A Russ Meyer le reivindica ya hasta mi madre. Cuando se piensa en cine guarrindongo protagonizado por mujeres de grandes pechos, a todo el mundo le viene a la cabeza Russ Meyer, "el de las tetas grandes". Solo algún espabilado se acuerda de Doris Wishman, de Tinto Brass o de Andy Sidaris, como alumnos aventajados del Russ' way of life. Pero nadie, nadie se fija en Elizabeth Starr, con lo que ha hecho esta mujer por mantener vivo el espíritu de Meyer. Claro que lo de Elizabeth Starr tiene delito. Hace ya varios años, me descargué a lo loco buena parte de su filmografía como directora, y desgraciadamente he tirado de esos DVDs más de una vez, como ayer mismo. Y si hubiera que adscribir las pelis de la Starr dentro de algún infragénero porno, no sería el de las mujeres con boobs grandotas, sino más bien el de mujeres maduras y decadentes con boobs absurdamente desproporcionadas haciendo rotundamente el gilipollas sin guión. Porque las películas de esta tía no ponen nada, y dan mucha pena. Yo las he mirado varias veces, sin dar al avance ni nada, como quien observa un documental de sobremesa de cachalotes en celo. Es muy extraño lo que sucede en sus películas. La medalla de honor se la lleva, sin duda, "The double-D avenger", una de las provectas colegas de Starr, habituales en sus películas: Kitten Natividad. Musa de Russ Meyer, que en los setenta fuese ultra-vixen por excelencia, en los dos mil es un enjuto remedo de Karina que nunca jamás se ha visto los pies, con las tetas como hinchadas y deshinchadas varias veces, una pequeña ancianita con un flotador de un patito bicéfalo gigante permanentemente colgando de la papada. Da mucha lástima. Y su amiga de tupper-sex, Elizabeth, le organizó una peli de vuelta al ruedo en la que hacía de superheroína, con un traje de espándex confeccionado en alguna casa de disfraces para osos de circo, donde no recuerdo siquiera si se desnudaba; me suena que sí, que tenía un numerito en una boite haciendo lo de la barra, que daba una pena que te cagas. Otra de las habituales en las películas de Starr es Summer Cummings, que en tiempos apuntó como una scream-queen noventera a reivindicar, pero de tanto implante y tanto botox da bastante grima. Por allí pululan siempre otras señoras rotundas vestidas de payaso como Tiffany Towers, Nosequé Mountains, Algo Cupcakes... Liza se reúne de sus ancianas amigas del té, trasnochadas, avejentadas y que tengan las ya de por sí inmensas tetas caídas y fláccidas, algunas hasta las rodillas. Son películas que deberían estudiarse en las escuelas de cirugía plástica. Qué va a ser de esas mujeres obsesionadas con la silicona cuando lleguen a la senectud. Otro detalle curioso de las películas de Starr Productions, es que pasan por ser porno femenino, o de "discriminación positiva", o como se llame eso, si es que lo hay. Abundan las escenas lésbicas, donde las freaks se dedican a darse tetazos o a aplastarse las tetazas en la cara rodando por el suelo, que dan un poco de pena, dan ganas de ir a separarlas mirando hacia otro lado, porque ya están mayores y se van a hacer daño. Y además lo hacen fatal, porque se nota que son muy colegas, que han ido por la mañana juntas a comprar el tinte al Caprabo y ahora ahí haciendo el indio les entra la risa. Por supuesto, al elenco de viejas, viejísimas glorias, se unen superestrellas del porno como Ron Jeremy o Tom Byron, que siempre hacen cameos idiotas. Me pone negro el cine de esta señora, esas monstruitas feas y ancianas con tres cabezas, con esas fachas haciendo esas tonterías, escudadas en el hecho de que estarán poniendo caliente a alguien, que lo suyo es porno digno y artie, en la onda de Russ. Incluso se atrevió Starr a hacer "Faster Pussycat Fuck! Fuck!" (2005), que también me la he visto porque es gratis y tengo mucha paciencia, y salen coches por el desierto, sí, y mujeres con tetas como sandías que hacen bailecitos, pero todo es lamentable, lamentable (hay un homenaje moderno al cine de Russ, que yo conozca, un poco, solo un poquito más digno, que se llamó "Pervert!" (también de 2005), que al menos se reía un poco de sí mismo). Dentro de lo malas que son todas estas películas que hace esta tía que me cae tan mal, "Porn stars from Mars!" es probablemente la más gilipollas de todas, porque además las focas monje están pintadas de verde fosforito y con antenas, y llevan una especie de puntas de obús en los pechos, que se los quitan en pleno éxtasis. Y los sobacos y los pliegues bajo las elefantiásicas tetas están sudorosos y desteñidos. Da cosita. Tengo pesadillas con estas películas. Tengo por ahí el DVD con ellas y vuelvo a veces a ellas, porque siento un impulso extraño, porque nadie habla de Elizabeth Starr cuando la pobre está erre que erre queriendo reavivar la llama de Meyer y nadie le hace caso; pero es ver cinco minutos de cualquier cosa de estas, y mira que tienen producción y las viste de colorido y de fanfarria, pero lo dicho: deprimente, el mundo de esta mujer.
miércoles, 30 de noviembre de 2011
Porn stars from Mars! (Elizabeth Starr, 2004)
A Russ Meyer le reivindica ya hasta mi madre. Cuando se piensa en cine guarrindongo protagonizado por mujeres de grandes pechos, a todo el mundo le viene a la cabeza Russ Meyer, "el de las tetas grandes". Solo algún espabilado se acuerda de Doris Wishman, de Tinto Brass o de Andy Sidaris, como alumnos aventajados del Russ' way of life. Pero nadie, nadie se fija en Elizabeth Starr, con lo que ha hecho esta mujer por mantener vivo el espíritu de Meyer. Claro que lo de Elizabeth Starr tiene delito. Hace ya varios años, me descargué a lo loco buena parte de su filmografía como directora, y desgraciadamente he tirado de esos DVDs más de una vez, como ayer mismo. Y si hubiera que adscribir las pelis de la Starr dentro de algún infragénero porno, no sería el de las mujeres con boobs grandotas, sino más bien el de mujeres maduras y decadentes con boobs absurdamente desproporcionadas haciendo rotundamente el gilipollas sin guión. Porque las películas de esta tía no ponen nada, y dan mucha pena. Yo las he mirado varias veces, sin dar al avance ni nada, como quien observa un documental de sobremesa de cachalotes en celo. Es muy extraño lo que sucede en sus películas. La medalla de honor se la lleva, sin duda, "The double-D avenger", una de las provectas colegas de Starr, habituales en sus películas: Kitten Natividad. Musa de Russ Meyer, que en los setenta fuese ultra-vixen por excelencia, en los dos mil es un enjuto remedo de Karina que nunca jamás se ha visto los pies, con las tetas como hinchadas y deshinchadas varias veces, una pequeña ancianita con un flotador de un patito bicéfalo gigante permanentemente colgando de la papada. Da mucha lástima. Y su amiga de tupper-sex, Elizabeth, le organizó una peli de vuelta al ruedo en la que hacía de superheroína, con un traje de espándex confeccionado en alguna casa de disfraces para osos de circo, donde no recuerdo siquiera si se desnudaba; me suena que sí, que tenía un numerito en una boite haciendo lo de la barra, que daba una pena que te cagas. Otra de las habituales en las películas de Starr es Summer Cummings, que en tiempos apuntó como una scream-queen noventera a reivindicar, pero de tanto implante y tanto botox da bastante grima. Por allí pululan siempre otras señoras rotundas vestidas de payaso como Tiffany Towers, Nosequé Mountains, Algo Cupcakes... Liza se reúne de sus ancianas amigas del té, trasnochadas, avejentadas y que tengan las ya de por sí inmensas tetas caídas y fláccidas, algunas hasta las rodillas. Son películas que deberían estudiarse en las escuelas de cirugía plástica. Qué va a ser de esas mujeres obsesionadas con la silicona cuando lleguen a la senectud. Otro detalle curioso de las películas de Starr Productions, es que pasan por ser porno femenino, o de "discriminación positiva", o como se llame eso, si es que lo hay. Abundan las escenas lésbicas, donde las freaks se dedican a darse tetazos o a aplastarse las tetazas en la cara rodando por el suelo, que dan un poco de pena, dan ganas de ir a separarlas mirando hacia otro lado, porque ya están mayores y se van a hacer daño. Y además lo hacen fatal, porque se nota que son muy colegas, que han ido por la mañana juntas a comprar el tinte al Caprabo y ahora ahí haciendo el indio les entra la risa. Por supuesto, al elenco de viejas, viejísimas glorias, se unen superestrellas del porno como Ron Jeremy o Tom Byron, que siempre hacen cameos idiotas. Me pone negro el cine de esta señora, esas monstruitas feas y ancianas con tres cabezas, con esas fachas haciendo esas tonterías, escudadas en el hecho de que estarán poniendo caliente a alguien, que lo suyo es porno digno y artie, en la onda de Russ. Incluso se atrevió Starr a hacer "Faster Pussycat Fuck! Fuck!" (2005), que también me la he visto porque es gratis y tengo mucha paciencia, y salen coches por el desierto, sí, y mujeres con tetas como sandías que hacen bailecitos, pero todo es lamentable, lamentable (hay un homenaje moderno al cine de Russ, que yo conozca, un poco, solo un poquito más digno, que se llamó "Pervert!" (también de 2005), que al menos se reía un poco de sí mismo). Dentro de lo malas que son todas estas películas que hace esta tía que me cae tan mal, "Porn stars from Mars!" es probablemente la más gilipollas de todas, porque además las focas monje están pintadas de verde fosforito y con antenas, y llevan una especie de puntas de obús en los pechos, que se los quitan en pleno éxtasis. Y los sobacos y los pliegues bajo las elefantiásicas tetas están sudorosos y desteñidos. Da cosita. Tengo pesadillas con estas películas. Tengo por ahí el DVD con ellas y vuelvo a veces a ellas, porque siento un impulso extraño, porque nadie habla de Elizabeth Starr cuando la pobre está erre que erre queriendo reavivar la llama de Meyer y nadie le hace caso; pero es ver cinco minutos de cualquier cosa de estas, y mira que tienen producción y las viste de colorido y de fanfarria, pero lo dicho: deprimente, el mundo de esta mujer.
Leisure Suit Larry: Magna cum laude (PS2, 2004)
Los videojuegos de Sierra forman una parte gorda de mi educación sentimental. Tenía por casa esta 8ª entrega de las aventuras picantes de Larry Lovage desde hace por lo menos dos años, y ¡no lo sabía! Me lo debí comprar o me lo regalaría alguien, y como siempre digo, no soy mucho de jueguecitos. De hecho he encontrado cuatro o cinco más a los que no he jugado nunca. La semana pasada le dediqué unas cuantas horas, y enseguida me lo acabé (aunque todavía me falta el 30% de cosas nuevas que hacer, como pasa con esto del sandbox). Como siempre, el juego es un cachondeo. La gracia, al menos para mí que lo de los botoncitos me la suda, está en ir yendo de una escena cinemática a la siguiente, y ver cómo Larry va desfaciendo entuertos y magreando a las mozas. En este juego sí que folla. Creo recordar que en las primeras entregas de Larry, aquellas de "píxeles como puños" del 386, nunca llegaba a hacerlo. Y si lo hacía, era pagando, y encima pillaba la sífilis. Aquí la cosa transcurre en un campus universitario. Vas entrando a un total de 12 pibas, si no recuerdo mal, que están todas muy buenas y son muy tontas. La cheerleader, la freak, la redneck, la geek, la nerd, la rebelde, la vikinga de intercambio, la profesora del laboratorio, y así. Se avanza a base de superar minijuegos verdaderamente estúpidos y molestos. Saltos en cama elástica, bailes idiotas o el juego del durito. Te vas emborrachando y meas o tomas café para que se te pase, porque influye en tu destreza a la hora de superar los juegos gilipollas. Como digo, los minijuegos, el desarrollo en sí, es un coñazo. Lo único que cuenta es que Larry supere un par de trámites para ver las escenas de película, los dibujitos animados picantes. Y las mozas se desnudan. Aquí se ve mucho, se cata pelo y todo. Pero si no fuese por el cachondeo, que a veces me partía de risa (estos de Sierra, qué salidos están y qué tonterías hacen, son como el SNL de los videojuegos), por las tramas y las chorraditas ocultas, esto se queda en un Sexvilla 3D con molestos minijuegos idiotas de por medio; es decir, en un coitus manubrius interruptus. Eso es lo que es. Pero se le tiene cariño ya, al cabezón y a los extras de toda la vida.
Carrie (Brian de Palma, 1976)
Me gusta mucho "Carrie", la he visto unas cuantas veces ya, y ayer la echaban y no pude evitar sentarme a mirarla, como una liturgia, sabedor de que era imposible que echasen nada mejor en cualquiera de los otros doscientos canales. Es una adaptación fantástica, que respeta todo lo increíblemente brillante y también todo lo turras, los tempos incomprensibles y lo estereotipado de los personajes, del original. Salen El Gran Héroe Americano, la Princesa Leia y Tony Manero (y Naranjito aunque sólo en un plano subliminal). El recurso de partir la pantalla en el clímax, con la pobre Carrie chorreando y a punto de vengarse del mundo entero, me pone los pelos de punta, no falla. A Carrie por un momento le salen rayos fluorescentes por los ojos, que atraviesan la pantalla y me dan. Siempre hay un punto en la película que pataleo y grito en voz alta "¡Carrie, no vayas al baile! ¡Carrie, no vayas!". Las escenas de la sesión de gimnasia, o en los vestuarios, remiten a "Porky's" y esas cosas, me ponen un poco, desde niño; y más con la música de Pino Donaggio, extraña, intercambiable por escenas de un giallo pero también por la peor de Joe D'Amato. Adoro esta película, está en mi top 3 del repertorio de Stephen King, junto con "La ventana secreta" y "El resplandor".
Me parece que nos atacan (José Miguel Marcén, 1979)
Se me había pasado hacer acuse de esta novelita, que me compré un día que estaba jugando al billar en el O'Flaherty con un colega, salí a respirar aire por un tubo a la calle, y enfrente, en pleno Huertas, había una librería en la que nunca reparo porque es de esas que solo tienen tablebooks y libros de cocina para guiris. Resulta que en un rincón tenían un montón de novelas ochenteras, de La Cinta de Moebius y similares, que no sé de dónde las habrían sacado. Luego las he visto también por los cafés literarios de Lavapiés, han debido encontrar un piso franco cerrado desde hacía veinte años.
Es este un libro curioso, firmado por el tal Marcén y también por Onliyú, que no sé si es que qué. Y viene ilustrado, cada tres o cuatro páginas, con un garabato raro del mismísimo Mariscal. Una cosa un poco pop y muy de la Movida Dichosa. En realidad son tres novelas cortas las que hay aquí, la primera y la tercera protagonizadas por un detective en horas bajas que se llama Duncan McDuncan. La novelita del medio es una tontería breve sobre algo que pasa en alta mar, que no me enteré bien. En cuanto a lo de Duncan McDuncan, al final de la primera novela, muere; así que en el tercer relato sucede algo extraño y sobrenatural, que tampoco me hizo mucha gracia. La chicha está en la primera de las tres partes, que es bastante maja.
Es una novela negra ligera, de cachonderito, que se lee de corrido, ambientada en el Borne, protagonizada por un tirao. En esto me recordó un poco a "la del croisán". McDuncan se ve obligado a rastrear a un comando terrorista ochentero que son una desgracia, terroristas de chicha y nabo misteriosos pero bastante desgraciados (en esto me recordó a "Los millones"; y el tono y ciertas expresiones chulescas que utiliza el autor, también me producían la sensación de estar leyendo un "Los millones" apócrifo y ochentero de verdad). Los terroristas no son sino unos locos escapados del manicomio, que planean montar el caos por todo el mundo a base de gamberradas como robar todos los plátanos del mundo, pintar la Torre Eiffel de rosa y cosas así disparatadas. Al pobre McDuncan, tó pedo, le toca instalarse en el piso vecino del piso franco de los terroristas, espiar sus planes y abatirlos. Es bastante simpática.
martes, 29 de noviembre de 2011
Viernes Peronistas nº 1
Acaba de ponerse a la venta en todo el Universo el nº 2 de Viernes Peronistas, el fanzine más bonito del momento. Tiene 175 páginas, y ya he estado un rato olisqueándolo y mirando los dibujos tricolores, que parecen hechos con helados de Frigo. Pero no quería empezar a leerlo hasta que retomara y diera por acabado, como he hecho esta noche, el número 1.
La lectura del primer número al que ahora hago referencia la abandoné después de unos cuantos olisqueos y de mirarme los dibujos, principalmente porque soy un ignorante, y el único personaje del peronismo que me suena es Madonna. Viernes Peronistas es el órgano oficial de difusión de los Jueves Peronistas, que no es sino el encuentro semanal en petite comité de Mongo Aurelio I, Mongo Aurelio II y Mongo Aurelio III. Todas las semanas, desde hace mucho tiempo, estos tres misteriosos señores se reúnen en algún boliche y se dedican a charlar e intercambiar impresiones y memorabilia acerca de lo que ellos mismos han dado en llamar Peronismo Pop; y por fin hace unos meses decidieron transformar esos encuentros privados en objetos legibles en cuatricomía viva. Apasionados de las guerrillas exóticas, de la política bizarra y de los mil y un personajes que surcaron atropelladamente los casi 70 años de historia del peronismo, este fanzine se dedica a glosar fichas, anécdotas, visitas a lugares curiosos, verdades a medias y un montón de cosas que parecen mentira de asombrosas que resultan. Un artefacto hermoso, contundente, gordo, repleto de letras y dibujos de autores afines al TMEO (Ata, Mauro, Nono Kadáver, Darío Adanti), que se devora aunque, como es mi caso, no se tenga ni la más puñetera idea de qué se está leyendo. Si la política española me resulta algo incomprensible e inalcanzable, la idiosincrasia platense que glosa VP directamente me parece un compendio de sabiduría Skrull. Sólo desde este punto de vista, del curioso pero ignorante, estoy disfrutando enteramente de todos estos asuntos, sumergiéndome por fin un poco más allá de los dibujitos y el impecable diseño.
No sé si es un secreto, pero yo sé quiénes son Mongo Aurelio I, II y III. Es más, tuve ocasión de pasar unas cuantas horas hace poco en casa de Mongo Aurelio II con unas cervezas, y escucharle hablar sobre terrorismo de baja intensidad, épica montonera, maquis sexys y todos esos asuntos de la política pop que tanto le fascinan, es una delicia. En cuanto le hinque el diente a VP 2 me temo que voy a caer rendido en las redes del Peronismo Pop de forma ya irremediable. Porque se siento ante este, insisto, hermosísimo proyecto, como si tuviese acceso al acta de las reuniones clandestinas de un club de inquietos fabulosos, de los que ya no quedan, y servido en un envoltorio, ¿lo he dicho ya?, más bonito que el Iguazú.
Deuca Tuco #17
Éste es un decano fanzine dedicado a algo así como el mod, el bugui y las moticos, presentado por el Escúter Club Segovia. Como ya no compro discos físicos, casi siempre que paso por UpBeat me pillo algún libro (tengo unas lecturas yeyés pendientes muy majas, ahora que me acuerdo) o fanzinillo que haya allí, fanzines de verdad que distribuyen, del tipo "Boletín del club de fans de Elsie Byron", "Rude Boy Modzine" o "Asociación de Amigos del ska de Cabezón de la Sal". Y a veces se lleva uno sorpresas. Por ejemplo, este nº 17 de Deuca Tuco (los números 1 al 13 se pueden descargar en .pdf aquí, y algunos ejemplares posteriores en entradas recientes del blog), que solo costaba 50 céntimos (3,50 con un CD single de regalo), incluye una entrevista de 11 apretadas páginas con Ramón "Galactus" "Pizarro", donde habla de pizarras, de Robert Crumb, del Butano Popular, de la músicas modernas ("La música electrónica, que nos vendían como algo del futuro, se ha quedado como una cosa para idiotas prácticamente.") y por supuesto de los orígenes de Mondo Brutto, de cuyo próximo número, de paso, adelanta algunos contenidos.
Por lo demás, el fanzine es bastante simpático, con unos pocos artículos y reseñas de música, "Pueblos de Segovia con apellidos", "Historia de la calle Carretas de Segovia", cositas de mods, del bayle, algo de creación literaria, humor, pasatiempos, motor... Una cosa simpática, demasiado autorreferencial (o es que yo soy un jodido paleto de Madrid y ciertas cosas normales se me escapan, que es muy probable) pero muy maja. Qué envidia, tener un fanzine, contar cosas, llevarlo a los bares y de paso echar unos botijos, qué bonito es Segovia, coño, yo me quiero ir de esta ciudad plagada de bobos...
Despídete del mañana (Horace McCoy, 1948)
Todavía no he recogido del suelo la mandíbula desde que cerré "¿Acaso no matan a los caballos?", y tenía muchas ganas de más McCoy. "Kiss tomorrow goodbye" es un clásico de la novela negra, un novelón protagonizado por gángsters escrita en tiempos de gángsters. Ralph Cotter escapa de la cárcel y resetea su vida en el hampa desde los cimientos, tratando de labrarse una reputación como asesino, atracador e hijo de la gran puta. Machista, fullero y casi tan tramposo y sinvergüenza como el propio comisario de policía, Cotter pulula por la sucia ciudad, de abogado en abogado y de chanchullo en chanchullo, soñando con hacer olvidar al mundo la reputación de John Dillinger. Y de paso, sin quererlo, se mete de bruces en la vida de la hija del ex-alcalde, una pija new-agera, contestataria y aburguesada a la que tendrá que lidiar con más mano izquierda que con la pasma. Una vez más, los diálagos, las situaciones y el estilo directo, incómodo, cínico, salvaje, sin concesiones ni pelos en la lengua de Horace McCoy me pilla desprevenido. Es absolutamente increíble lo mal que vamos, si durante la Gran Depresión norteamericana se podían publicar y se publicaban libros con semejantes cojonazos y mala baba, y ahora ya no.
Welcome to Eltingville (2002)
Welcome to Eltingville fue una serie encargada por [adult swim] al dibujante de tebeos indie Evan Dorkin, de la cual sólo se llegó a estrenar un episodio, el piloto, tanto en EEUU como en el resto de franquicias de Cartoon Network. Lo estuve viendo buscando referencias a una chorradita que estoy pergeñando estos días, y resultó bastante gracioso. A pesar de ser de 2002, tiene un regusto a cartón clásico de los primeros noventa muy simpático, pese al estilo de Dorkin bien marcado. La cosa va sobre cuatro solemnes friquis que juegan al rol, pasan las noches solos con su mano derecha y se pelean por muñecos de Boba Fett en las tiendas de tebeos. A pesar de lo manido y estúpido del asunto, de que no pegue demasiado en Adult Swim y sobre todo de la larguísima y carente de ritmo escena final del Trivial Frikazosuit, algo tiene esto (me ha recordado a esos libros y pelis de clubes de detectives adolescentes en los suburbios residenciales de la América Profunda) que me ha entretenido. Que se quedase en un piloto de culto está bien, de todas maneras.
lunes, 21 de noviembre de 2011
2000 Maníacos #42: Especial exótico
Cayó en mis manos el último número del fanzine más longevo de Europa, con el número 42 en su portada. Aunque desgraciadamente ya sólo sale un ejemplar al año, coincidiendo con la Semana de Cine Fantástico y de Terror de San Sebastián (evento que lo patrocina y financia), la calidad de sus colaboradores, el diseño final (me vuelve loco esa combinación de tipos de letra, cajas de texto, carátulas, fotogramas, pin-ups, famosos sujetando un fanzine, onomatopeyas y narizones de Bruguera pequeñitos y violentos, que caracteriza la última etapa del Maníacos) y la elección de temas sigue convirtiendo cada nueva entrega en un objeto de deseo. Y a pesar de estos tiempos que corren, en los que parece que uno puede encontrar en internet más información de la que necesita, la prosa de los mañacos y la finísima selección de material glosado, es una delicia. 2000 Maníacos > Internet.
Este "Especial Exótico" concretamente me ha dejado con la boca abierta. Saciado y con las costuras dadas de sí. Se han unido un par de firmas que no me suenan de nada (en el apartado de reseñas breves, que esta vez han titulado "De la gloria al bochorno) y que me han dejado un poco frío (hay un menda que hace crítica de un par de películas nigerianas inencontrables, y no tiene ningún problema en afirmar que sólo ha visto el trailer en Youtube... ¿?¿), y también se ha unido el grandísimo absence. Todo un Señor Ausente. Colaboran también Darío Lavia, del mítico y longevo webzine argentino Cinefania, y los habituales Temboury, Zinéfilo, Palacios, Calleja, Charly, Ordel, Pedro "Abuelito" Porcel, Romo o Gisbert. Y todo gira en torno a películas abisales rodadas en la asfixiante jungla. Desde mondos putrefactos de Deodato (del que se incluye una entrevista en profundidad), caníbales, tarzanexploitation, slavexploitation y black power zumbón, el horror sexy centrado en el Caribe de Joe D'Amato (nunca falta D'Amato), increíbles exploits europeos de antropofagia selvática rodados en Ibiza, un repaso de El Abuelito a los tebeos, seriales y cine de amazonas clasificadas "S", héroes de acción pakis, otomanas o de la Cochinchina, Nollywood, bestialidades cumbayá, vírgenes filipinas sangrientas, y toda una ruta exótica de películas alucinantes (o probablemente no), de las cuales ya me he apuntado un buen puñado.
El mejor artículo, el que me ha vuelto loco, es el último, y lo firma el maestro Jesús Palacios: en "Alrededor del mondo", Palacios recomienda la lectura de un puñado de libros (mayormente descatalogados, eso sí) sobre caníbales, negros raros, magia potagia y aventureros esclavistas contados en primera persona, por escritores malditos como William Seabrook, Mihai Tican Rumano, Attilio Gatti, Daniel P. Mannix o el mismísimo Enrique Sánchez Pascual, de quien descubro que además de Law Space, Alex Simmons o Alan Comet, también utilizó el seudónimo de Karl Von Vereiter para firmar un puñado de novelas de kiosko sobre porno-nazismo kitsch. Este artículo es el más largo y que más me hizo salivar. El resto son todos de dos o cuatro páginas, y entre tanto personajillo de Vázquez, tanto bocata de texto y tantísima imagen deliciosa, se lee enseguida. Una pasada. Ah, salgo en la sección de Cartas a Pitusa, y es que no lo hice aposta. Pues qué ilusión.
lunes, 14 de noviembre de 2011
Ghost n' goblins (Capcom, 1985)
Con el Mame32 también me he enganchado estos días un rato al clásico Ghost n' goblins, uno de los artículos de la cultura popular favoritos de todo treintañero. Un guerrero con armadura buscando a su damsel in mistress, que cuando le zurran se queda en gayumbos, qué grande. Y lucha contra zombies, vampiros, trolls, espectros voladores y bichos entrañables que vuelan, saltan y dan empellones de una plataforma a otra, a través de montañas, castillos, mazmorras y cementerios. Estuve esta mañana jugando un rato, y este sí que me parece más fácil que el Commando, y estoy avanzando poco a poco, sobre todo porque se puede continuar la partida en el punto en que te matan, indefinidamente. En fin, qué cosas, 2011, 33 años y enganchado al mame y al Mame.
Los Pitufos (Raja Gosnell, 2011)
Ultimamente solo veo películas malas o malísimas, sin excepción, me lo pide el cuerpo. Ya salió esto en DVDRip, lo bajé y estuve viendo bastante rato. Me quedé dormido, pero vi lo suficiente como para reconocer que es una versión más que digna. Obviamente, en Hollywood no se atrevieron a hacer una película entera de animación, y tiraron de rostros conocidos con mucho tirón de la tele (Neil Patrick Harris o Sofía Vergara), y al grandísimo Hank Azaria haciendo de Gargamel. La historia es una chorrada, había que montar alguna excusa para llevar a unos pocos pitufos conocidos a Manhattan para que interactuaran con las personas de mierda, y abandonar al resto de suspiritos azules, porque andar renderizando a cientos de ellos a la vez debía de ser costoso e infernal. El espíritu de Peyo yo creo que está intacto. Los pitufos están encantadores, menos la Pitufina, que da un poco de grima porque tiene una cara demasiado real, para parecerse a Katy Perry que es quien le da voz. El pitufo Tontín está muy gracioso, y el Filósofo no mola nada, como tenía que ser. Y en fin, no la vi entera, pero las escenas en la aldea pitufa son muy pitufas, hay que ver cómo ha avanzado el cine con el CGI. Yo creo que a los niños les tuvo que gustar mucho, sobre todo a esos niños cuyos padres tengan la casa llena de pitufos de caucho, al resto puede que les den un poco de miedo y no entiendan nada.
El chico de tu vida (Robert Luketic, 2011)
Como me cruce por la calle con alguno de los responsables de este engendro, le cruzo la cara y le robo la cartera. Estoy por dejar de salir los sábados para siempre, porque siempre, siempre, pico: la sobremesa del domingo me la paso chuchurrido, tirado en el sofá con una resaca formidable y la mano se me va sola al mando a distancia para ver si me amodorro; pero la siesta me elude, que ya lo sé yo, que culmino una de cada diez. En La 1 y en Telemadrid todos los domingos ponen, alternativamente, una película familiar infumable o una comediarromántica que la distribuidora encasquetaba con el lote del Peliculón Nosdediós y que a punto estuvo de hacerles quebrar en taquilla. Lo de ésta en concreto es infumable. Desesperante. Me puso de muy mala hostia, me llevaba las manos a la cabeza y me daba hostias en el regazo como cuando estás viendo un derby y le meten un gol a tu equipo. Mano de hijos de puta, qué películas hace la peña, con la de hambre que hay en el mundo. Menudo golazo me metieron, que como tengo las sobremesas de domingo sincronizadas con el curro no me duermo y me la tragué entera, enterita, sin bicarbonato. Cabrones. Dios, cómo les odio. ¡Cabroneeees!
American Horror Story (TV Series, FX, 2011)
Hago acuse de visionado de esta serie, cuando en realidad me está costando horrores pasar del tercer episodio. El influjo de Walpurgis ha quedado atrás, y la petulancia de los personajes se me está atragantando. Pero está bonito esto. No me gusta tanto como gustará a las adolescentes emo de Wisconsin, que más de una estará siguiendo las desventuras de la familia Harmon con una cuchilla de afeitar en cada mano, pero AHS es tan estridente y desorbitada, es tal el carrusel de sustitos, batacazos, monstruos, fantasmas y referencias al terror clásico a ritmo de trailer, que se disfruta. Si uno quiere se descojona, como es mi caso, o si no se pasa miedo, que digo yo que alguien estará pasando miedo, y que para eso habrá sido hecha. No me cabe ninguna duda de que si no la despachan pronto, va a acabar convirtiéndose en una parodia inconsciente y tremebunda; porque esto tiene más pinta de tirar por la vía de la jodida True blood que por la de Buffy. Pero la fabulosa ambientación, junto con lo grotesco y lo granguiñolesco que es todo, el pastiche de personajes que habitan en la mente colectiva y que se pasean por la tétrica Coñolabernarda Manson, lo buena que está la chacha, lo imbécil que es la madre, los saltos en el tiempo para narrar la historia de la Mansión Coñolabernarda... De momento me van a tener aquí insistiendo, a ver si me pongo al día.
Commando (Capcom, 1985)
Yo tuve un profesor que nos daba de hostias con la regla, un Quimicefa, tengo recuerdos de la primera emisión del jodido Verano Azul, del España-Malta y eso. Qué se le va a hacer, nací a finales de los setenta. También fui de los primeros de mi barrio que tuvieron un Spectrum. Allá por 1986, calculo. He jugado a todos, todos los juegos de Spectrum, los mismos que tú y que cualquiera. El ruidito de las cintas, jaja, ¿te acuerdas? Qué coñazo. Luego tuve un 386, y también jugaba a todo, tenía la habitación abarrotada de diskettes, de 3,5". y de 5,25". Conservo muchos, no he tirado las cajas, ¿por qué? Yo qué sé. Pronto perdí el interés en los videojuegos, no es lo mío, me aburro un poco. Sólo cada ciertos meses me apetece jugar a alguno de los de siempre. Mi Spectrum me lo tiró mi madre una vez, pero el Commando lo tenía en cassette original. Estos días me he instalado el Mame32, que lo perdí en el último cambio de PC y no lo echaba de menos hasta hoy. Aparte de algún cuelgue con la PS2 de Pascuas a Ramos, en el ordenador siempre juego a lo mismo: Rampage, Sim City, Scorched Earth, Carmageddon, Sensible Soccer... Pero desde finales de los ochenta, desde que desapareció mi Spectrum, no había vuelto a jugar al Commando. De hecho, jugaba a la versión de 8 bits, y el que trae el Mame éste es de 256 colores, y veinte años después estoy recordando todos los rincones de la selva, los olores, los puentes, la orgía de bombas y balas perdidas. Y como no juego nunca, se me da fatal, no avanzo practicamente nada. Además, sucede que mi hermano mayor era un poco déspota, y siempre jugábamos a esto a pachas, al loro: él movía hacia los lados y disparaba, y a mí sólo me dejaba darle hacia arriba (dejando pulsado el botón todo el rato) y tirar bombas exclusivamente cuando él me decía. Alguna vez intentaría jugar solo, me suena, o intercambiaríamos teclas, pero sólo funcionábamos en tándem cuando él llevaba el liderazgo. Anda que no nos lo pasábamos bien. Pues en esas estoy, a ver si paso de la primera fortificación. Esto mola, porque no ocupa casi nada y me bajé de Taringa el programa ya cargado de Roms. Los lunes son mis domingos, llueve, he desquedado con un amigo y a lo mejor cuando amanezca ya he conseguido superar el portón de los cojones. O habré hecho un poke de invulnerabilidad.
viernes, 4 de noviembre de 2011
Pocko12: El Cártel
En una tienda de viejo el otro día, comprando otra cosa, me encontré con este tomito tan mono editado en Francia, que contiene un buen número de los números editados hasta la fecha de El Cártel, el fanzine de arte que no se vende sino que se expone en la calle, junto a la publicidad de los peores conciertos imaginables. Además de los carteles y algunas de sus ilustraciones agrandadas (el formato es bolsilibresco, de leer los bocadillos con lupa), incluye un montón de fotografías de pegadas en la calle, bocetos y escenas de arte urbano. Quiso la casualidad que el día anterior a que me comprase esto acompañé a una amiga periodista a entrevistar a dos de sus ilustres responsables, a "cazar" algunos de los Cartel que más duran en las calles del Centro, y encima nos regalaron un puñado de incunables.
El horror de Dunwich (H.P. Lovecraft, 1928)
Estoy un poco obsesionado con la obra de Lovecraft estos días. Hace ya unas cuantas semanas, durante mi retiro espiritual en la playa, me encontré calzando una mesa esta edición breve pero completa de “El horror de Dunwich”, que no es precisamente un grimorio sino uno de esos cuadernillos Bruño para semi-analfabetos de Alianza 100, que se devoran en un ratín (también lo intenté con uno de Alejo Carpentier que estaba al lado, pero me aburrí un montón), y funcionó como el dichoso Necronomicón en mi cabeza: estoy sumergido de lleno en la búsqueda de respuestas entre las letras de H.P. Soñando con Primigenios, Dioses Arquetípicos, llaves y puertas de plata, bichas gigantescas con tentáculos por bigote, pueblos bajo maleficios, poderosos extraterrestres anteriores a la vida en la Tierra. Ya había leído unas cuantas cosas antes, claro, pero hacía por lo menos 10 años que no me picaba otra vez el gusanillo primordial. “El horror de Dunwich” es húmedo, desagradable e incómodo, como que te salgo moho de las orejas. No hay diálogos, no hay metáforas. Va a toda hostia. Y asistimos al Despertar de los que mantendrán la Batalla Cósmica, por culpa del joven de esa Providence de fantasía, de esa Nueva Inglaterra Profunda acojonante, que se obsesionó igualmente por lecturas prohibidas y ancestrales, por bibliotecas ocultas y conjuros que nunca debieron haber sido pronunciados. Me dispongo, poco a poco, a empaparme de hachepismo. Que Shub-Niggurath nos coja confesados.
Jóvenes hombres lobo (Michael Chabon, 2006)
Éste me lo acabé también hace unas cuantas semanas, así que no lo tengo muy fresco. Pero me dejó boquiabierto, como las otras cosas que leí antes de Chabon: “Las aventuras de Kavalier y Clay” y “El sindicato de policía Yiddish”, dos epopeyas grandísimas. Chabon es un tesoro norteamericano, sin duda, un orfebre del convertir hechos cotidianos en letras. En este compedio de cuentos costumbristas todo gira en torno a personajes patéticos, perdedores marcados por el divorcio, la adopción y el abandono. El primer cuento es el que mejor recuerdo, el que da nombre al título, y que se centra en dos niños gamberros con una pistola de por medio. Me puso los pelos de punta. Cómo Chabon se sumerge en la mente del niño de familia desestructurada, y todo le importa un carajo. La prosa de Chabon me abruma, es asombroso, titanes como Carver o Chandler se quedan casi pequeños ante su disección de la sociedad contemporánea, sus trampas y sus batallas perdidas. Los otros cuentos también tratan sobre tipos desesperados, abocados al borde del delito por culpa del abandono. Un comerciante que se ve impulsado a visitar a su ex-suegra con alzheimer y robarla; un despistado que se convierte en padre y mentor por un día de un pobre negrito huérfano sin zapatillas de su talla, y le acompaña a su partido de béisbol; un entrenador de béisbol en horas bajas que reniega de su estirpe; un divorciado que lleva a su hija compartida a visitar a su ex y se da de bruces con su nueva y flamante realidad, se le vienen encima los recuerdos sucios de acoso adolescente y encima su niña se pierde en mitad de la fiesta; una pareja mal avenida que busca casa y se topan con un visitador de la inmobiliaria cleptómano y que no quiere vender su propia casa... Sexo, béisbol, desavenencias, pensamientos tórridos, huérfanos, niños malos, hombres lobo, hijos de puta surtidos, desastres inminentes, desfilan acunados por las palabras perfectas, las metáforas hilarantes y brillantes de este tipo, que te deja sin aire y sin ganas de escribir ni cheques.
Attack the block (Joe Cornish, 2011)
El guión de “Attack the block” hace un poco aguas: una miríada de bestezuelas extraterrestres sedientas de sangre, del tipo “lobo de guerra” o “cazador en la oscuridad”, de piel oscura como un teléfono, han invadido la Tierra, concretamente un arrabal londinense. Cientos de ellos se precipitan contra la fachada de El Bloque de edificios donde conviven un puñado de rateros negratas, un camello y una joven doctora, y rechina un poco que nadie más se entere; que las explosiones, las carreras, lo chillidos de las bestias negras no despierten a nadie más en el vecindario, que no haya extras ni apenas aparezca la policía hasta que todo está resuelto. En este sentido es un poco inverosímil, la invasión alienígena. Pero por lo demás, esto me ha entusiasmado, es un jolgorio que rezuma pasión ochentera y abraza el género de la sci-fi como pocas veces se ve en pantalla. Sin ambición, sin tonterías, Nick Frost está magnífico como siempre y la tropa de goonies barriobajeros que hacen frente a la Invasión molan muchísimo. Divertidísima como un viaje en el Siete Picos de pie. Genial.
Drive (Nicolas Winding Refn, 2011)
Esta es una historia ballardiana sobre un joven impertérrito que conduce, que sólo le importa eso. De día trabaja como doble de acción, haciendo piruetas para el cine al volante, y de noche se presta a cualquier trabajo bien pagado que conlleve conducir a toda hostia, sacar de un banco a unos atracadores y dejar a la policía con dos palmos de narices. Ryan Gosling mola como guaperas inadaptado que se enamora de la novia de un delincuente habitual, y cuando éste sale de la cárcel, pese al despecho, se involucra en el crimen para salvar al novio de su chica. Larguísimos paseos nocturnos de Gosling al volante, que remiten a “Taxi driver”, y la evolución de su relación con la chica, mientras se va sumergiendo en los tejemanejes del hampa (incólume, como si no estuviera pasando nada a su alrededor) van meciéndote como espectador y todo resulta atractivo e interesante, hasta que de pronto el joven Gosling rarete explota y la lía, vaya si la lía, y te quedas en el sitio un rato acojonado mirando por encima de la espalda, a ver qué coño ha pasado aquí. Porque todo se vuelve retorcido y siniestro, que esto triunfó en Sitges. Y además sale Christina Hendricks con sus dos globos sonda y con unos pantaloncitos que quitan el hipo. Me gustó mucho, sin que me volara la cabeza, que tampoco. Pero bien.
Erewhon (Samuel Butler, 1872)
De pequeñito, estudiando lo poquísimo que enseñan los Maristas sobre ciencia-ficción y literatura de vanguardia, hubo un par de nombres que me marcaron, que se me grabaron como primeras muestras del utopismo y la distopía: “Utopía” de Tomás Moro, claro, y esta obra de Samuel Butler, “Erewhon”, que no significa otra cosa sino “nowhere” al revés, aproximadamente. Inspirado, digo yo, en las grandes novelas de viajes victorianas de Verne y compañía, aquí asistimos al viaje imposible de un adinerado aventurero, acompañado por un sherpa, a través de un paraje desconocido (en la novela no se nos sitúa geográficamente, aunque se deja caer que no estamos lejos de Europa), a través de escarpadas montañas, que le ocupa unas cuantas semanas. Al cabo de ese tiempo, los sherpas, la esperanza y el sustento han avandonado al también innominado protagonista, y por su cuenta y riesgo se adentra en una zona que no aparece en los mapas, donde descubrirá a una tribu ignota que habita al margen del Progreso. A partir de este momento, la novela se convierte en una (lenta, exhaustiva y un poco aburrida, al menos para mí) relación del estilo de vida de Erewhon, sus gentes, su política, sus costumbres, su jerarquía. Un lugar donde las máquinas y el paso del tiempo están prohibidos, donde no existen relojes ni apenas herramientas. Donde ponerse enfermo es un crimen castigado con la muerte, donde no hay creencias sino aplicaciones prácticas. Una utopia decimonónica antimaquinista, un canto a la esperanza trepidante al principio pero que como digo se me fue haciendo asfixiante y aburrido como un almanaque de fiestas y tradiciones de Huesca.
Glenn Gould: Más allá del tiempo (Bruno Monsaingeon, 2005)
Éste es un documental en dos partes que han echado unas cuantas veces en La 2, y que por fin conseguí ver entero, dos veces de hecho, durante mis breves vacaciones (anda que no dieron de sí). Bruno Monsaingeon estructura la pieza alrededor de un contado número de fans acérrimos del intérprete loco de las manos mágicas: un profesor de música ruso, una anciana británica locamente enamorada del pianista al que escucha desde niña, un japonés tarado... Y a partir de sus declaraciones irracionalmente desorbitadas hacia el genio del tipo, y del material de la larga entrevista grabada que hizo el propio director con Gould en vida, va fabricando una montañita de imágenes de archivo, breves actuaciones y entrevistas variadas que dan una imagen bastante completa de la obra, las obsesiones, la idiosincrasia y la biografía del torontiano. Lo más interesante, por supuesto, es ver a Glenn Gould a los mandos del piano. Con la cabeza ladeada, su juego de cejas, canturreando como un chiflado mientras aporrea el piano con una dulzura y una maestría irrepetibles. Glenn Gould paseando por el bosque enarbolando un dedo como si fuese una batuta, canturreando, siendo uno con la naturaleza al borde de la catarata, y siempre canturreando, como si llevase dentro de la cabeza un incesante iPod. Glenn Gould hablando de Bach o de Schoemberg como si fuesen sendos dioses arcanos, o burlándose e Stravinski. Glenn Gould despreciando la música en directo, meándose en el público. Una maravilla.
ScifiWorld #42
Compro muy pocas revistas, pa qué, pero me hice con el número de noviembre de Scifiworld, porque fue como una señal, con ese Catulín mirándome desde el anaquel en pleno auge de mi revisión incompletísima y desordenada (y seguramente frustrada a las primeras de cambio) de la obra de Lovecraft. Y es muy recomendable, imprescindible para el aficionado medio, un número de coleccionista estupendo y lleno de dibujos y columnas de colorín. Y aunque muchos de los colaboradores (sólo me suena Ángel Sala) necesitan ávidamente un corrector, ortográfico y de estilo, la cantidad de información y los largos artículos dedicados al de Providence me han satisfecho completamente: su vida, su obra, su inspiración y su influencia en cine y cómic (cientos de cómics lovecraftianos; no conocía yo ni dos), además de las secciones habituales, rodajes, recomendaciones y todo eso que define a una revista. Me ha entrado el gusanillo de volver a comprar revistas, ésta por ejemplo. Qué bonito era seguir una revista, ir al kiosko y no quedarse mirando durante largos minutos sin llevarme nada (de Pascuas a Ramos un El Jueves, un Caza y Pesca que regala un libro gordo de técnicas de pesca por tres pavos o tres o cuatro Fotogramas pócket al año).
Borderline Cult (Ulli Lommel, 2007)
No tengo criterio. A veces haciendo zapping me detengo en Telecinco y todo, sabiendo que nadie puede verme. Y a veces me descargo, con la máquina-de-descargar, estupideces monumentales, simplemente porque tengo el cuerpo para una de miedo. En este caso me topé por una enervante idiotez amateur, sobre un remedo de la banda de Manson que actúa en la frontera mexicana, secuestrando prostitutas y degollándolas. Son un tío feo y gordaco que creo que es el escritor y director de la chorrada, que ayudado por un flaco extraño y un pibón malvado engatusan a las putas y se las llevan al gordaco, que primero las encierra en un palomar para luego encadenarlas y cortarles en trozos. Al menda le debía apetecer juguetear con cuchillos y sangre falsa, porque le impactaría de pequeño “La matanza de Texas”. Pero se le olvidó el argumento. Se limita a la sinrazón de un locatis que corta tías buenas, y encima vestidas. Una tontería que ni asusta ni es desagradable ni es nada de nada, de nada.
Dramáticas Aventuras Trimestrales Ilustradas nº 1 y 2
Dramáticas Aventuras Trimestrales Ilustradas es un fanzine de pequeño formato, a imagen de las viejos artefactos pulp de kiosko ("formato Novaro", podríamos decir) que venía sobrevolando sobre las cabezas de Scari Wó, unos cuantos colegas y yo mismo desde hace ahora más o menos dos años. En realidad todo tomó forma cuando se gestaba un proyecto diferente, un fanzine barcelonés de literatura pulp que no llegó a ver la luz, en el que se nos propuso colaborar, y para hacer algo diferente del relato hard-boiled que le vino a la cabeza enseguida a todos los colaboradores, se nos ocurrió hacer una fotonovela de 12 páginas. Quedamos unas pocas veces para hacer un script muy disparatado, en el que aparecía un luchador mexicano enmascarado como protagonista, El Ligre, sumergido en una aventura que le llevaría de Madrid al Vaticano, y donde sería acosado por nazis, robots gigantes (y de estatura mediana), mad doctors y otros enmascarados chingones. El principal referente de la fotonovela, que Scari supo mimetizar de manera más que profesional, fueron las revistas de El Santo.
Como decía, aquel proyecto pulp con epicentro en Barcelona nunca llegó a salir (en el cajón se quedaron unos cuantos cuentos), así que no tardamos mucho en decidirnos a publicarlo por nuestra cuenta. Y D.A.T.I. es el resultado. Un fanzine pequeño, barato y que huele a fandom que apesta, donde se dan cita portadas inspiradas por clásicos de la editorial Marvel, tiras cómicas ("Cuartel general para tres"), tebeos, relatos, entrevistas ficticias, cartas robadas a Hitler, fichas de personajes, anuncios de tinte para el pelo y tonterías surtidas. La idea es que poco a poco el invento vaya tomando forma, y que cada una de las páginas de los primeros números, que al principio pueden parecer un relleno sin pies ni cabeza, vayan cobrando sentido. En este aspecto, me gusta pensar en lo que hicieron Albert Monteys y el resto de La Penya a comienzos de los noventa con el fanzine Mondo Lirondo, donde un puñado de personajes que protagonizaban sus propias tiras y páginas autoconclusivas "Joso-style", acabarían moldeando una aventura deliciosa. Dentro de unos años habremos puesto en la calle veinte o treinta ejemplares de D.A.T.I., y empezaremos a distribuir retapados. Tendremos una pequeña oficina decorada con muñecos articulados del Profesor Mendoza, Comisario Mono, Tequila Vásquez, la Virgen de la Santa Mama o la Mujer que Compra Mucho en los Supermercados. De momento esto está siendo un divertimento muy guay y una excusa perfecta para quedar de vez en cuando en las casas de unos y otros para charlar y prestarnos tebeos y novelitas de bolsillo. Yo estoy inmensamente feliz colaborando con esto, aunque sea siempre el que entrega más tarde y al que tiene que perseguir el éditor todos los trimestres con una vara. El resultado final me maravilla, la edición es cuidadísima, las tipografías, la calidad del papel y de las impresiones, los dibujantes, los textos... En fin, a mí esto me encanta. No puedo opinar desde fuera, obviamente, pero supongo que los primeros lectores de Detective Comics también se extrañarían por los cabos sueltos y tardarían en coger cariño a los personajes. En esas estamos.
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