martes, 19 de agosto de 2014

"La trajinera del terror" (Alejandra Adame, 2005)

El domingo pasado por la mañana, antes de ir al Rastro, me obsequié con esta cinta amateur de presupuesto negativo. Y efectivamente, se trata de un producto cutre, ridículo y sin sentido, involuntariamente cómico y repleto de todo el exotismo y el candor que solo un grupo de amiguetes mexicanos aburridos es capaz de producir. Es un slasher que además de presupuesto carece de pretensiones ni de vergüenza, sobre un grupo de post-adolescentes que deciden pasar un fin de semana de acampada en Xochimilco, que por lo visto es una ciudad llena de canales y traineras para turistas, una Venecia charra que se adentra (según la película) en un bosque lúgubre y lleno de niebla artificial. El argumento es muy sencillo: los chavales, tres tíos y tres tías como dios manda, están bebiendo coronitas en su trainera "Margarita", capitaneada por un mexicano feo y silencioso al que por alguna razón le enfocan siempre de abajo a arriba, comenzando por sus feas zapatillas de deporte yanquis. Se divierten cantando primero Las mañanitas (debe ser el cumpleaños de alguno), después una romántica pieza a dos voces con una guitarra que había por ahí, y finalmente encuentran una ouija debajo de la mesa. Entonces se produce un cisma tremebundo, cuando una de las chavalas entra en crisis ante la sola idea de jugar a la ouija. Desde este momento, las chicas no paran ya de gritar y sufrir en toda la película, y los chicos de sobreactuar como si les persiguiese Caracuero. Toda la película desde ahora, sin pausa, es una catarata de chillidos y caras de congestión permanente, que nos hace entender que está sucediendo algo de mucho miedo, ergo esta es una película de miedo. Al final solo una de las tías (interpretada por la propia directora, Alejandra Adame, una tía que está muy buena y se parece a Malena Gracia) quiere jugar a la ouija, y convence a uno de los tíos (un actor llamado... ¡PAOL STANLEY!) mencionándole la hombría. Los dos se ponen a jugar a la ouija, pues. En una escena terrorífica en blanco y negro y a cámara lenta, mientras el resto se parapetan con sus chelas al otro lado del barquito. A todo esto, por ahí pulula un todo el rato señor con poncho, gafas y sombrero oscuros, que se parece a Tom Petty, que les observa todo el tiempo. Se aparece lo mismo entre unos matorrales, que encima de un puente bajo el que navegan, o bien ridículamente postrado en una trainera que se les cruza lentamente sin que se den cuenta. Nos dan a entender que la ouija, en combinación con la influencia de Tom Petty, han hecho mella en Malena Gracia y el otro tipo, porque empiezan a hablar con la voz cavernosa y a decir barbaridades demoníacas. Para colmo, el remero de las zapatillas de deporte desaparece, con lo cual el caos ya es absoluto y el terror se apodera de todos de una forma salvaje y desnaturalizada. Es obvio que algo muy, muy, muy horrible va a suceder, ahora que la trainera navega a la deriva, a pesar de que vemos docenas de otras traineras turísticas alrededor, mirando a cámara. Tiene lugar ahora un flashback, que nos recuerda lo que ha pasado hace cinco minutos: la pelea salvaje entre llantos e hipidos para que no jugaran a la ouija. El recurso del flashback en blanco y negro a lo que acaba de ocurrir dos minutos antes, por si algún espectador se ha quedado traspuesto, es bastante genial y se repite varias veces. Una vez que la trainera encalla y los protagonistas se ven obligados a corretear por el bosque, asistimos a otros efectos de Windows Movie Maker bastante vistosos, como las repeticiones en loop de los gritos de las mozas o la cortinilla en espiral de cambio de escena. Todo tiene el aspecto de la grabación de una comunión, salvo por el detalle de que todos corretean mucho alocadamente por el bosque, y la cámara les graba desde detrás de un seto, en absolutamente todos los planos. Abandonados a su suerte en el terrorífico bosque al lado del abarrotado puerto turístico de Xochimilco en mitad de la nada, se suceden uno tras otro los asesinatos: Malena Gracia coge a una de las desprevenidas víctimas por detrás, y le mancha lentamente el cuello por la parte plana de un machete manchado de pintura roja, en primerísimo plano. Al instante, la muchacha yace en el suelo embadurnada en toneladas de pintura color sangre por todas parte, y cuando sus amigos la encuentran entra en pánico. Como en un episodio de Scooby-Doo, los chavales recorren una y otra vez el mismo arbolito y la misma roca una y otra vez, mientras corren aterrorizados gritando los nombres de unos y otros. El melenas del grupo, sin querer, de repente se ahorca (?), pero consiguen salvarle la vida. Poco después cae por un terraplén de unos 80 centímetros de alto con un desnivel del 3%, y a punto está de morir por haberse raspado ligeramente un codo, pero también le salvan, entre histéricos alaridos y chillidos desesperados. Malena Gracia y el otro menda pululan por el bosque con rictus satánico (él pone los ojos en blanco; a ella no le sale), muy estirados, moviéndose como C3PO, muestra inequívoca de estar poseídos por el Demonio. Y encima, de pronto entra en escena, por fin, Tom Petty con su poncho y sus gafas de sol, que les observa abiertamente, y esto ya es el desiderátum del terror, el gore y obviamente se desata un auténtico festín de efectos especiales artesanales, sangre y gritos de auténtica desesperación y terror primario con chicos muriendo y corriendo por todas partes alrededor del mismo claro del bosque todo el rato. Luego encuentran una casona abandonada, donde finalmente se desatarán los siete males y se abrirán las puertas del mismísimo Infierno, con Tom Petty y Malena Gracia aterrorizando y provocando taquicardias. La peli está bien, pero no me acuerdo de si la terminé de ver o cuántas horas me faltan. Una joya que bajé de Cine Mexicano del Galletas, un sitio maravilloso en el que todas las pelis son buenísimas.

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