias de nuevo, amigo/a.
jueves, 20 de enero de 2005
Rompiendo lanzas por el pasado (Internet no huele)
Que no es por llevar la contraria ni nada de eso, que en casa también tengo un puñado de DVDs, y CDs, (¡incluso algunos originales!). Pero es que uno de los mayores placeres que puedo experimentar, casi comparable al placer que pueda sentir Ana Rosa yéndose a las Rebajas del Corte Inglés, es pasear por el centro y matar las horas buceando entre centenares de discos, comics y cintas de video, en las tiendas de segunda mano. Seguro que sabéis a lo que me refiero. Yo soy de la facción pobre, así que no suelo volver a casa con más de tres o cuatro artículos, pero normalmente con el afán consumista más que saciado, y a menudo con pequeñas grandes joyas, que tenían un precio ridículo por el simple hecho de que alguien lo adquirió antes que yo y lo usó en mayor o menor medida antes de cambiarlo en esa tienda.
Recientemente he adquirido algunas joyitas en el Rastro, los diferentes rastrillos, las ferias temáticas puntuales o las decenas de tiendas de discos de segunda mano que salpican el casco viejo de la ciudad; y en el caso de las películas (además de en los anteriores), ahora mismo están de liquidación de VHS todos los videoclubes del país (aquí hay un directorio bastante completo de estos establecimientos en toda España), y no son pocas las películas rarillas que he encontrado. En otro momento podíamos comentar nuestras tiendas de segunda mano favoritas (de cómics y 'zines, libros, audio o video), y si pasa alguien interesado por aquí, que nos descubra nuevos lugares. Pero de momento, esto era una simple reflexión sobre la aventura de encontrar lo inencontrable en forma de objeto cultural, y el placer que ello me transmite.
Quienes habitualmente compráis por Internet, sois inconmesurablemente envidiados por el abajo firmante, que ignoro semejante mercado virtual. Y a toda esa gente que en cambio os lo bajáis TODO de Internet, imagino que estaréis desconojados en este momento, y mientras pasáis fugazmente por este blog estáis descargando siete películas sudanesas de superhéroes, la discografía completa de grupos impronunciables, videos fuera de la ley y hasta la novia y la cena, por lo que cuesta un ancho de banda, pero ¿y el intercambio social con clientes/as y dependientes/as? ¿Y la sorpresa, la algarabía que ya describiera R. L. Stevenson, de quien encuentra un tesoro? ¿Y el olor de la tienda y del producto? Rompo mil lanzas por las pequeñas tiendas de segunda mano de barrio, y me río el último, ante la evidencia de que INTERNET NO HUELE. Chincha.
Recientemente he adquirido algunas joyitas en el Rastro, los diferentes rastrillos, las ferias temáticas puntuales o las decenas de tiendas de discos de segunda mano que salpican el casco viejo de la ciudad; y en el caso de las películas (además de en los anteriores), ahora mismo están de liquidación de VHS todos los videoclubes del país (aquí hay un directorio bastante completo de estos establecimientos en toda España), y no son pocas las películas rarillas que he encontrado. En otro momento podíamos comentar nuestras tiendas de segunda mano favoritas (de cómics y 'zines, libros, audio o video), y si pasa alguien interesado por aquí, que nos descubra nuevos lugares. Pero de momento, esto era una simple reflexión sobre la aventura de encontrar lo inencontrable en forma de objeto cultural, y el placer que ello me transmite.
Quienes habitualmente compráis por Internet, sois inconmesurablemente envidiados por el abajo firmante, que ignoro semejante mercado virtual. Y a toda esa gente que en cambio os lo bajáis TODO de Internet, imagino que estaréis desconojados en este momento, y mientras pasáis fugazmente por este blog estáis descargando siete películas sudanesas de superhéroes, la discografía completa de grupos impronunciables, videos fuera de la ley y hasta la novia y la cena, por lo que cuesta un ancho de banda, pero ¿y el intercambio social con clientes/as y dependientes/as? ¿Y la sorpresa, la algarabía que ya describiera R. L. Stevenson, de quien encuentra un tesoro? ¿Y el olor de la tienda y del producto? Rompo mil lanzas por las pequeñas tiendas de segunda mano de barrio, y me río el último, ante la evidencia de que INTERNET NO HUELE. Chincha.
miércoles, 19 de enero de 2005
"El delirante mundo de los Feebles"
Título original: "Meet the Feebles" (Nueva Zelanda, 1989)
Director: Peter Jackson
Actores (doblaje): Donna Akersten (Samantha), Stuart Devenie (Sebastian / Dr. Quack / la vaca Daisy / Sandy el pollo), Mark Hadlow (Heidi / Robert / Barry el bulldog), Brian Sergent (Wynyard / Trevor / la Mosca), Peter Vere-Jones (Bletch / Arfur el gusano)
Web: tbhl.theonering.net/films/meet_the_feebles.html
Después de ejercitarse en la realización de cortometrajes, y de facturar dos joyas perennes del cine gore-psicotrónico como fueron “Bad taste” y “Braindead”, Peter Jackson se sacó de la manga otra historia paranoica repleta de vísceras, vómitos, sexo enfermo e incorrección política, esta vez rodada con muñecos de trapo, al más puro estilo de Jim Henson; un puñado de teleñecos yonkis, enfermos, putas, ladrones, asesinos y malvados.
Los Feebles es un espectáculo de variedades televisivo para niños, de muchísima audiencia, pero actualmente de capa caída. Su troupe de artistas la forman cantantes, bailarinas, contorsionistas, lanzadores de cuchillos o actores, todos ellos encantadores animalitos de peluche que no dudarán en matar y violar o que venderían a su madre por un huequecito en el show o por un pico de heroína, según el caso.
Por lo demás, Jackson nos cuenta las miserias de cada uno de los personajes, todos ellos interrelacionados y todos ellos a punto de tocar fondo. Desde la morsa dueña del espectáculo, capo de la droga e infiel marido de la principal estrella (la hipopótama ingenua, rechazada y con ataques psicóticos); el reptil politoxicómano lanzador de cuchillos; el ratón director de cine porno desesperado por encontrar rodar con nuevas actrices aunque ellas no lo sepan; los encantadores bichitos peludos de colores que se mean y cagan en todo lo que encuentran; o el ¿gato? presentador, una mariliendre que en secreto adora la sodomía por encima de todas las cosas, y vive reprimido al no poder gritárselo al mundo desde semejante espectáculo infantil.
Curiosa y única en su especie, pero que se queda en un desfasado ataque a la corrección y a los principios establecidos, y que únicamente destaca por estar rodada con muñecos de felpa, supuestamente infantiles, adelantándose así a las decenas de series de animación para adultos que nos innundan hoy en día, y que basan su razón de ser en esa supuesta transgresión del "dibujo infantil que dice burradas". También curiosa para quienes conocen a Jackson sólo por sus adaptaciones de “El señor de los anillos” y desconocen su faceta esquizoide.
Director: Peter Jackson
Actores (doblaje): Donna Akersten (Samantha), Stuart Devenie (Sebastian / Dr. Quack / la vaca Daisy / Sandy el pollo), Mark Hadlow (Heidi / Robert / Barry el bulldog), Brian Sergent (Wynyard / Trevor / la Mosca), Peter Vere-Jones (Bletch / Arfur el gusano)
Web: tbhl.theonering.net/films/meet_the_feebles.html
Después de ejercitarse en la realización de cortometrajes, y de facturar dos joyas perennes del cine gore-psicotrónico como fueron “Bad taste” y “Braindead”, Peter Jackson se sacó de la manga otra historia paranoica repleta de vísceras, vómitos, sexo enfermo e incorrección política, esta vez rodada con muñecos de trapo, al más puro estilo de Jim Henson; un puñado de teleñecos yonkis, enfermos, putas, ladrones, asesinos y malvados.
Los Feebles es un espectáculo de variedades televisivo para niños, de muchísima audiencia, pero actualmente de capa caída. Su troupe de artistas la forman cantantes, bailarinas, contorsionistas, lanzadores de cuchillos o actores, todos ellos encantadores animalitos de peluche que no dudarán en matar y violar o que venderían a su madre por un huequecito en el show o por un pico de heroína, según el caso.
Por lo demás, Jackson nos cuenta las miserias de cada uno de los personajes, todos ellos interrelacionados y todos ellos a punto de tocar fondo. Desde la morsa dueña del espectáculo, capo de la droga e infiel marido de la principal estrella (la hipopótama ingenua, rechazada y con ataques psicóticos); el reptil politoxicómano lanzador de cuchillos; el ratón director de cine porno desesperado por encontrar rodar con nuevas actrices aunque ellas no lo sepan; los encantadores bichitos peludos de colores que se mean y cagan en todo lo que encuentran; o el ¿gato? presentador, una mariliendre que en secreto adora la sodomía por encima de todas las cosas, y vive reprimido al no poder gritárselo al mundo desde semejante espectáculo infantil.
Curiosa y única en su especie, pero que se queda en un desfasado ataque a la corrección y a los principios establecidos, y que únicamente destaca por estar rodada con muñecos de felpa, supuestamente infantiles, adelantándose así a las decenas de series de animación para adultos que nos innundan hoy en día, y que basan su razón de ser en esa supuesta transgresión del "dibujo infantil que dice burradas". También curiosa para quienes conocen a Jackson sólo por sus adaptaciones de “El señor de los anillos” y desconocen su faceta esquizoide.
Mi regalo para el amigo invisible
Esto de aquí arriba tan lastimoso es el regalo que he estado haciendo durante más de dos horas para el el rollo del amigo invisible entre bloggers. Una horterada en la que odio tener que participar de vez en cuando, pero que a nivel virtual me pareció gracioso. Espero que al interesado no le parezca demasiado churro, o poco original mi obra.
(Nota: yo todavía no he sido regalado. Si mi amigo invisible pasa por aquí, sepa que sigo deseando a Liv Tyler. Pero la de verdad, ¿eh? Y para siempre, nada de un fin de semana de sexo desenfrenado y luego si te he visto no me acuerdo, ¿eh, ¿EH?)
martes, 18 de enero de 2005
"El ataque de los tomates asesinos"
Título original: "The attack of the killer tomatoes" (EEUU, 1977)
Director: John DeBello
Actores: David Miller (Mason Dixon) , George Wilson (Jim Richardson), Sharon Taylor (Lois Fairchild), Steve Peace (Wilburn Finletter), Ernie Meyers (Presidente de EEUU), John DeBello, Costa Dillon (extras)
Web: www.killertomatoes.com
Clásico del cine intencionadamente cutre, de digestión inmediata y deshecho rápido, hasta el punto de ser una película construida a partir del título, “El ataque de los tomates asesinos” es tan tonta como uno se pueda imaginar: sin saber cómo ni por qué, los tomates han mutado y se dedican a atacar sin miramientos a la población de las principales capitales de EEUU. Y para salvar al país de las Libertades de semejante amenaza, el Pentágono recluta a un grupo de catetos expertos en diferentes ámbitos (el disfraz, el submarinismo, la natación o el paracaidismo), como sacados de un descarte de la TIA, que irán descubriendo casi sin querer un entramado de poderes enfrentados y secretos gubernamentales.
Tiene el encanto de ser un producto hecho hace treinta años, con el presupuesto que llevaban sus artífices en el bolsillo. Pero a pesar de la originalidad del planteamiento, y de la imaginación que desprende en algunos momentos, el resultado final es bastante confuso, deshilado y en muchos momentos verdaderamente aburrido.
Sin embargo, sorprende y destaca por encima de todo algunos efectos cómicos, golpes visuales verdaderamente logrados, al más puro estilo Zucker/Abrahams/Zucker, pero perpetrados unos cuantos años antes del estreno de la seminal “Aterriza como puedas”. Algunos de estos efectos, incluso se han visto posteriormente en otros modelos del género.
Por tanto, yo diría que la película atesora un valor sentimental y unos aciertos estéticos, visuales y de planteamiento, muy por encima del resultado final, cuyo ritmo hace que hasta cueste llegar al final de la historia.
Pero lo que me ha sorprendido muy positivamente ha sido al hurgar entre los “extras” que incorpora la reciente versión en DVD del 25º aniversario. Además de los habituales reportajes, entrevistas, escenas eliminadas, curiosidades, secretos del rodaje y hasta un par de “huevos de pascua”, lo que hace que la pieza se convierta en una joya es el apartado titulado “Basado en”, donde se incluyen dos cortometrajes que rodaron los cuatro iluminados de Four Squares, cuando apenas estaban dejando atrás el acné, y que son el origen de esta película, y es más, nos dan una explicación evidente de por qué “El ataque...” queda tan absolutamente inconexo y a veces pierde sentido: “Tomates asesinos” y “Babusuland” (estas obras maestras del corto amateur de todo a cien) son dos historias que no tienen nada que ver la una con la otra, y que fueron explotadas, cribadas y rodadas de nuevo en una sola historia, la del largo que ha pasado a la historia, pero que sin embargo son infinitamente mejores por separado.
“TOMATES ASESINOS”: es un corto de apenas 15 minutos rodado 3 años antes para una asignatura de la universidad, que resume la historia del ataque de los tomates mutantes, la trama del Pentágono y el contraataque del ejército, todo ello rodado en 8 mm., con una imaginación desbordante, con maquetas de corcho y tanques de juguete, con los 4 mismos actores haciendo todos los papeles, y en definitivia, una historia buenísima, dos veces buena por lo breve, y que a pesar de lo paupérrimo de su factura deja a la película madre como un largo innecesario y a la altura del brócoli.
“BABUSULAND”: el título completo de este corto de media hora es “Gone with the Babusuland”, y en los primitivos, originales y cachondos créditos nos aclaran que es una versión reducida de una película amateur (que no aparece en el DVD) llamada “Do they accept travelers checks in Babusuland?”. Este corto está rodado en 1970. Con una precariedad de medios pasmosa, con unos efectos visuales similares a los logrados por Segundo de Chomón 80 años antes (de hecho, “Babusuland” es cine mudo, para que os hagáis una idea del poco presupuesto que manejaban), y sin embargo perfectamente facturados y perfectos. Durante el rodaje, los cuatro mismos Four Squares hacen de casi todos los personajes, se juegan la vida disparándose balas de cera para conseguir el mayor realismo, asaltando con cámaras ocultas un centro comercial disfrazados de soldados del ejército, se dejan atropeyar de verdad para que parezca que han sido atropeyados, y en definitiva, desprende una altísima sobredosis de pasión por el trabajo que tenían entre manos.
La historia es lo de menos, aunque no deja de ser una brillante y disparatada aventura policíaca y de suspense hitchcockiana muy lograda. Lo impresionante es el derroche de imaginación y pocos medios empleados, desde los créditos (letras de papel recortadas sobre una cartulina que se mueven mediante la técnica de stop-motion) hasta los gags, como ya he dicho, adelantados a su tiempo y similares y en ocasiones muy superiores a algunas de las chorradas de películas como “Top secret” o “Aterriza como puedas”. Y todo ello rodado por cuatro nerds recién salidos del college hace 34 años.
Como ya he dicho, “El ataque de los tomates asesinos” no es sino un batiburrillo de los mejores personajes, situaciones y chistes de ambos cortos, hilados de mala manera y con poco éxito para intentar que ambas historias tengan un nexo de unión. Y adornado con chicas guapas, mejores colores y sonido, números musicales un tanto absurdos y tonterías varias (como la constante publicidad de la tienda de muebles). Me quedo de lejos con los cortos, especialmente con el inenarrable y divertidísimo “Babusuland”.
Director: John DeBello
Actores: David Miller (Mason Dixon) , George Wilson (Jim Richardson), Sharon Taylor (Lois Fairchild), Steve Peace (Wilburn Finletter), Ernie Meyers (Presidente de EEUU), John DeBello, Costa Dillon (extras)
Web: www.killertomatoes.com
Clásico del cine intencionadamente cutre, de digestión inmediata y deshecho rápido, hasta el punto de ser una película construida a partir del título, “El ataque de los tomates asesinos” es tan tonta como uno se pueda imaginar: sin saber cómo ni por qué, los tomates han mutado y se dedican a atacar sin miramientos a la población de las principales capitales de EEUU. Y para salvar al país de las Libertades de semejante amenaza, el Pentágono recluta a un grupo de catetos expertos en diferentes ámbitos (el disfraz, el submarinismo, la natación o el paracaidismo), como sacados de un descarte de la TIA, que irán descubriendo casi sin querer un entramado de poderes enfrentados y secretos gubernamentales.
Tiene el encanto de ser un producto hecho hace treinta años, con el presupuesto que llevaban sus artífices en el bolsillo. Pero a pesar de la originalidad del planteamiento, y de la imaginación que desprende en algunos momentos, el resultado final es bastante confuso, deshilado y en muchos momentos verdaderamente aburrido.
Sin embargo, sorprende y destaca por encima de todo algunos efectos cómicos, golpes visuales verdaderamente logrados, al más puro estilo Zucker/Abrahams/Zucker, pero perpetrados unos cuantos años antes del estreno de la seminal “Aterriza como puedas”. Algunos de estos efectos, incluso se han visto posteriormente en otros modelos del género.
Por tanto, yo diría que la película atesora un valor sentimental y unos aciertos estéticos, visuales y de planteamiento, muy por encima del resultado final, cuyo ritmo hace que hasta cueste llegar al final de la historia.
Pero lo que me ha sorprendido muy positivamente ha sido al hurgar entre los “extras” que incorpora la reciente versión en DVD del 25º aniversario. Además de los habituales reportajes, entrevistas, escenas eliminadas, curiosidades, secretos del rodaje y hasta un par de “huevos de pascua”, lo que hace que la pieza se convierta en una joya es el apartado titulado “Basado en”, donde se incluyen dos cortometrajes que rodaron los cuatro iluminados de Four Squares, cuando apenas estaban dejando atrás el acné, y que son el origen de esta película, y es más, nos dan una explicación evidente de por qué “El ataque...” queda tan absolutamente inconexo y a veces pierde sentido: “Tomates asesinos” y “Babusuland” (estas obras maestras del corto amateur de todo a cien) son dos historias que no tienen nada que ver la una con la otra, y que fueron explotadas, cribadas y rodadas de nuevo en una sola historia, la del largo que ha pasado a la historia, pero que sin embargo son infinitamente mejores por separado.
“TOMATES ASESINOS”: es un corto de apenas 15 minutos rodado 3 años antes para una asignatura de la universidad, que resume la historia del ataque de los tomates mutantes, la trama del Pentágono y el contraataque del ejército, todo ello rodado en 8 mm., con una imaginación desbordante, con maquetas de corcho y tanques de juguete, con los 4 mismos actores haciendo todos los papeles, y en definitivia, una historia buenísima, dos veces buena por lo breve, y que a pesar de lo paupérrimo de su factura deja a la película madre como un largo innecesario y a la altura del brócoli.
“BABUSULAND”: el título completo de este corto de media hora es “Gone with the Babusuland”, y en los primitivos, originales y cachondos créditos nos aclaran que es una versión reducida de una película amateur (que no aparece en el DVD) llamada “Do they accept travelers checks in Babusuland?”. Este corto está rodado en 1970. Con una precariedad de medios pasmosa, con unos efectos visuales similares a los logrados por Segundo de Chomón 80 años antes (de hecho, “Babusuland” es cine mudo, para que os hagáis una idea del poco presupuesto que manejaban), y sin embargo perfectamente facturados y perfectos. Durante el rodaje, los cuatro mismos Four Squares hacen de casi todos los personajes, se juegan la vida disparándose balas de cera para conseguir el mayor realismo, asaltando con cámaras ocultas un centro comercial disfrazados de soldados del ejército, se dejan atropeyar de verdad para que parezca que han sido atropeyados, y en definitiva, desprende una altísima sobredosis de pasión por el trabajo que tenían entre manos.
La historia es lo de menos, aunque no deja de ser una brillante y disparatada aventura policíaca y de suspense hitchcockiana muy lograda. Lo impresionante es el derroche de imaginación y pocos medios empleados, desde los créditos (letras de papel recortadas sobre una cartulina que se mueven mediante la técnica de stop-motion) hasta los gags, como ya he dicho, adelantados a su tiempo y similares y en ocasiones muy superiores a algunas de las chorradas de películas como “Top secret” o “Aterriza como puedas”. Y todo ello rodado por cuatro nerds recién salidos del college hace 34 años.
Como ya he dicho, “El ataque de los tomates asesinos” no es sino un batiburrillo de los mejores personajes, situaciones y chistes de ambos cortos, hilados de mala manera y con poco éxito para intentar que ambas historias tengan un nexo de unión. Y adornado con chicas guapas, mejores colores y sonido, números musicales un tanto absurdos y tonterías varias (como la constante publicidad de la tienda de muebles). Me quedo de lejos con los cortos, especialmente con el inenarrable y divertidísimo “Babusuland”.
El tebeo guarrete de JAN
Mi generación se divide en dos tipos de personas: los que conocen y aman a Super López, y los que tuvieron una infancia incompleta.
Yo me encuentro entre los primeros, como se denota de la enrabietada frase introductoria. Crecí devorando las aventuras del superhéroe español y sus torpezas, sus defectos, su grandeza, su colección de villanos, de protagonistas, secundarios y terciarios, los paisajes y la arquitectura dibujados por Jan, una de las personas con más imaginación aplicada al cómic que yo he leído jamás. Dentro de un registro cómico (siempre), su derroche de imaginación, efectos visuales y detallismo yo los compararía a los de un Moebius o un Steranko, y me quedaba tan ancho.
Pero no voy a hablar aquí hoy de Super López, ni a glosar la figura de JAN, sino que citaré los lugares que más me gustan de la Red, antes de entrar en el tema del artículo. Recomiendo por supuesto la página personal de JAN, la página escarolitrópica-gmnésica, el chupótero foro, una completa y bonita (aunque algo desfasada) entrevista con Jan, y una curiosidad, un corto de animación de casi tres minutos hecho por un fan, a la espera del estreno de la película que supuestamente está rodando Javier Fesser.
Al margen del maravilloso e incomparable (aunque desde hace lustros cayendo en picado) Super López, Jan tiene una ingente cantidad de material publicado aquí y allá, desde finales de los años cincuenta hasta la fecha, como nos cuenta él mismo, apoyado en abundante e impagable material gráfico (incluso inédito), en su autobiografía. Del material que yo conozco, aparte de Super López (que tengo casi completo, y lo que falta se andará), tengo páginas de Jan arrancadas de viejos mortadelos y similares, de personajes como Cab'Halloloco, Los últimos de Villapiñas y algún otro, de las viejas revistas "Al ataque" y "El Chou" (aquella especie de El Jueves basado en los programas de Alfonso Arús, por qué no guardaría esas cosas en lugar de recortarlas, en fin...) donde dibujaba con seudónimo, tres o cuatro tebeíllos de Pulgarcito (colección Olé) y por supuesto el altamente recomendable Superióribus (que primero fotocopié de las páginas de los tebeos de mutantes de Forum, y de repente un día lo publicaron completito en tomo, pues mira qué bien). Incluso tuve de pequeñín, y lo perdí tiempo después, unos valiosísimos libritos animados (es decir, de pasar las hojas rápidamente con el dedo gordo para ver los dibujos en movimiento) de una colección llamada TeleCómic, que representaban diferentes especialidades deportivas, dibujados por Jan, que compré en la feria del libro de Recoletos y que no he vuelto a ver por ningún sitio, como éste de aquí al lado. En fin, suficientemente friki, ¿no?
Pero si algo atesoro del genio catalán, es el tomito "LASZIVIA", el raro trabajo para adultos y de corte erótico que realizó para la editorial Norma en 1984, y que fue publicado como el número 16 de la colección Cimoc Extra Color. El único trabajo para mayores de edad que ha dibujado nunca, y paradójicamente uno de los mejores trabajos que tiene, coetáneo y a la altura de "El señor de los chupetes" o "La caja de Pandora", por ejemplo.
Siempre con sorna, ironía, crítica y un montón de mala leche, narra las desventuras de una patrulla espacial en misión de reconocimiento de un planeta recién descubierto, en un disparatado futuro lejano. El planeta se llama Laszivia, tiene forma de mujer desnuda, y en las distintas partes de su orografía "corporal" se sitúan distintos países, basados en los siete pecados capitales (Lujurizia, Gulizia...), y cada uno de ellos con unos habitantes muy particulares, con su particular forma de vestir, su arquitectura, sus costumbres... En la detallísima decoración y figuración de cada uno de los lugares es donde Jan abruma con su desbordante imaginación.
Los disparatados componentes de la nave no tendrían nada que envidiar a los de El enano rojo: el Capitán Rayón (que, curiosamente, ahora que lo pienso se da un aire a Zapp Brannigan), un modosísimo cabo primero totalmente homosexual (¿Kiff?) y una tropa de muy salidos guerreros, que se pasan el día satisfaciendo sus bajos instintos, bien sea con los orificios del cabo, bien con el mapa en 3-D de Laszivia (ejem, una muñeca hinchable con vida artificial).
En definitiva, un derroche de imaginación y cachondeo, que mezcla mucha fantasía, ciencia-ficción, crítica de los más bajos defectos humanos y cantidades ingentes de erotismo de cartoon, en un tono definitivamente muy poco serio y muy gamberro.
Yo me encuentro entre los primeros, como se denota de la enrabietada frase introductoria. Crecí devorando las aventuras del superhéroe español y sus torpezas, sus defectos, su grandeza, su colección de villanos, de protagonistas, secundarios y terciarios, los paisajes y la arquitectura dibujados por Jan, una de las personas con más imaginación aplicada al cómic que yo he leído jamás. Dentro de un registro cómico (siempre), su derroche de imaginación, efectos visuales y detallismo yo los compararía a los de un Moebius o un Steranko, y me quedaba tan ancho.
Pero no voy a hablar aquí hoy de Super López, ni a glosar la figura de JAN, sino que citaré los lugares que más me gustan de la Red, antes de entrar en el tema del artículo. Recomiendo por supuesto la página personal de JAN, la página escarolitrópica-gmnésica, el chupótero foro, una completa y bonita (aunque algo desfasada) entrevista con Jan, y una curiosidad, un corto de animación de casi tres minutos hecho por un fan, a la espera del estreno de la película que supuestamente está rodando Javier Fesser.
Al margen del maravilloso e incomparable (aunque desde hace lustros cayendo en picado) Super López, Jan tiene una ingente cantidad de material publicado aquí y allá, desde finales de los años cincuenta hasta la fecha, como nos cuenta él mismo, apoyado en abundante e impagable material gráfico (incluso inédito), en su autobiografía. Del material que yo conozco, aparte de Super López (que tengo casi completo, y lo que falta se andará), tengo páginas de Jan arrancadas de viejos mortadelos y similares, de personajes como Cab'Halloloco, Los últimos de Villapiñas y algún otro, de las viejas revistas "Al ataque" y "El Chou" (aquella especie de El Jueves basado en los programas de Alfonso Arús, por qué no guardaría esas cosas en lugar de recortarlas, en fin...) donde dibujaba con seudónimo, tres o cuatro tebeíllos de Pulgarcito (colección Olé) y por supuesto el altamente recomendable Superióribus (que primero fotocopié de las páginas de los tebeos de mutantes de Forum, y de repente un día lo publicaron completito en tomo, pues mira qué bien). Incluso tuve de pequeñín, y lo perdí tiempo después, unos valiosísimos libritos animados (es decir, de pasar las hojas rápidamente con el dedo gordo para ver los dibujos en movimiento) de una colección llamada TeleCómic, que representaban diferentes especialidades deportivas, dibujados por Jan, que compré en la feria del libro de Recoletos y que no he vuelto a ver por ningún sitio, como éste de aquí al lado. En fin, suficientemente friki, ¿no?
Pero si algo atesoro del genio catalán, es el tomito "LASZIVIA", el raro trabajo para adultos y de corte erótico que realizó para la editorial Norma en 1984, y que fue publicado como el número 16 de la colección Cimoc Extra Color. El único trabajo para mayores de edad que ha dibujado nunca, y paradójicamente uno de los mejores trabajos que tiene, coetáneo y a la altura de "El señor de los chupetes" o "La caja de Pandora", por ejemplo.
Siempre con sorna, ironía, crítica y un montón de mala leche, narra las desventuras de una patrulla espacial en misión de reconocimiento de un planeta recién descubierto, en un disparatado futuro lejano. El planeta se llama Laszivia, tiene forma de mujer desnuda, y en las distintas partes de su orografía "corporal" se sitúan distintos países, basados en los siete pecados capitales (Lujurizia, Gulizia...), y cada uno de ellos con unos habitantes muy particulares, con su particular forma de vestir, su arquitectura, sus costumbres... En la detallísima decoración y figuración de cada uno de los lugares es donde Jan abruma con su desbordante imaginación.
Los disparatados componentes de la nave no tendrían nada que envidiar a los de El enano rojo: el Capitán Rayón (que, curiosamente, ahora que lo pienso se da un aire a Zapp Brannigan), un modosísimo cabo primero totalmente homosexual (¿Kiff?) y una tropa de muy salidos guerreros, que se pasan el día satisfaciendo sus bajos instintos, bien sea con los orificios del cabo, bien con el mapa en 3-D de Laszivia (ejem, una muñeca hinchable con vida artificial).
En definitiva, un derroche de imaginación y cachondeo, que mezcla mucha fantasía, ciencia-ficción, crítica de los más bajos defectos humanos y cantidades ingentes de erotismo de cartoon, en un tono definitivamente muy poco serio y muy gamberro.
lunes, 17 de enero de 2005
"The Rocky Horror Picture Show"
Título original: "The Rocky Horror picture show" (UK, 1975)
Director: Jim Sharman
Actores: Tim Curry (Dr. Frank-N-Furter), Susan Sarandon (Janet Weiss), Barry Bostwick (Brad Majors), Richard O'Brien (Riff Raff), Patricia Quinn (Magenta), Nell Campbell (Columbia), Meatloaf (Eddie), Jonathan Adams (Dr. Everett Von Scott; narrador).
Web: www.rockyhorror.com
Para inaugurar esta sección, voy a tratar de homenajear brevemente una de mis películas favoritas, tras un nuevo visionado copazo y palomitas en ristre. Y digo brevemente, porque me voy a esforzar de verdad en no alargarme, dando por hecho que casi todo el mundo ha visto a estas alturas la película, o al menos tiene facilmente posibilidad de verla, y porque son ya suficientes los libros y artículos escritos sobre ella por todas partes.
Se trata de la adaptación al cine de una mítica obra de teatro de Broadway estrenada en 1970, hecha con un presupuesto bastante modesto, y que reúne todos los clichés posibles del musical, la serie B y los clásicos de la Hammer, en un sentido homenaje a todo ello, adornado con una estética glam-petarda llevada al extremo. Colorista, teatral, construida a base de números musicales, magistral y exagerada. Es la película de culto por antonomasia, que cuenta con legiones de fans en todo el mundo que se disfrazan, patalean y representan las escenas más famosas en las sesiones golfas de madrugada que todavía a día de hoy, casi treinta años después, se siguen celebrando por doquier (hace no mucho, por ejemplo, en los bajos del Mercado de Fuencarral, dónde si no).
La historia es muy sencilla: dos prometidos (una espectacular, jovencísima y casi todo el metraje semidesnuda Susan Sarandon, y el nerd representado por Barry Bostwick) acaban de asistir a la boda de unos amigos. Ella recoge el ramo de la novia, y de vuelta a casa oscurece cuando atraviesan un lúgubre bosque, y encima el coche pincha a la altura de un misterioso castillo, al que no tienen más remedio que acudir debido a la poderosa tormenta que les asalta. Más tópicos, imposible. Una vez dentro del castillo, descubren que está teniendo lugar una fiesta, ya que el anfitrión, un travestido mad-doctor (impresionante Tim Curry, que desde entonces no volvió a levantar cabeza, ni siquiera en su explotación en El Informal), está a punto de presentar en sociedad a su última creación, Rocky Horror, un Adonis metrosexual de laboratorio. Los tortolitos no tienen más remedio que pasar allí la noche, e ir cediendo poco a poco a los encantos del chiflado drag-queen y su cohorte de reinonas. Dentro del castillo se suceden el resto de los hechos de la película (no olvidemos que se trataba en origen de una obra teatral), tanto los cómicos como los dramáticos, los de (recatadísimo y para todos los públicos) signo sexual, los fantásticos, los terroríficos, etc., en esa serie de escenas que no son sino el cóctel de referencias del que hablaba antes.
El argumento está bien. Era original en su momento, y una forma de rendir el citado homenaje a las pelícuas de monstruos clásicos y de marcianos, y hace que uno se sumerja en el ambiente desde el primer momento.
Los personajes son, todos ellos, increíblemente acertados. Saturados intencionadamente de tópicos, divertidísimos, apasionados, perfectos.
Sus detractores, que también son legión, encuentran su mayor síntoma de hastío y repetición en el cargante aspecto homosexual que tiene la película. Sin duda, no sería lo mismo sin los habitantes travestidos del castillo, sin los ligueros, la ropa de cuero y la tensión oligo-sexual reinante. No nos vamos a engañar. Pero sobre todo, la película no valdría gran cosa de no ser por los números musicales, las canciones en sí mismas y las coreografías (todo ello obra del genio de Richard O'Brien, que se reservó además el mejor papel, el del mayordomo jorobado Riff Raff), que nada tienen que envidiar a las grandes películas musicales consagradas de Hollywood, y que se encuentran además totalmente desprovistas, como toda la película, de la autoimpuesta mojigatería del cine mainstream norteamericano.
La primera vez que uno la ve, si no sabe lo que se va a encontrar, puede llevarse una sorpresa al descubrir que no es un musical con monstruos, sangre y sustos, sino una reivindicación de la sexualidad abierta de miras y de lo moralmente reprimido, con todo un muestrario de clichés rosas, dentro de una perfecta película de género. Ahí radica sin duda un alto porcentaje de su encanto.
En definitiva (y para ir acabando), es una película que no me canso de ver. La única de la que tengo el DVD, el video en VHS original, el disco en CD, el vinilo (de segunda mano) y un par de pósters por mi casa, y por la que durante muchos años sentí verdadera pasión y no dudaba en recomendar vivamente a todo el mundo. Sin embargo, con el tiempo me provoca cierto empacho, y es evidente que sufre una caída en picado del ritmo y el interés a partir de la primera noche que pasan los protagonistas en el castillo de la Transilvania transexual, con sólo unos pocos aciertos a partir de ese momento, entre ellos el papelón que hace el (por lo demás, insufrible) rockero Meatloaf. Sin duda, lo mejor de esta película es su banda sonora, que no pierde un ápice de fuerza y que no deja de maravillarme con el paso de los años. Swing-rock 'n' roll en estado puro, para no dejar de bailar, saxos enloquecidos, esos coros philspectorianos, letras divertidas y repletas de las referencias cinematográficas que son la esencia de la peli, y ni un solo momento aburrido entre las más lentas.
Dos consejos: enfréntate a la película sin prejuicios, y olvídate para siempre de que existe una secuela. "The Rocky Horror picture show" es una joya que todo el mundo debería ver, y sobre todo escuchar, al menos una vez. O dos.
Director: Jim Sharman
Actores: Tim Curry (Dr. Frank-N-Furter), Susan Sarandon (Janet Weiss), Barry Bostwick (Brad Majors), Richard O'Brien (Riff Raff), Patricia Quinn (Magenta), Nell Campbell (Columbia), Meatloaf (Eddie), Jonathan Adams (Dr. Everett Von Scott; narrador).
Web: www.rockyhorror.com
Para inaugurar esta sección, voy a tratar de homenajear brevemente una de mis películas favoritas, tras un nuevo visionado copazo y palomitas en ristre. Y digo brevemente, porque me voy a esforzar de verdad en no alargarme, dando por hecho que casi todo el mundo ha visto a estas alturas la película, o al menos tiene facilmente posibilidad de verla, y porque son ya suficientes los libros y artículos escritos sobre ella por todas partes.
Se trata de la adaptación al cine de una mítica obra de teatro de Broadway estrenada en 1970, hecha con un presupuesto bastante modesto, y que reúne todos los clichés posibles del musical, la serie B y los clásicos de la Hammer, en un sentido homenaje a todo ello, adornado con una estética glam-petarda llevada al extremo. Colorista, teatral, construida a base de números musicales, magistral y exagerada. Es la película de culto por antonomasia, que cuenta con legiones de fans en todo el mundo que se disfrazan, patalean y representan las escenas más famosas en las sesiones golfas de madrugada que todavía a día de hoy, casi treinta años después, se siguen celebrando por doquier (hace no mucho, por ejemplo, en los bajos del Mercado de Fuencarral, dónde si no).
La historia es muy sencilla: dos prometidos (una espectacular, jovencísima y casi todo el metraje semidesnuda Susan Sarandon, y el nerd representado por Barry Bostwick) acaban de asistir a la boda de unos amigos. Ella recoge el ramo de la novia, y de vuelta a casa oscurece cuando atraviesan un lúgubre bosque, y encima el coche pincha a la altura de un misterioso castillo, al que no tienen más remedio que acudir debido a la poderosa tormenta que les asalta. Más tópicos, imposible. Una vez dentro del castillo, descubren que está teniendo lugar una fiesta, ya que el anfitrión, un travestido mad-doctor (impresionante Tim Curry, que desde entonces no volvió a levantar cabeza, ni siquiera en su explotación en El Informal), está a punto de presentar en sociedad a su última creación, Rocky Horror, un Adonis metrosexual de laboratorio. Los tortolitos no tienen más remedio que pasar allí la noche, e ir cediendo poco a poco a los encantos del chiflado drag-queen y su cohorte de reinonas. Dentro del castillo se suceden el resto de los hechos de la película (no olvidemos que se trataba en origen de una obra teatral), tanto los cómicos como los dramáticos, los de (recatadísimo y para todos los públicos) signo sexual, los fantásticos, los terroríficos, etc., en esa serie de escenas que no son sino el cóctel de referencias del que hablaba antes.
El argumento está bien. Era original en su momento, y una forma de rendir el citado homenaje a las pelícuas de monstruos clásicos y de marcianos, y hace que uno se sumerja en el ambiente desde el primer momento.
Los personajes son, todos ellos, increíblemente acertados. Saturados intencionadamente de tópicos, divertidísimos, apasionados, perfectos.
Sus detractores, que también son legión, encuentran su mayor síntoma de hastío y repetición en el cargante aspecto homosexual que tiene la película. Sin duda, no sería lo mismo sin los habitantes travestidos del castillo, sin los ligueros, la ropa de cuero y la tensión oligo-sexual reinante. No nos vamos a engañar. Pero sobre todo, la película no valdría gran cosa de no ser por los números musicales, las canciones en sí mismas y las coreografías (todo ello obra del genio de Richard O'Brien, que se reservó además el mejor papel, el del mayordomo jorobado Riff Raff), que nada tienen que envidiar a las grandes películas musicales consagradas de Hollywood, y que se encuentran además totalmente desprovistas, como toda la película, de la autoimpuesta mojigatería del cine mainstream norteamericano.
La primera vez que uno la ve, si no sabe lo que se va a encontrar, puede llevarse una sorpresa al descubrir que no es un musical con monstruos, sangre y sustos, sino una reivindicación de la sexualidad abierta de miras y de lo moralmente reprimido, con todo un muestrario de clichés rosas, dentro de una perfecta película de género. Ahí radica sin duda un alto porcentaje de su encanto.
En definitiva (y para ir acabando), es una película que no me canso de ver. La única de la que tengo el DVD, el video en VHS original, el disco en CD, el vinilo (de segunda mano) y un par de pósters por mi casa, y por la que durante muchos años sentí verdadera pasión y no dudaba en recomendar vivamente a todo el mundo. Sin embargo, con el tiempo me provoca cierto empacho, y es evidente que sufre una caída en picado del ritmo y el interés a partir de la primera noche que pasan los protagonistas en el castillo de la Transilvania transexual, con sólo unos pocos aciertos a partir de ese momento, entre ellos el papelón que hace el (por lo demás, insufrible) rockero Meatloaf. Sin duda, lo mejor de esta película es su banda sonora, que no pierde un ápice de fuerza y que no deja de maravillarme con el paso de los años. Swing-rock 'n' roll en estado puro, para no dejar de bailar, saxos enloquecidos, esos coros philspectorianos, letras divertidas y repletas de las referencias cinematográficas que son la esencia de la peli, y ni un solo momento aburrido entre las más lentas.
Dos consejos: enfréntate a la película sin prejuicios, y olvídate para siempre de que existe una secuela. "The Rocky Horror picture show" es una joya que todo el mundo debería ver, y sobre todo escuchar, al menos una vez. O dos.
Nueva sección: el ZINEdín
Como buenos perdedores, hechos y derechos, en FRUNOBULAND no le hacemos asco a ninguna manifestación subcultural. Lo mismo nos tragamos enterita una serie de risa bajada de Internet que hacemos colecciones de cómics desde hace más de 15 años, a menudo por pura inercia, o hasta vamos a exposiciones raras y todo. De igual modo, nos atrae el cine extraño, de género, que se dice, y nos sacamos de la cibermanga una nueva sección: El ZINEdín.
Si hasta ahora no he hecho reseñas de películas como otros blogs que miro y admiro, es a veces por pereza; pero también porque me cuesta mucho hablar sobre una película que acabo de ver. Soy el que al final se suele quedar callado mientras los amigos comentan, o suelto una frase tipo «pues vaya mierda» o «está bien». Pero a partir de ahora voy a hacer un esfuerzo, y a tratar de hacer crítica, entusiasta o destructiva, de las películas que pasan por mi tele. Y para ayudarme en esta labor, me he traído de los pelos a dos nuevos colaboradores, que o bien escribirán directamente las críticas, o bien sus comentarios serán saqueados durante los visionados grupales, para las reseñas de mi propio puño y letra. Queden desde aquí y desde ahora acreditados (aunque total, llevan máscara y nombre de guerra, así que tanto da). Ellos son:
Caipirinha Man
Cheto Ardiente
Como inspirador del nombre de la sección, hemos elegido a Zinedine Zidane, el futbolista multimillonario, porque realmente tiene un nombre que parece el nick de un crítico de fanzine cinematográfico elegido para la ocasión, y evidencia suficientemente que las películas que pasearán por aquí son de claro signo zetoso, cine marginal de todo tipo, algún clásico, o poco conocidas en su gran mayoría. O no, ya veremos. Serie-F, en definitiva; F de FRUNOBULAND.
E inauguramos sección con dos películas muy apreciadas por aquí.
Si hasta ahora no he hecho reseñas de películas como otros blogs que miro y admiro, es a veces por pereza; pero también porque me cuesta mucho hablar sobre una película que acabo de ver. Soy el que al final se suele quedar callado mientras los amigos comentan, o suelto una frase tipo «pues vaya mierda» o «está bien». Pero a partir de ahora voy a hacer un esfuerzo, y a tratar de hacer crítica, entusiasta o destructiva, de las películas que pasan por mi tele. Y para ayudarme en esta labor, me he traído de los pelos a dos nuevos colaboradores, que o bien escribirán directamente las críticas, o bien sus comentarios serán saqueados durante los visionados grupales, para las reseñas de mi propio puño y letra. Queden desde aquí y desde ahora acreditados (aunque total, llevan máscara y nombre de guerra, así que tanto da). Ellos son:
Caipirinha Man
Cheto Ardiente
Como inspirador del nombre de la sección, hemos elegido a Zinedine Zidane, el futbolista multimillonario, porque realmente tiene un nombre que parece el nick de un crítico de fanzine cinematográfico elegido para la ocasión, y evidencia suficientemente que las películas que pasearán por aquí son de claro signo zetoso, cine marginal de todo tipo, algún clásico, o poco conocidas en su gran mayoría. O no, ya veremos. Serie-F, en definitiva; F de FRUNOBULAND.
E inauguramos sección con dos películas muy apreciadas por aquí.
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