miércoles, 5 de agosto de 2015

Control remoto (Jeff Lieberman, 1988)

Entretenido homenaje al influjo del VHS como objeto de poder, cuenta la historia de una cinta de ciencia-ficción rodada en 1957 que llega a los videoclubes de América en 1987, convirtiéndose en un éxito masivo, que hace que quien la vea se ponga a matar al que tiene al lado. A partir de esta eterna leyenda urbana del "producto cultural asesino", armaron esta película con un arranque interesante, ambientada en un futuro brillante, campy y repleto de gadgets (con la gracia de que ese futuro de la película, era el año anterior al estreno en la vida real), en el que la gente viste con hombreras gigantes y gafas de sol de colores chillones. La mitad de la película transcurre en el videoclub del protagonista (un pavisoso Kevin Dillon), y esa primera media hora resulta muy simpática, con ese retro-futuro histriónico, unos secundarios bastante idiotas y un montón de homenajes a la rutina de visitar un videoclub, aquel lugar mágico al que íbamos de adolescentes. Pero según transcurre la acción, y después de un par de escenas de gore blandito y algunos chistes malos, la trama empieza a enmarañarse y los elementos cómicos se disuelven, para dar paso a una aventura de ciencia-ficción supuestamente seria e intensa, con un chino muy malo que tiene esclavizado a un ejército de currifichantes que se pasan el día haciendo copias de la película en un almacén secreto, tramando una conspiración mundial que resulta ridícula y soporífera.

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