martes, 4 de diciembre de 2012
Obituario
Entre lo de la luz y mil cosas, estoy planteándome en serio por primera vez en este siglo mudarme de casa. De hecho he visto un piso que me cuadra, que es la polla, y me estoy poniendo muy nervioso, y esta tarde en un arrebato me he ido a vender cosas y a separar muchas otras para tirar. He ido a una tienda de Moncloa y he vendido unos 90 ó 100 discos de vinilo por 35 euros. Me he arrepentido un poco, porque es una miseria... Pero en realidad la mayoría, la mitad por lo menos, estaban en muy mal estado, el canto de los álbumes estaba muy rayado porque durante una temporada los tuve, sin darme cuenta, al alcance de las terroríficas fauces de mis gatos, así que bien pensado no está tan mal, porque no habría ni veinte, como mucho, con los que me haya parado a pensarlo dos veces antes de deshacerme de ellos. Así que me sale a algo más de napo y medio por disco. Que a ver, no pensaba hacer negocio ni mucho menos, solo soltar lastre, pero una vez que me autoconvenzo, hago la criba y me voy para allá con dos bolsones, cuando te dicen que te pagan menos de lo que me gasté ayer, por ejemplo, en comer, cenar y unas cañas... Pero es que el valor sentimental no lo pagan. Me he quedado con unos pocos que me gustan de verdad, claro; y con los de Zappa y con algunos de portadas estupendas, o de vinilo de color, maxis antiguos...; muy pocos, ni treinta. No tenía muchos vinilos. Unos cuantos, buenos, se los regalé al del bar de Guada en otro arrebato, y otros están en otra casa. Pero en realidad nunca tuve nada demasiado interesante, yo fui de la cinta, como Jacinta, y del casette como Josete. Sin embargo, alguno de los que he llevado a vender por esa miseria eran de alguna manera parte de mí. Sé que había discos que valían algo, que les sacará partido tarde o temprano, seguro, compilaciones de estrellones de la música de todas las épocas... pero a mí me la sudaban. Yo a los que quiero rendir tributo y dejar aquí debajo ordenaditos, y por distintos motivos, es a los siguientes; no necesariamente porque me gusten, porque me digan algo musicalmente (casi nunca), sino por los recuerdos que me evocan. Como objetos de poder, como pedacitos de arte cuadriculado que he manipulado una y otra vez, que recuerdo dónde y cómo los adquirí, y que seguro que aquí en modo caratulita conforman una especie de caleidoscopio de esos recuerdos musicales que he quemado esta tarde sin pensármelo dos veces. Quede esto como un mosaico, un recuerdo al estilo de la manta cosida a mano que pasa de generación en generación entre la rama femenina de la familia Simpson:
Amigo...algunos de esos -generación obliga- también forman parte de mi aunque hoy no los escuchara.
ResponderEliminarEn realidad ya digo que musicalmente que no, que no me representan :) Ha sido como deshacerme injustamente de unos cromos encontrados a los que tenía cariño desde hace mucho. ¡Un abrazo!
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