domingo, 10 de abril de 2005

Sesión continua a modo de tortura

Empiezo la revista cinematográfica recomendando una sugerente sesión doble imposible, que a punto estuvo de trastornarnos de por vida, hace unos días: "TIOVIVO c. 1950" vs. "ICHI THE KILLER". Costumbrismo, nostalgia, parsimonia e intelectualidad, para degustar antes de una de yakuzas, ultraviolencia, desasosiego y salvajadas diversas alrededor del sexo y la muerte.
Primera sesión: 'Tiovivo c.1950'. Segunda sesión: 'Ichi the killer'.

El cine de José Luis Garci no tiene ni planteamiento ni desenlace; sólo nudo. En las películas suyas (las que he visto) no pasan cosas. Todo es muy bonito, la fotografía y la puesta en escena quitan el hipo, si quieres, pero no hay una historia lineal. Lo cual no es necesariamente malo, de hecho debe ser la rehostia porque este hombre tiene Goyas, Óscars y programas en la tele. Me gustó, pero me dejó un poco indiferente. Al principio pensando «¿ya ha empezado?», luego «¿qué está pasando?» y al final «¿ya ha terminado?», pero no deja de ser un interesante escaparate del Madrid de hace medio siglo. Es una colección de postales de entreguerras, con sabor a vino de solera, y en la que aparecen casi todos los actores españoles que tengan entre 1 y 100 años. Menos Resines, cosa inédita en nuestro cine y muy de agradecer. Yo ni reí ni lloré, pero me pareció bonita y nostálgica. A años luz de “Volver a empezar”, que esa sí que no hay por dónde cogerla.

A continuación, hicimos otro bol de palomitas, y en lugar de servirnos un solysombra nos dimos al tequila con cerveza, para ver la de Takeshi Miike. Cine delirante, a toda hostia y sin miramientos, como un videoclip de dos horas largas repleto de brutalidad y señores que se matan entre ellos. El argumento (que aquí sí hay) gira en torno a un zumbado adolescente que mata porque sí, porque se le va la olla (hasta donde puedo contar para no destripar la trama), y que pone contra las cuerdas a dos importantes familias yakuza. Cortes de orejas, brazos, dedos, lenguas, cuellos, penes, pezones, cinturas, tobillos... Escisiones de cuerpos humanos en vertical, horizontal y diagonal, torturas artísticas que no se le ocurrirían ni a Marcel.Li Antúnez borracho, violaciones, brutales palizas, putas, drogas... Una sociedad entera enferma de sí misma. Un ritmo de narración extrañísimo y paranoico, que a veces te tienes que levantar a agitar el DVD a ver si es que se ha encajado el disco o se le ha ido el color, y una sensación de mal rollo inenarrable. Y algunas risas también. Me impactó más, todavía, la de “Visitor Q”. Ésa sí que es recomendable, si lo que quieres es sentirte en sintonía con la esquizofrenia.

Píllate las dos en el videoclub. Pero te las tienes que ver seguidas, y sin parpadear... Vas a flipar.
Tostones y yakuzas

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