sábado, 15 de septiembre de 2012

Le Bon Vivant nº 5: Bellos y poderosos. La biografía (por Caroline Waxter)

El fanzine Le Bon Vivant fue una de mis publicaciones favoritas del comienzo de siglo actual. Fue una época gloriosa para el fanzine fotocopiado, y casi todas las semanas me pasaba por la tienda de tebeos a pillar el nuevo material. Ora un Mondo Brutto, ora un 2000 Maníacos, ora un Jo, tía!, un Sickfun, Mudhoney, un one hit wonder fotocopiado malamente a mayor gloria del hardcore filipino... Yo viví aquel desideratum previo a la explosión bloguera, mis estanterías dan fe, y lo disfruté mucho. En concreto, LBV debía mucho al Mondo Brutto, al menos tanto como éste al Reader's digest. Los contenidos eran artículos sui generis, ácidos y de cachondeo, bizarretes, de considerable extensión, ilustrados y con una clara línea editorial marginal, por decirlo de alguna manera. La sigularidad del fanzín de Oswaldo Cornelius y Caasi Masivo, en este caso, era que sus textos giraban en torno al savoir faire, al dolce fare niente, el "haz del ocio tu negocio y del relajo tu trabajo", el cansadamismo, duermemocismo, pichabravismo y papichulismo, la hagiografía hinchadísima de personajes inolvidables del mundo de la farra extrema. Maravillosos y mil veces releídos fueron sus tratados sobre personajes como Maradona, Keith Moon, Rabelais, Ricardo Boffill Jr., y sobre asuntos tan importantes como el doping, firmeros, vividores, sibaritas, gandallas, pranksters, faranduleros, osos hormigueros humanos, titanes de la resaca y todas esas cosas. Otra de las características de LBV era la lengua viperina de sus autores, y su afición por el juego de palabras, el calambur, la cacofonía, un cachondeo letrado y rítmico que ya quisieran Cuarteto De Nos, el retruécano de trueno cano díscolo y cool olskool (cosas parecidas a esta última frase, pero con gracia y con sentido, era una de sus señas de identidad), sentencias y textos plagados de anglicismos, neologismos y transformaciones de anglicismos en términos cazurramente españolísimos. El talento de LBV para encadenar chascarrillos y charadas rumberas y resonantes era algo de lo que se hablaba por las calles. Después de su primer número, el de la portada de Frank Sinatra y en tierno fotocopiado con portada a dos tintas, publicaron un segundo número más ególatra y disparatado todavía, ya de imprenta, con Maradona puesto hasta las trancas mirando desde la tapa; el tercer número era un poco más lujoso, con aquella inolvidable portada de Devon (que me acabo de dar cuenta de que no está en mi casa, me cago en todo). El nº 4 de Le Bon Vivant rompía la tónica, el "estilo brutto", y es un verdadero hito en la historia del fanzinismo español, creo yo: un tocho de 200 páginas repletas de letras pequeñitas y juegos de palabras por todas partes, que avanzaba en forma de top 40 destacando para la posteridad las figuras más señeras de la historia del loserismo, en un "Especial Fracaso" espectacular, para enmarcar. Y entonces, ya en 2006, llegó su número 5.

Aqui, Oswaldo y Caasi tiraron la mansión por la ventana, y nos obsequiaron con un tomo de ciento y la madre de páginas formato "moleskine", que nos venia a presentar la historia nunca antes contada de los verdaderos Oswaldo Cornelius y Caasi Masivo, así como de su escudero Farnsworth y el tercer Vivant, el apuesto Gianni Farniente. Esto ya no era un fanzine, sino una novela. Mejor dicho, el comienzo de una novela-río, la primera parte de lo que finalmente fue una trilogia. Firmada por Caroline Waxter, abandonábamos la complicidad de la lectura de las cosas de Oswaldo y Masivo, sus articulitos de risa sobre vividores, bakalas y farloperos, sus consejos para estirar el meñique al sostener copas de Martini o cómo hacer las pistolitas para saludar a la peña en la disco, y nos adentrábamos en un mundo de ficción, en una distopía extrañísima, en la que Oswaldo, Masivo y Farniente son unos supermodelos nacidos en Sealand, con todo el dinero imaginable, que le van a contar a la periodista de The fabulous life of... de la VH1 (la tal Caroline), en primera persona e in situ, lo astronómicamente increíbles y desfasadas que son sus existencias. A velocidad absurda, sin frenos.

La primera parte de la trilogia recuerdo que me la compré el mismo día que llegó a las tiendas, a pesar de su abultado precio (no es fácil esto de la autopublicación marginal a todo lujo). Me la leí, me reí mucho, me gustó a pesar de ese regusto de "¿pero qué hago leyendo esto?" que acompaña toda la lectura de algo tan desmesurado y singular, y por qué no, me quedé esperando a la segunda parte. Lo que pasó fue que, meses después, lo que llegó a las (pocas) tiendas en que se podia encontrar fue la trilogía completa. Envuelta en una faja muy cutre, y con una reedición del nº 1 de LBV de regalo, en plan centenario del Diario de Burgos. Y yo ya tenía la primera parte de la trilogía, y también el número 1, y soy muy pobre, y aquello me pareció un desembolso inadmisible. Así que me olvidé del tema.

Hasta que hace unas pocas semanas, me volví a encontrar con "Bellos y poderosos", la trilogía, al mismo elevado precio total, pero sin aplicar la inflación, y yo qué sé, estaría imbuído de nuevo del espíritu fanzineril, tras encarar la también reconversión del viejo Jo, tía! en Otra Cosa Engrandecida Y Extraña, y venga, me tiré al foso, me compré los tres tomos, y esta semana me los he leído. La sensación de estar ante una novela rara de cojones, un egotrip exagerado y sin parangón, ese "¿pero qué hago leyendo esto?", y además acentuado por el paso de los años, de la desaparición de Cornelius de la Red, etc. Una lectura extraña. Pero aceptados los prolegómenos, una vez que congeniamos con lo que se nos quiere contar, la experiencia es minoritaria, hay que ser rarete y tener mucho tiempo libre, pero esto es muy divertido. Y la prosa de los autores no ha hecho sino reforzarse. El espíritu de LBV, lo que ya estaba en el número 1, sigue ahí, y solo ha cambiado de apariencia. La lectura, una vez más, está sobrecargada de juegos de palabras, giros y neologismos. Y avanza el reportaje de Caroline Waxter a golpe de manuscritos encontrados y lecturas-dentro-de-la-lectura, de tal manera que además de la trama principal, asistimos a unos cuantos nuevos artículos fanzineros sobre estrellas del farradom como Dennis Hopper, Don Simpson, Robert Evans, Espartaco Santoni, Kraftwerk, Chevy Chase, el sultán de Brunei, Charlie Sheen y muchos otros adinerados tragaldabas de la vida real, cuyo anecdotario se entremezcla con la ficción. En un juego malabar que recuerda a la vida de Forest Gump, Oswaldo y Caasi estuvieron en la fundación del Studio 54, juerguearon con la crême de Hollywood, se pusieron como las Grecas con todo el que ha sido alguien en el mundo de las drogas, la buena vida y el despilfarro, y nos llevan de la mano a través de una historia alternativa de la Gente Increíblemente Adinerada.

El principal hándicap con el que contamos, es que todo esto recuerda mucho, muchísimo, demasiado, a "Zoolander". Quien ha visto "Zoolander" y disfrutó con "Zoolander", ya se puede hacer una idea de por dónde van los tiros. Aquí vamos a exprimir el cachondeo a costa del escaso celebro de los modelis y las modernis, y del estilo de vida del rico idiota y farruquitero, hasta la extenuación. De eso va todo esto. Va demasiado de esto. Porque las referencias a y los chistes de "Zoolander" (sin disimulo, y a menudo acreditados) están absolutamente todos. Las caritas que ensaya Derek, las fiestas absurdas en lugares absurdos, la adicción a las compras y a la tecnología carísima, la frivolidad llevada al extremo, la dicotomía Derek (barra) Hansel Ecto (Oswaldo vs. Caasi), escenas enteras de "Zoolander" vuelven a nuestra memoria. Ahí está de hecho la periodista que lleva todo el hilo de la trama, y ahí está el intento de asesinato que tendrán que evitar los modelis idiotas. Si es que está todo, demonios...

Esta larga historia (más de 350 páginas) es una mezcla, en una coctelera absurda, de "Zoolander" (sobre todo; esto es basicamente un homenaje novelado a la película), los Simpson (la coña de Mickey Rooney desplegando la escalera de un helicóptero para llevarse a Oswaldo, o el estilo de vida del Sr. Burns), los programas de ricos, famosos y gilipollas perdidos de la MTV (Cribs a la cabeza), el humor SNL (el auge y caída de Chevy Chase), la frialdad burocrática de "American psycho", los tabloides u opulentas películas ochenteras como "El gran despilfarro", "Entre pillos anda el juego" o "El príncipe de Zamunda".

La trilogía, compuesta por "Visiones del supramundo", "Brut and Charisma" y "La pirámide de Visas de adamantio", peca también de ser, más que una novela, la novelización de una especie de reality (no olvidemos que estamos ante el diario de una periodista de The fabulous life of...), por lo que la trama apenas existe. La narración es una excusa para ir desgranando, en bloques, cada uno de los desopilantes episodios, lecturas que encuentra y comparte la protagonista en su camino y biografías de muchos personajes. Es una no-novela, un contenedor de divertidas ocurrencias y disparates que avanza a machamartillo, un verdadero compendio de cultura popular, y como tal hay que tomárselo, porque no es hasta el final cuando resulta que encontramos que todo esto sí que tenía un sentido. Y el final, algo atropellado, es lo que menos me ha gustado. Una cosa por tanto curiosísima y única en su especie, que tenía ganas de devorar de una vez.

Ah, me olvidaba de una cosa: los libritos vienen firmados de puño y letra, respectivamente, por Gianni, Caasi y Oswaldo (un detalle bien majo), y hay unas cuantas ilustraciones a lo largo de la historia. Unas ilustraciones feísimas, grotescas, desagradables, y que en mi opinión sobraban.

1 comentario:

  1. ES una pena que ya no haya más le Bon Vivant nº6. A mí me encantó la trilogía. Estupenda descripción la tuya

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