lunes, 24 de octubre de 2011

La venganza de Wolverine (Wolverine vol. 4, 9-15; 2011)


El arco anterior, y el anterior, de la colección regular de Lobezno, dejaron el listón muy alto. El trabajo de Jason Aaron entonces me dejó obnubilado, arrodillado. Después de bajar a los infiernos y luchar contra sí mismo y contra todos los amigos a los que había conocido, quedaba pendiente saber quién estaba detrás de todas esas maquinaciones, quién le había puteado tanto y por qué. Todas estas respuestas las hallamos en la siguiente saga del héroe, que nos presenta a una misteriosa sociedad secreta llamada Red Right Hand, que no es otra cosa sino una especie de Asociación de Víctimas del Lobeznismo, formada hace casi un siglo por un joven sureño que vio cómo Lobezno asesinaba a su padre y a su hija. Ahora el tipo es un anciano, que ha dedicado toda su vida a localizar a otras víctimas, y maquinar una venganza terrible, que supuestamente va a poner el universo de Logan patas arriba... aunque ya veremos en qué queda la cosa. Porque la resolución me ha dejado con el morro torcido, y no me ha convencido demasiado por dónde han ido los tiros. Jason Aaron se ha puesto épico y trascendental, ha querido poner la cabeza de Lobezno patas arriba, y para ello ha meneado y se ha inventado demasiados aspectos oscuros alrededor de su pasado, en una artimaña un poco inverosímil y tramposilla. Sé que esto no lo lee ni Cristo, pero por si acaso advierto (hasta ahora nunca lo había hecho pero de vez en cuando me cruzo con gente que me dice que me lee) que esto son solo apuntes personales, y que desvelo, como siempre, el final de la trama y todo lo que se me ocurra. Aquí pienso en voz alta, y me traen sin cuidado los spoilers.
El arco en realidad comienza en el número 9, con un autoconclusivo titulado "Atrapar a Mística", que me ha parecido lo mejor del conjunto. Remite indudablemente a los primeros trabajos de Aaron con el mutante canadiense, aquella extraordinaria saga de mediados de 2008 en cuatro partes, con dibujos de Ron Garney, y que se tituló, precisamente, "Atrapar a Mística" (Wolverine vol. 3, 62-65; justo antes de "Old man Logan"). Aaron tenía pendiente cerrar aquel asunto, y el tebeo, con dibujos de nuevo de nuestro correctísimo Daniel Acuña, consiste en una persecución a tres bandas Lobezno / Mística / un mercenario con máscara kabuki, por las calles de Buenos Aires, que culmina en el cruel asesinato de la mutante de piel azul. Españoles, Mística ha muerto. Y en sus estertores, le explica por qué envió a Lobi al Infierno, así como el nombre de la organización que está tocándole las narices desde hace ya demasiados meses: la Red Right Hand.
Lo que pasa a continuación (números 10 al 14) es que a Lobezno se lo ponen muy fácil para rastrear el cuartel general de la RRH. Y a las puertas, tendrá que enfrentarse, y matar con bastante facilidad, a varios villanos ridículos creados por Aaron sobre la marcha exclusivamente para morir: Cannon Foot (un gaucho con botas de punta que dispara pedruscos con ellas (?)), Shadowstalker, Fire Knives, Saw Fist y Gunhawk. Lobezno avanza a través de los cadáveres de los ridículos matones durante toda la trama, y paralelamente se nos va contando, a golpe de flashback, qué es la RRH y en qué consiste su venganza. Liderados por el citado vejestorio, nos encontramos ante una decena de damnificados. Personas que vieron cómo Lobezno, en sus viejas reencarnaciones como agente de la CIA, empleado de Landau, Luckman y Lake, marioneta de Arma-X o lo que fuera, quitó la vida a determinados inocentes, cuya descendencia se ha reunido ahora para orquestar una cruel venganza. Lobezno va matando a los cinco estúpidos asesinos, y cada vez que uno de ellos muere, parece que la Red Right Hand se da más por satisfecha. Al final del todo, Lobezno por fin llega hasta la habitación donde están reunidos los de la secta secreta dichosa, viendo el espectáculo a través de un circuito cerrado de televisión. Y aquí viene la conclusión (ojo, insisto, si alguien pretende leerse esto, porque no me callo nada): resulta que la Red Right Hand, sabedores de que es imposible matar a Lobezno, que ha salido indemne de mil y una "maneras de morir", e incluso liquidado al mismísimo Diablo en el Infierno, lo que han hecho ha sido buscar hijos bastardos del héroe. Tipos que, igual que el dichoso Daken, que ya lleva un par de años campando por el universo Marvel, proceden de la simiente del canadiense enano, sin él saberlo. Una vez que Logan llega al redil de la Red Right Hand, estos se beben unas copas de veneno, y mueren felices, culminada su venganza: Lobezno ha matado a su propia estirpe, como antes él había matado a los suyos.
Como digo, todo esto me ha tocado un poco las narices. Hasta hace unos años, y desde hace muchísimos años, Lobezno era un tipo misterioso y no sabíamos, ni queríamos saber, nada de su pasado. Llegó Barry Windsor-Smith y se inventó aquella maravilla de Arma-X, y arrojó colorido, background, gracia y un puñado de preguntas sin respuesta, que a otros guionistas como Larry Hama les tocó contestar, con orgullo e inteligencia. Después a Quesada se le metió entre ceja y ceja inventarse su origen, en qué hora; pero vale, lo hicieron muy bonito, ahora sabemos que Logan nació a finales del siglo XIX en el Yukón, que se llama James Howlett y que su viejo era un ioputa borracho. Se van colocando piezas, y todo encaja, se contenta a los ávidos de historias añejas, orígenes y continuidades, aceptamos barco, y vale. Pero que en el último par de años nos hayan vendido, así de repente, que Zorra Plateada está viva, que Lobezno se había casado en las elipsis con Viper o con Itsu, y que ahora resulta que tiene más hijos bastardos que Julio Iglesias, que tiene una versión femenil e hija adoptiva (X-23), ¡que se ha echado una novia insulsa no-mutante (Melita Garner) de la que está enamorado perdido!... empieza a cansarme, y esto puede acabar peor que la Saga del Clon, o que Agujetas de color de rosa. El último número hasta la fecha, el 15, nos cuenta las consecuencias de todo lo que de pronto se le ha venido encima a Logan, asesino de sus propios hijos: su primera reacción es hacerse todo el daño posible, suicidándose una y otra vez desde lo alto de una montaña de Alberta, tratando de emborracharse con todo y entrerrando a sus repentinos hijitos allá donde quiera que nacieron. Y encima aparece por ahí Daken, y los espíritus de Dientes de Sable y John Howlett para atormentarle. Asistimos al enésimo final del personaje, en una historia enervante que se titula "Wolverine no more" (toma cliché marvelita), y que a ver cómo lo arregla, porque a mí este Lobezno no me gusta nada. Aaron, déjate de tonterías, haz el favor, que estabas contando unas historias de Lobezno magistrales y aquí me parece a mí que te has columpiado. Darle a Lobezno un hijo que apedrea a la gente con sus botas de cestapunta... anda que...

1 comentario:

  1. En breve escribiré mi reseña, en general me ha gustado, la parte de mística es la mejor la verdad y aver por donde nos salen en el futuro.

    La resolución un poco anticlimática para mi gusto pero bastante original.

    ResponderEliminar