domingo, 17 de mayo de 2015

"Sobrevivir al Paraíso. Secuelas permanentes (2000-2014)" (Jaime Gonzalo, 2015)

Jaime Gonzalo es el periodista musical que más me ha marcado y más admiro. El más íntegro, meticuloso y tenaz. También tenía la carpeta forrada de fotos de Diego Manrique, Eduardo Izquierdo, Paco Pérez Bryan, Rafa Cervera, Jesús Ordovás, Ignacio Juliá, Alfred Crespo, José María Rey, Xavi Sancho... Pero el Ruta 66 es el fanzine de kiosko más importante que se ha publicado jamás en España, una guía imprescindible, y desde joven he tenido esa sensación de que la música que no sale en el Ruta, a mí no me interesa. El criterio de Jaime, su trayectoria, sus libros (sobre todo su recientemente cerrada trilogía sobre la Contracultura, que nunca consigo acabar porque la tengo permanentemente prestada; ¡dichoso proselitismo!) y su actitud insobornable, le convierten en todo un héroe, un modelo, un paladín. Al margen de todo lo que hemos aprendido un par o tres de generaciones con sus textos sobre música, Jaime se prodigó ultimamente también como airado columnista de sociedad, en medios como Vice, Rockdelux, Cáñamo o el propio Ruta 66, donde lleva colaborando en lo que va de siglo. Y el misterioso Colectivo de Trabajadores Anónimos del Libro acaba de editar un libro pequeñito, formato Kansas, donde se apelotonan una cincuentena (a ojo) de esas columnas dispersas. En ellas el Gonzalo más anárquico, apátrida, cínico, descreído, impertinente y deslenguado se despacha a gusto cargando contra los responsables de ese devenir tan extraño que asola a los habitantes de la Barcelona post-92, transformada en parque temático para el turismo basura, y de esta España pre-Apocalipsis toda; además de recomendar algunos productos, desvelar curiosidades del profesional mil y una veces curtido en festivales y encuentros con endiosadas estrellas, y reflexionar ampliamente sobre la condición del crítico, del músico, del periodista, del padre y del amante de los discos palpables y del rock. Una lectura oscura pero interesantísima y fascinante, que me ha acompañado en grajeas durante esta semana.

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