domingo, 9 de diciembre de 2012

miércoles, 5 de diciembre de 2012

Madrid, con perdón (v.v.a.a., 2012)

Dentro de un sello subsidiario de Mondadori se acaba de publicar, por todo lo alto, esta colección de textos sobre la ciudad de Madrid, coordinada por Mercedes Cebrián. Como esclavo de esta ciudad a la que amo y al mismo tiempo desprecio, y que conozco bien porque no me queda más remedio, me apetecía mucho leerlo. Sobre todo, animado por el plantel de colaboradores, plumas a la que me gusta leer como Jordi Costa, Grace Morales o Bob Pop, y que no se suelen prodigar en el relato, y otros a los que conozco en persona y a cuyos textos tenía curiosidad por acercarme. Y varios autores que me eran desconocidos, y que me han sorprendido, la mayoría, para bien. Pero en conjunto, el volumen es bastante desconcertante. Para empezar, porque la única premisa del libro es Madrid. "Venga, hazme algo sobre Madrid y sacamos un libro conjunto". Y así, hay quien ha hecho un cuentito, quien se ha ceñido al ensayo y quien rebaña una mierda pinchada en un palo totalmente intercambiable en cualquier otro compendio, que entra aquí con calzador porque se menciona la calle Argumosa o la Gran Vía. Un totum revolutum un poco incoherente y que tiene pinta de apresurado, en mi opinión. Además, la excusa que plantea el editorial es que "Este libro responde a la necesidad, urgente, de elaborar una cartografía literaria sobre el Madrid contemporáneo". Casi todos los autores nacieron fuera de Madrid (lo cual no quiere decir nada y está muy bien, pero es que un par pareciera que en sus presuntas visitas no ha salido de la estación del Mediodía ni para fumar), y alguno que otro incluso se ha ceñido a la premisa; pero el noventa por ciento es reflexión nostálgica, recuerdos ficcionados y crítica/crónica atemporal.

Pero, como sea, casi todos los textos me han gustado y lo leí en dos sentadas, la misma tarde/noche que me lo pillé en La Central, que por cierto me tiene entusiasmado, pasearse uno por ese palacete reformado a sus anchas, curioseando entre tanto libro singular importado, especialmente cuando no hay nadie. El texto de Jordi es una curiosa historieta modernista y televisiva, muy bien. Grace, en su labor de cronista de la Villa, es un placer (aunque su novela no me dijo nada, ya hice post), y aquí en formato dilatad hace un poco lo mismo, es como un annual de sus extraordinarias Creaciones Madrid ambientado en el Centro-Sur de la capital. El texto de Jimina Sabadú también me gustó mucho, contenido para lo visceral que suele ponerse a veces, y además se centra en un contexto que me es muy cercano. Igual que el texto que cierra el compendio, de Fernando San Basilio, una oda al Centro Comercial Madrid-2 La Vaguada donde yo también crecí, obsesionado con la idea de vivir allí dentro sin salir, ya que era, que yo sepa, el primer mall que tuvimos en España y de crío me fascinaba el concepto. Fantástico el primero, lo de Juan Sebastián Cárdenas, que con mucho gusto y prosa alegre abunda en la casuística y la chismología contemporánea que ni Luis Carandell. Correctos y adecuados son los cuentitos de Mercedes Cebrián, Óscar Esquivias, Elvira Navarro o Carlos Pardo, éste con una visión sobre estudiar de rebote y fuera de tiesto en La Moraleja, con la que también me identifico mucho. Lo de Bob Pop desatado no me gustó nada, la verdad. Hay otro texto ("Los ojos") que no sé en qué idioma está escrito, y lo que ha hecho el Fresycoolo me parece de juzgado de guardia. Por el amor de dios, por el bien de la Cultura, que sus colegas dejen de publicar a este niño hasta que le salgan pelos en los huevos, que cuando sea mayor y mire hacia atrás va a ser jodido. Me enciende el entorno fresycoolo y lo que representa que publique en todas partes. Si llego a saber cómo se llama de verdad y lo leo en la portada de esto, igual no me lo pillo.

2000 Maníacos #43: Especial Fu-Manchú

Si el anterior número de esta decana cabecera me pareció una joya, repleta de descubrimientos y artículos verdaderamente exóticos y brillantes (como dice una de las cartas a Pitusa, acordándose de la escena de "Arrebato" con los cromos del safari), este reciente nº 43 me ha decepcionado un poco. En primer lugar, porque nunca me ha gustado mucho Fu-Manchú, me da bastante igual el personaje (prefiero a los malos de Shang-Chi o a Gao Ping), y casi todas las páginas se centran en su vida y milagros. El artículo de Jesús Palacios es como siempre resolutivo, y lo mejor las recomendaciones literarias de antecedentes del de Rohmer, que se reomontan a finales del XIX, qué tío más culto. El resto de artículos ahondan en lo mismo (bueno, al Abuelito siempre es un placer leerle, y la recopilación de tebeos españoles vs. chinos hioputas mola), y vale, en diez minutos los despaché. Como siempre, un diez al diseño. Pero es que esta vez, los artículos se acaban en un pispás, y todo el resto del fanzine, más de las dos terceras partes, son reseñas de películas. Y como a priori no me vuelve loco el asunto, pues no sé... Eso sí, para el aficionado al mad doctol, es imprescindible, y tan divertido y hermoso como siempre. Y el comité de sabios no deja de crecer, qué gusto. Habrá que esperar al próximo Festival de Donosti a ver si me devuelve la ilusión. O a lo mejor organizo yo un festival en mi casa este verano para subvencionar un nuevo Mañacos.

martes, 4 de diciembre de 2012

Obituario

Entre lo de la luz y mil cosas, estoy planteándome en serio por primera vez en este siglo mudarme de casa. De hecho he visto un piso que me cuadra, que es la polla, y me estoy poniendo muy nervioso, y esta tarde en un arrebato me he ido a vender cosas y a separar muchas otras para tirar. He ido a una tienda de Moncloa y he vendido unos 90 ó 100 discos de vinilo por 35 euros. Me he arrepentido un poco, porque es una miseria... Pero en realidad la mayoría, la mitad por lo menos, estaban en muy mal estado, el canto de los álbumes estaba muy rayado porque durante una temporada los tuve, sin darme cuenta, al alcance de las terroríficas fauces de mis gatos, así que bien pensado no está tan mal, porque no habría ni veinte, como mucho, con los que me haya parado a pensarlo dos veces antes de deshacerme de ellos. Así que me sale a algo más de napo y medio por disco. Que a ver, no pensaba hacer negocio ni mucho menos, solo soltar lastre, pero una vez que me autoconvenzo, hago la criba y me voy para allá con dos bolsones, cuando te dicen que te pagan menos de lo que me gasté ayer, por ejemplo, en comer, cenar y unas cañas... Pero es que el valor sentimental no lo pagan. Me he quedado con unos pocos que me gustan de verdad, claro; y con los de Zappa y con algunos de portadas estupendas, o de vinilo de color, maxis antiguos...; muy pocos, ni treinta. No tenía muchos vinilos. Unos cuantos, buenos, se los regalé al del bar de Guada en otro arrebato, y otros están en otra casa. Pero en realidad nunca tuve nada demasiado interesante, yo fui de la cinta, como Jacinta, y del casette como Josete. Sin embargo, alguno de los que he llevado a vender por esa miseria eran de alguna manera parte de mí. Sé que había discos que valían algo, que les sacará partido tarde o temprano, seguro, compilaciones de estrellones de la música de todas las épocas... pero a mí me la sudaban. Yo a los que quiero rendir tributo y dejar aquí debajo ordenaditos, y por distintos motivos, es a los siguientes; no necesariamente porque me gusten, porque me digan algo musicalmente (casi nunca), sino por los recuerdos que me evocan. Como objetos de poder, como pedacitos de arte cuadriculado que he manipulado una y otra vez, que recuerdo dónde y cómo los adquirí, y que seguro que aquí en modo caratulita conforman una especie de caleidoscopio de esos recuerdos musicales que he quemado esta tarde sin pensármelo dos veces. Quede esto como un mosaico, un recuerdo al estilo de la manta cosida a mano que pasa de generación en generación entre la rama femenina de la familia Simpson:

lunes, 3 de diciembre de 2012

Hilo musical (Miqui Otero, 2011)

Blackie Books acaba de publicar una novela "interactiva" para adultos, escrita por Miqui Otero, que rinde tributo a los libros de Elige tu propia aventura, es decir: con varios finales posibles en función de tus decisiones como lector, desarrollo guadianesco, protagonista en segunda persona. Y tiene muy buena pinta, me parece una idea muy guay. El libro trae hasta un mapa desplegable en el centro (como los de la colección Resuelve el misterio). Tengo ganas de leerlo, pero soy pobretón y solo me compro una novedad al mes o menos. Fui a hacer una desiderata en mi biblioteca; y mientras llega me saqué la anterior novela de Otero, publicada por Alpha Decay.

A Otero no le conocía de nada. Al principio le confundí con el tal P. Otero, ex-Furalita, el del Kastillo de Las Lágrimas, ese que escribía hace mucho en Mondo Brutto y que ahora vende los primeros MB en Todocolección, firmados y encuadernados en piel de castor; pero no. Miqui resulta que proviene del periodismo musical. Y su primera novela, "Hilo musical", es bastante entretenida. Va sobre un treintañero indolente y desnortado, que después de una noche de farra, nadie sabe cómo ha sido, despierta como empleado de un parque temático de fantasía en el que los empleados son explotados, a cambio de una miseria, disfrazados de personajes suecados de la Disney. Durante su poco tiempo libre dentro de ese parque en el que curra y vive, el viejoven protagonista y sus nuevos colegas se dedican a mamarse, a conspirar, a conquistar a la única que selafo y a hablar de música. La novela es en cierto modo un contenedor de referencias culturales, una coartada que el autor utiliza para rajar sobre curiosidades musicales, leyendas urbanas y popadas que le apetece compartir, y en algunos pasajes adolece de eso, de que la historia de ese tío ahí en el parque temático es irrelevante, te la suda, no avanza. Pero la subtrama romántica, la idiosincrasia del escenario y los personajes (la cosa a veces recuerda a El prisionero y por supuesto a "Westworld, almas de metal" —y a Rascaypiquilandia—) y en general el estilo de Otero, que no me disgusta, hacen de esta una novela curiosa. A mí me ha servido desde luego para decidirme y apetecerme "La cápsula del tiempo".

Todas putas (Hernán Migoya, 2003)

Una vez estuve comiendo al lado del agitador calvo Hernán Migoya, tras un evento comiquero. Estuvimos charlando bastante y me pareció un tío muy majo y muy atento conmigo, yo, el acoplado ajeno al gremio al que no hablaba nadie. Algún tiempo después vino a mi bar por casualidad, y no se acordaba en absoluto de mí :( Como sea, este libro me lo compré al peso, en un mercadillo solidario que organizó durante un fin de semana (en la “oficina central” que se han montado los de Somos Malasaña) una ONG que NPI. Lo leí en mis vacaciones, y tengo que decir que esta primera incursión del incansable Migoya en la ficción clásica (no ilustrada) me dejó bastante frío. Es una antología de relatos así kamikazes, literatura breve aproximadamente erótica, enfundada en ese título que recuerdo que provocó muchísimos ardores y encendidas arengas rollo "que le corten la cabeza" entre la necia caterva del tertulianismo televisivo políticamente correcto (que obviamente no lo había leído; esa gentuza repulsiva que no ha leído nada jamás desde el código de circulación pero que opina de todo cobrando mucho), y espero que le fuese muy bien a Hernán con las ventas gracias a la polémica. Pero el contenido, para mi gusto, es bastante flojo. Recuerdo que sí me agradó el cuento que aborda la surreal relación amorosa entre una pareja de siameses isquiópagos de ambos sexos, que al cabo de un tiempo se cansan de tanto sobeteo y tanta cursilada sin penetración, y ella decide buscarse un amante que la penetre una y otra vez ante el estupor y los celos de su hermano. Este es mi favorito. Otras de las historias van sobre chicas muy golfas, tipos que frecuentan lupanares o festivales de cine porno, niñas con picores, hetairas, sensatos violadores reincidentes, terroristas y cosas así incorrectas, pero nada del otro mundo, y de una prosa bastante endeble. Pero buscaré más cosas de Migoya, claro que sí, ahora que se quiere dedicar exclusivamente a la ficción y labrarse una carrera ahí, yo quiero verlo.

Nueva cultura del Apocalipsis (Adam Parfrey, ed., 2012)

Hace más o menos un mes que me hice con este extraordinario compendio de literatura extrema y marginal, el segundo menjurje de ensayos (de Parfrey, allegados de su editora Feral House o de cualquier zumbado que se ha cruzado en su carrera), reproducciones de panfletos extremistas, cartas encontradas, entrevistas a infraseres, santorales, semblanzas, sucesos, extractos y hagiografías. Salpicado de cromos, fotos, pinturas y referencias, el conjunto es un manual de textos enfermos tan imprescindible como la primera parte. Aquélla se convirtió en mi libro de cabecera durante mucho tiempo, una obra fundamental que me ha inspirado mucho y que siempre me sorprende con cada relectura. Esta segunda parte es igual de jugosa, y contiene más material, ya que abundan los textos muy breves entre las habituales tesis en profundidad. No tengo ahora el libro delante, pero aquí (y probablemente solo aquí) se pueden leer textos de encendidos defensores del canibalismo, el asesinato serial, la pedofilia, el Holocausto, la necrofilia, el onanismo extravagante, el Segundo Advenimiento (y también su reproducción ficticia mediante láseres en el cielo), la Fin del Mundo, el Satanismo, las mentiras de la Biblia, Hollywood, el FBI, la tele, y en definitiva numerosas e interesantes teorías amorales, impopulares y marcianas que se cocieron en las mentes de americanos excéntricos.

La primera parte de "Apocalypse culture" se publicó en EEUU en 1988, y hubo que esperar hasta 2002 para que la editorial Valdemar, cuál si no, se ocupara de traducirla y ofrecérnosla a sus fans inquietos. En 1995 Parfrey publicó "Cult rapture", recuperando el espíritu de aquella, pero tengo entendido que limitándose a material propio, sin las jugosas aportaciones de yanquis fanáticos, chifladitos o conspiranoicos. Finalmente, en 2000 salió a la venta en Feral House "Apocalypse culture II" (es decir, antes de que Valdemar editara en castellano la primera entrega ), y ha habido que esperar 12 años para tenerla en las manos. "Cult rapture" permanece inédito en nuestro idioma (aunque está bastante barato en Amazon).

Nada más hacerme con el volumen, en cuanto estuvo a la venta, devoré facilmente dos terceras partes de sus casi setecientas páginas, y después lo mantuve en barbecho. Recientemente me fui de viaje unos días, de vacaciones a un lugar recóndito y solitario en séptima línea de playa. Allí leí otras muchas cosas, que supongo que comentaré por aquí, y finalmente retomé la lectura de este "Apocalypse culture II" a la vuelta de vacaciones, durante un largo e incomodísimo viaje en autobús interurbano, de madrugada. Cuando llegué a mi casa, me encontré que, por una negligencia de un par de hijos de la grandísima puta, me habían dado de baja de la compañía eléctrica, y de hecho un inspector de la compañía se había llevado mi contador de la luz, arrancándolo de cuajo. Llevo cinco días sin luz ni calefacción en casa. Con la sensación de estar habitando una celda de castigo. Por un delito que no cometí. Con el consiguiente desembolso en llamadas y llamadas a distintos personajes del cono sur hasta tratar de localizar a la persona responsable de restaurar mi derecho a una vivienda digna, esa persona que se me aparece en sueños a todas horas, que parece ser la única que puede evitar que caiga fulminado por una neumonía en cualquier momento. Todo intento, por supuesto, es inútil. Se derivan las responsabilidades de un sitio a otro, toda indagación es frustrante, y no sé cómo voy a salir de ésta. En algún momento de esta pesadilla, estuve terminando de leer "Nueva cultura del Apocalipsis" atrincherado en mi cama, agazapado dentro del edredón nórdico armado con una linterna de 7 leds comprada en los chinos, en absoluto silencio, escuchando los jadeos de una pareja de vecinos muy agradables que fornicaban al otro lado de la pared, y que a lo mejor fornican todas las noches a esas horas, pero yo o estoy por ahí o tengo la música puesta y nunca les había escuchado. Este surtido de textos curiosos, crispantes, desasosegantes, putrefactos, y las sesiones dantescas durante las que estuve dando buena cuenta de ellos, van a hacer que me cueste olvidar las enseñanzas de "Apocalypse culture II". Un muestrario de atrocidades que aprovecho para recomendar. Y aprovecho también, una vez más, para cagarme en dios, en la virgen, en todos los santos, en el buey y la mula, en el Papa Palpatine XVI, en los cinco Reyes Magos (Melchor, Gaspar, Baltasar, Toro Sentado III y Kylieminogue el aborígen; los de América y Oceanía no salen en la Biblia porque aún no se habían descubierto), en Matusalén, en el Rey de España y Gibraltar, en la Ley, en la puta escoria analfabeta de mi vecina del bajo C que en paz descanse lo antes posible, en Iberdrola, en Endesa, en Electrohidráulicas del Cantábrico S.L., en José María Aznar, en Ana Rosa Quintana, en sus respectivos parientes, en sus hijos, en sus nietos y todo el resto de su estirpe hasta el Fin de los Tiempos, que espero que sea pronto. Y como el día de mañana sea más o menos como el de hoy, y no se solucione pronto este sinvivir, esta cárcel oscura y gélida en que han convertido el hogar que llevo pagando 11 años religiosamente, alguien va a empezar a pagar las consecuencias. Que estoy muy loco.

lunes, 26 de noviembre de 2012

“Pleasantville” (Gary Ross, 1998)

Esta tarde de domingo, según desperté de la siesta, estaban haciendo en la Paramount "Pleasantville", una película que me entusiasma y que he visto unas cuantas veces. Visualmente deliciosa (creo que esto es innegable), con un mensaje y una fuerza icónica ligeramente tramposos pero que funcionan igual tras el primero que tras mil y un visionados, y con un reparto glorioso: me gusta mirar a Reese Witherspoon a cualquier hora, haga lo que haga; y luego están William H. Macy, Tobey McGuire (¡el único Peter Parker posible!), Jeff Daniels, etc. Están todos soberbios. "Pleasantville" me conmueve y me fascina a distintos niveles:

Por un lado, como homenaje truncado al Sueño Americano y a la cultura popular de los irrecuperables fifties, todas aquellas pacatas sitcoms que marcaron a una ingente generación de artistas norteamericanos y plantaron la semilla de toda la ficción y el "American way of life" del resto de la Historia venidera. Ya nos lo sabemos todos: Perry Como, Annette Funicello, barras, estrellas, cheesecake, Cherry Coke, hamburguesas con queso, capitanes de equipo, animadoras…

Como segunda lectura, lo que poco a poco sucede en ese universo de plástico, hermoso pero beligerante e inamovible (y en la memoria nostálgica del espectador) remite sin duda al aspecto de la historia moderna que más me interesa: la Contracultura, a caballo entre los cincuenta y los sesenta (y que en realidad se estira hasta mañana mismo); el auge y el acomodo en el mainstream de la “semilla de maldad”; el salto abrupto (a través de la apertura de miras y posterior reacción de la juventud) de la ceguera social y cultural impuesta por el Poder, a la Revolución Juvenil. Del Moralismo a la Libertad. De Eisenhower al beatnik, de Nixon al hippy y la liberación sexual, y de ahí a los Panteras Negras, al SLA, al punk, etc, representado todo esto de forma extraordinaria y for dummies: todo tan, tan mascadito, que incluso nos lo muestran con coloridos cuadros (un Gernika apócrifo, nada menos) que surgen en mitad del pueblo gris, canciones (de proto-rockeros negratas, de John Lennon) que surgen de tapadillo de las juke boxes, y libros (de Dickens, de Tomas Moro, de J.D. Sallinger) que se escriben solos a medida que la peña se colorea.

Igualmente, la trama y ese salto del blanco y negro al color (necesario, y lo justo de moñas, de estridente y de autorrecursivo) es indudablemente una hermosa y atemporal fábula apologética de la Libertad, el Respeto, la Integración y el Socialismo bien entendido. Qué duda cabe que esos tipejos grises y desgraciados bien podrían estar representados por la plana mayor de la derecha político-financiera y mediática. Una Caverna poderosa, monocorde, sectaria, fanática, agresiva, medieval y absurda que impide que la cosa funcione con armonía.

Esta película es un cuento chino, vamos. Una utopía humanista e igualitaria. Una exótica y atractiva fábula de Perrault que se cisca en el liberalismo, el rockefellerismo, el keynesianismo, el catolicismo, el caciquismo y en el capitalismo atroz que nos domeña a todo Occidente y así seguirá siendo por siempre. Pero, ¡ay!, es tan bonita…

“Perros del desierto” (Francisco Serrano, 2012)

La de Tones, segunda entrega de la colección Memento Mori, me satisfizo especialmente por cómo podría haberse hecho pasar perfectamente por una novela de a duro de hace cuatro o cinco décadas. Al margen, claro está, del despiporre erótico-festivo y el pastiche y referencias afines a los tiempos que corren (e incluso podría haber sido perfectamente asimilado por colecciones de los ochenta como Sexy Star, Sexy Thriller, Sexy Flash o especialmente en experimentos más salvajes y modernos como Colt Sex), "Nigromancia en el reformatorio femenino" tenía un tono y un lenguaje brillante y trepidante, pero apropiado para el público masivo; personajes y lugares apenas descritos, intercambiables y norteamericanizados; estaba firmada con seudónimo igualmente sajón; y a su resolución quedaba bien claro que la brujería, el Demoño y los fenómenos paranormales no existen, y que todo era una confusión (no sé si esto lo hizo aposta, pero en todos los bolsilibros de terror de Bruguera se acaba dejando claro que esto es así; los censores de del Régimen hubiesen dado su visto bueno en este sentido…). Prácticamente todo el libro de estilo brugueriano fue respetado.

El caso de Francisco Serrano no es el mismo: sin seudónimo, con una portada (magnífica, de Mireia Pérez) expresionista y moderna, personajes españoles y un estilo literario muy personal y culto, aleja a “Perros del desierto” de las doctrinas de la literatura popular de kiosco española de siempre. Lo cual no significa nada, pero como aficionado y coleccionista, tenía que decirlo. Se trata de una novela breve de anticipación, ambientada en un planeta árido y apenas civilizado, un mundo en el que camparían a sus anchas BraveStar, Rogue Trooper o los soldaditos de “Dune”. Un western post-apocalíptico intenso, negro y jodido, un estupendo cruce entre Sam Peckinpah y “Starship troopers” en un tono fatalista y ligeramente melancólico, en el que asistimos al viaje a través del desierto de un guardaespaldas convertido en forajido.

The neighbors (ABC, 2012)

No suelo hacer acuse de visionado de las series que sigo, pero voy a hacer aquí una excepción básicamente porque, alcanzado el décimo episodio, me he cansado y yo creo que me bajo aquí. La premisa de The neighbors resultaba simpática y muy atractiva: una familia (papá, mamá, una díscola adolescente y una pareja de críos monísimos) se acaba de mudar a un chalet en los suburbios, en el seno de una apacible urbanización norteamericana media. Pronto descubrirán que sus vecinos, todos ellos, son extraterrestres que viven camuflados entre nosotros. En las sitcoms familiares norteamericanas ya hemos asistido a todo tipo de variaciones y permutaciones: familias bien avenidas, matrimonios interraciales, familias de negratas, de basura blanca ultra-católica, familias desestructuradas, sin padre, sin madre, sin hijos, familias obligadas a acoger a un vecino geek insufrible, a una abuela gruñona, a primo pobre y rapero, a un peluche parlante, a una mascota exótica, familias de dinosaurios…

Ahondando un poco más, podríamos encontrar un infragénero dentro de las sitcoms familiares, que serían aquellas de idiosincrasia fanta-científica. En los años setenta tuvo mucho éxito en EEUU Mork y Minder (que aunque no llegó a España, he tenido ocasión de ver algunas escenas sueltas en doblaje sudacastellano), sobre un marcianito con aspecto humano que convive con una humana, y que fue el artefacto que abrió la puerta a Robin Williams a todos los hogares norteamericanos. Algunos años antes, y a raíz del éxito de los Picapiedra (la primera sitcom de animación de la historia), surgieron Los Supersónicos, sobre una familia de viajeros intergalácticos futuristas (no sé yo si, hablando de animación, cabe citar a Futurama como sitcom, desde luego no familiar, ni creo que tenga en Los Supersónicos un espejo en que mirarse; y es verdad que en American dad también conviven con un extraterrestre. Pero esto no cuenta, porque también hay un pez que habla… y es que en el imaginario del sinvergüenza de Seth McFarlane, simplemente, vale absolutamente todo, para no se note que lo ha copiado). En los ochenta tuvimos la inigualable Max Headroom, en la que la familia de entorno suburbial correspondiente convivía con una especie de Hall 9000 renderizado. Nos enamoramos de S.P.E.W.E.Y. / V.O.M.I.T.O.N. en el penúltimo y maravilloso episodio de Búscate la vida. Después conocimos a Alf, que era un extraterrestre que convivía con una familia media. Y en 3rd rock from the Sun (Cosas de marcianos) a toda una familia que se venía a vivir dentro de la clásica sitcom terrícola. Pues en The Neighbors han dado el paso siguiente, y sitúan a una familia corriente dentro de un entorno extraterrestre, ya que dentro de la urbanización a la que van a parar, son los únicos que provienen de este planeta.

El episodio piloto explica qué hacen aquí los aliens, qué raros que son y qué tonterías hacen, y cómo reaccionan los Weaver. Me puse a verlo sin saber absolutamente nada de su trama, me sorprendió y me gustó bastante. Incluso se atreven a mostrar el aspecto original de los extraterrestres, con un par de escenas de CGI decente. Pero a medida que la serie ha seguido avanzando, la cosa no hay por dónde cogerla. Todos los chistes sobre comportamiento anormal dentro de la comunidad WASP estadounidense, ya los hicieron la familia de Cosas de marcianos, Alf y Steve Urkell. El ingrediente cómico se limita a que la comunidad alienígena desconoce las costumbres terráqueas, las pervierte o no se atreve a aceptarlas. Y ya. El humor es inocente y espeso, y lo único que me genera interés son los tres niños pequeños. Tanto los dos impresionantes actores de cinco o seis años que interpretan a los hijos del matrimonio humano, como sobre todo el espécimen menor de todos los alienígenas, un chavalín andrógino y con una voz y unos registros de no creérselos que es uno de los descubrimientos televisivos de los últimos años. Pero la serie es una chorrada, vamos, y ya no la veo más.

Spider-Men 1-5 (2012)

Esta serie (por supuesto, como todas las sagas de grapa ya, ideada de cara a una reedición en tomo, que debe ser el único formato rentable), es uno de los grandes éxitos de Marvel de los últimos años, pero a mí me ha parecido un experimento flojísimo. Desesperada por la coyuntura y ante el negrísimo horizonte, Marvel se empeña en seguir explotando a su vaca sagrada, y se ha empeñado en resetear, por enésima vez, al amigable vecino, con un nuevo alter ego (un jovencísimo mulato con traje arañoso negro) para un universo paralelo. Se salvan los diálogos de Brian-Michael Bendis, y los dibujos de la tal Pichelli, a medio camino entre un romita al azar y un ilustrador de revista de moda. Había que presentar al pipiolo Miles Morales en sociedad y arañarle audiencia, y para ello se llevan a Peter Parker, el de toda la vida, a esta otra dimensión a través de un pórtico espaciotemporal que ha abierto Mysterio con la intención de encerrarle allí para siempre. Durante los cinco parsimoniosos números, no pasa absolutamente nada que no fuera predecible ni susceptible de olvidar de inmediato: nadie cree a Spidey, que en esta dimensión murió trágicamente hace mucho; Gwen Stacy o Tío Ben, sin embargo, están vivos; Mary Jane Watson es una actriz de éxito internacional… Y así cuatro cositas ligeramente distorsionadas. Al principio Parker es vilipendiado, pero poco a poco se alía con el Spider-Man marrón y convence a su familia. Y los planes de Mysterio son truncados, como ya sabíamos desde un principio, y todo vuelve al punto de partida en las últimas páginas, tras una serie de despedidas, esto hay que reconocérselo, bastante intensas y emotivas. Una historia además prescindible, porque auguro que la vida de Miles va a ser mucho más corta que la de Miguel O’Hara y hasta que la de Spider-Ham.

Nunca me has gustado (Chester Brown, 2007)

El cómic, como el cine, es un arte muy joven. Pero que encima se ha desarrollado muchísimo más lentamente. Por el inferior volumen de producción y proyección, por cómo ha tratado la industria a sus creadores (prácticamente sin reconocimiento ni firma hasta entrados los sesenta), y por cómo de pronto, ahora que por fin parece que en las últimas décadas empieza a desarrollarse con mayor libertad creativa y plenitud (pese, o tal vez gracias a –es pronto para juzgarlo– la imposición comercial de la dichosa novelagráfica), no sabemos si de aquí a unos años se va a ir todo a la mierda y la literatura, gráfica o no, va a dejar de existir. Como sea, es curioso que el medio en gran parte sigue arrastrando los mismos clichés a día de hoy que en los años cincuenta, cuando empieza a surgir tímidamente el comix underground. Algunos artistas siguen empeñados en tratar de colarnos por enésima vez su personalísimo y chiripitifláutico “American esplendor”, y a mí me aburre bastante todo esto. Algunos al menos lo hacen con mucha gracia, o tratan de aportar estéticamente algo nuevo con su dibujo; o incluso algunos cuentan historias autobiográficas que son verdaderamente interesantes (desde primera línea de una guerra, o con recuerdos de incontestable interés social). Pero de estos indies tristes e inocuos que nos fabulan sus aburridas chorradas cotidianas, yo estoy bastante harto. O a lo mejor cuando este tomo cayó en mis manos yo tenía una mala tarde. Pero basta ya. Manos blancas.

martes, 13 de noviembre de 2012

Alien Dossiers (1991)

Rebuscando cosas, encontré por casa la colección completa de Alien Dossiers, que no recordaba que tenía. Y nunca lo había leído. Asociaba esta cole con la serie Alien Legion, y no tiene nada que ver: se trata de un experimento de Eclipse Comics ideado por Bruce Jones, que trataba de recuperar el espíritu de las historietas cortas autoconclusivas de ciencia-ficción (pilar del cómic norteamericano de mediados de siglo). Por la temática y la época en la que fueron creadas, muchas de estas historietas remiten más, sin embargo, a los Tharg's Future Shocks de la revista 2000 AD, y a otras revistas de ci-fi a la europea tipo Totem o Metal Hurtlant. Sobre todo, por la gran cantidad de referencias eróticas y desnudos femeninos contenidos en sus páginas. Aunque algunas historias me han gustado mucho y merecen mucho la pena, la parte gráfica deja bastante que desear. Pocos son los nombres conocidos que desfilaron por sus páginas (Len Wein, Tim Truman, Lee Weeks, Bill Wray, Rick Geary, Rafa Negrete, Charles Wagner...); pero en la edición española (Forum), qué tiempos aquellos, Antonio Martín se empeñó en hacer de aquello un punto de encuentro de aficionados a la ciencia-ficción, y rellenó la revista con artículos, relatos clásicos, la clásica sección de carteo y secciones exclusivas, como una historieta inédita de Salvador Larroca y otra serie de refritos de autores españoles (Ventura y Nieto, Manel Gimeno, Adolfo Buylla) sacados de aquí y allá. Curioso.

Álex Fito - Raspa Kids Club (2010)

Tenía por ahí a medio leer esta medio-"novela gráfica" de Álex Fito, un monstruo al que conocí hace siglos en el Mondo Lirondo de La Penya (¡que va a cumplir veinte años!), y que recopila todas las historietas que hizo para Nosotros Somos Los Muertos. El rollo va de niños infelices que se evaden de la realidad refugiándose en el mundo de los sueños, un universo tétrico y enfermizo, donde las criaturas son muertos campantes que juegan a cosas mórbidas y desagradables. Una especie de parque temático de la muerte onírico que pertenece solo a los más pequeños, en el que un grupo de personajes viven estrafalarias tiras cómicas. El tomo queda un poco raro, ya que para darle cohesión al tomo Álex realizó nuevas historietas que tratan de enlabazar las negrísimas tiras, lo cual yo creo que no hacía falta. Pero el resultado es realmente precioso y original, con esos muñecajos de Fito a medio camino entre los de Edward Gorey y la Pandilla Basura. Especialmente hermosa la recreación de El día de los muertos mexicano que cierra el álbum.

Amazing Spider-Man #688-692

Ya estoy casi al día con la colección de Amazing Spider-Man, y me ha costado lo suyo, porque Dan Slott está ya bastante pesadito con las larguísimas tramas tremendistas que no van a ninguna parte. Esta vez la cosa va sobre el Lagarto, que está más domeñado que nunca por su parte reptiliana, que le tiene deshumanizado perdido, y es encerrado en Horizon Labs. Morbius (que lleva allí como un año bajo tutela de Max Modell) le intenta ayudar en su enésimo experimento para curarse, pero en lugar de hacer ello decide contagiar a cuatro de los pringados de allí e intentar huir y matar a un montón de gente, sin éxito. Spidey al final le detiene, le encierra en la cárcel y revierten la transformación. Pues vale. Ya sé por qué Camuncoli me daba tan mal rollito: es que no me había fijado en que le está entintando Klaus Janson, que además de entintar como el Klaus Janson de siempre, encima debe haber desarrolado Parkinson con la edad.

sábado, 10 de noviembre de 2012

The watch (Akiva Schaffer, 2012)

La última comedieta de Ben Stiller se iba a titular "Neighborhood watch", y al final se llama solo "The watch". Para su estreno en España será "Los amos del barrio" (¡boo!), y en sudamérica "Vecinos cercanos del tercer tipo" (¡bravo!). La cosa va de ciencia-ficción cotidiana y de barriada, cuando en el pueblecito de Glenview, Ohio, empiezan a sucederse los crímenes salvajes. El gerente del CostCo local, Evan Trautwig (Stiller), vecino ejemplar y metido en mil follones de voluntariado, trata de formar una patrulla ciudadana ante la incompetencia de los dos policías del pueblo (Mel Forte y Mel Rodriguez). A la primera reunión del nuevo equipo de vigilancia se presentan tres mendas: Vince Vaughn, nuevo en el barrio y con ganas de conocer gente para tomar unas birras; Jonah Hill, un sonado amante de las armas y la violencia, que no fue admitido en la policía; y Richard Ayoade, haciendo su papel de nerd inadaptado y flemático del que probablemente no se desencasille ya nunca jamás, que se une para entrarle a las tías. Una pandilla estrafalaria que no tendrá más remedio que trabajar unida cuando descubren que las muertes provienen de terroríficos y babosos invasores espaciales. Una buddy movie en entorno suburbial, simpática sin más, dirigida por el siempre correcto Akiva Schaffer (SNL, la estupenda "Hot rod") y co-escrita por Seth Rogen. Sin estridencias ni esa omnipresente supuesta incorrección política atávica y endémica a la Nueva Comedia Americana (que se suele traducir en pedos, mocos y borracheras escandalosas, poco más), que yo detesto, lo cual se agradece.

Gabriele Coen Jewish Experience - Golem (2009)

Me encontré por casualidad con este disco del saxofonista y vientista italiano, que perfectamente podría formar parte del cuadro de Radical Jewish Culture del sello Tzadik (aunque lo publicó Alfamusic; más tarde Coen publicaría con Tzadik). Di con él buscando interpretaciones ignotas de John Zorn. En "Golem" se incluye una revisión extraordinaria de Mahshav, una pieza que me vuelve loco, que se te va la olla. Aquí está interpretada al clarinete, contrabajo, chelo, guitarra eléctrica y percusión, y el resultado es un poco AOR para mi gusto (el original de piano y clarinete de "Bar Kokhba", 1996, es insuperable, me transporta a otro planeta). El disco en general suena bastante smooth, pero sin salirse de la escala árabe. Smooth jazz exótico perfecto para acompañarme en estas fechas lluviosas y apáticas. Incluye también una versión moruna y desatada de Miserlou, el clásico compuesto en 1926 por el griego Tetos Demetriadis (transformado en los años 50 en un estándar del instro-surf por Dick Dale y perpetuado por Tarantino). Aquí Coen es fiel a la partitura rebetika original, actualizada y enloquecida en los momentos álgidos. El resto del disco va por la misma línea, con jugueteos con la escala árabe y las canciones judías bíblicas populares (Quando el Rey Nimrod, Gilk, Golem), poemario hebreo contemporáneo (Dona dona), klezmer del siglo XXI (Manny Katz, Zorn) e incluso un experimiento propio de son hebreo (Cuban shalom).

Amazing Spider-Man #682-687

La saga "End of the Earth" es un poco pocha. Todo se resume en el que el Dr. Octopus se está muriendo, y reúne una vez más a los Seis Siniestros para chantajear a toda la humanidad, a vueltas con el fin del mundo. Ha instalado una especie de potenciador de los efectos del cambio climático, y amenaza con no desvelar cómo evitar sus efectos si no reciben él y sus compinches millones de dólares. Y encima, todos le toman por el bueno de la película, el salvador. Todo esto sucede en torno a una reunión del G-8, en la que se plantan los Vengadores como si nada, campando a sus anchas (memorable la secuencia en la que Spidey le suelta a Al Gore una amigable y vecinal hostia), y la crisis mundial es seguida desde todos los puntos del globo. La saga sirve de excusa para el lanzamiento de la nueva serie de Big Hero Six (la Patrulla-X japonesa), guionizada por Chris Claremont, y basicamente para que los Avengers se las vean una vez tras otra con los Seis Siniestros, con la ayuda de los tipos de Horizon Labs y los mil y un gadgets del nuevo traje de Parker. Mucha acción y mucha bobada ecológicamente correcta. Lo más destacable, los dibujos de Humberto Ramos, como siempre. El Camuncoli no termina de convencerme.

jueves, 8 de noviembre de 2012

Punto de lectura (recordatorio)

Como soy un lector inconstante y mediocre, tengo muchos frentes abiertos. Esta mañana ordené y limpié la casa, y después he estado poniendo en una pila, física, los libros que tengo a medias, casi todos muy avanzados, y que me he propuesto atacar en mis inminentes vacaciones, porque se me acaban los marcapáginas. También estos.