miércoles, 23 de julio de 2014

"Pepón es g(u)ay" (Norberto Ramos del Val, 2013)

Vi "Pepón es g(u)ay" en Youtube, una tarde. Y la vi entera, de principio a fin y sin saltarme nada. Tumbado y pensando en mis cosas, eso sí. Por esas mismas fechas, recuerdo que vi algunas películas low cost españolas y algunos #littlesecretfilms de hornada reciente. Contemplando aquello con cierta intriga algunas veces, y con verdadera indignación la mayor parte del tiempo. La crisis ha traído toneladas de despidos, dramas familiares, migraciones, suicidios y también la idea de que a cualquier cosa se le llama película hoy en día.

Si destaco en el post la de Pepón, es porque algún título tengo que poner, porque al menos no disfraza su divertimento vespertino de cine (sino de "documental entre paréntesis"; cosas del post-humor), ni tiene pinta de que vaya a sacar el DVD. Y porque la vi entera, no porque me gustara, que me hace más ilusión recibir a mis propias amigas en mi propio piso de soltero malasañero que mirar a otro por un agujerito. Pero este post va sobre el cine lowccost en general. Porque he visto algunas más. Tengo que decir que "Todos tus secretos", de Manuel Bartual, es un ejercicio digno y entretenido (...pa' ser congelao). "Neuroworld", la peliculilla de Borja Crespo, es la mejor del lote, claro que Crespo tiene callo y está basada en los tebeos de Miguel Ángel Martín, que me gustan a mí más que a un tonto unos recortes sociales (y además se nota la preproducción y la traición a los principios al littlesecretfilmismo). También me distrajo ligeramente "Undo infinito" de Álex Zinéfilo, y "Manic pixie dream girl" también la vi casi entera. El resto de ¿películas? de este tipo que he visto (como digo, si es que aguanté más de cinco minutos) me llevaron de la incomprensión a la indignación. No entiendo por qué Jordi Costa, el crítico de cine al que más admiro y con el que más comulgo (bueno, creo que es el único al que leo alguna vez), decidió hacer esas dos películas marcianas, parsimoniosas, simbólicas y feístas, si no es para poner a prueba la paciencia del espectador. O para vilipendiar al propio cine, que también puede ser. "Desmadre en la noche de la quietud" es un insulto al espectador, confeso y orgulloso, como coartada para disimular la incapacidad de hacerlo mejor. Igual que la mayoría de las otras ¿películas? de este tipo que tuve arrestos de mirar por encima. Efectivamente, me da un poco de rabia todo esto. No son ni siquiera "cortos alargados", como se decía antes, sino un mero alimento para el ego, que en general gira en torno a jóvenes absolutamente faltos de ideas y de talento. El cine low cost, esta gracieta para tener casilla en imdb, para mentirse a uno en el currículo, para desactivar el arte sin querer. Qué cosa más hipster, qué digo hipster, más post-Windsor y más molesta. A mis brazos, Boyero.

En fin. Que me consta que existe el cinelowcost, y que una vez perdí el tiempo con esto. El cine low cost... esconder cuchillas de afeitar en los potitos del supermercado... Cosas que hace la gente.

"Humo sagrado (Escritos, meditaciones y otras insinuaciones de Alan Moore)" (Frog2000, 2013)

Con mucho retraso, hago acuse de lectura de este hermoso libro de tirada ínfima, un proyecto precioso y valiente que surgió de la mente de Frog2000, autor de uno de los blogs de intercambio cultural que comparten material más interesante y sorprendente; un blog imprescindible, y que básicamente nos regala casi a diario a) LPs y maxis de punk-rock inencontrable y con criterio; b) Entrevistas inéditas en castellano alrededor del cómic de culto norteamericano, traducidas por él mismo; y c) ¡Escaneos cronológicos de toda la colección de Ruta 66, la mejor revista musical de la historia!

Con ese mismo espíritu generoso y completista, F. decidió autoeditar "Humo sagrado" (con una portada un poco sosainas y poco comercial para mi gusto, todo hay que decirlo), que es una recopilación de entrevistas con y sobre Alan Moore, probablemente la figura más importante del tebeo occidental, y una leyenda viva. Precisamente La Felguera de la que hablaba en el post anterior, ahora publica otro volumen sobre la relación de Moore con el ocultismo, pero esto que leí hace unos cuantos meses no tiene editorial, ni licencias, ni se había editado nunca (aunque muchas de esas entrevistas, traducidas en exclusiva, se encuentran también en el blog), y es absolutamente imprescindible (y entretenidísima) su lectura para el aficionado al tebeo en general. E incluso, en muchos de los textos, es un placer "escuchar" las disgresiones de Alan Moore sobre cualquier tema ajeno al medio. Ese Alan Moore filósofo, brillante y simpático y fanfarrón a la vez. Un genio, y una obra de culto desde su propia concepción.

"Mirad a vuestros verdugos" (Servando Rocha, 2009)

La Felguera Editorial no para de publicar ensayos alucinantes sobre contracultura, desorden, ocultismo, satanismo, terrorismo y otros fenómenos sociales nacidos del subsuelo (la historia del Ejército Simbiótico de Liberación, de los Weathermen, de Up Against The Wall Motherfuckers!, las W.I.T.C.H., Angry Brigade, King Mob, Black Panther, yippies, etc. Yo ya tengo 6), en definitiva todas las cosas que interesan a su responsable, el gran Servando Rocha. Pues además de todos estos ensayos preciosos que edita, en 2009 decidió autoeditarse también esta novela, inspirada (no podía ser de otra manera) en un atentado real contra una furgoneta de la BBC en Gran Bretaña, ante la celebración de un concurso de Miss Mundo. Por sus páginas desfilan activistas, terroristas de baja y media intensidad, simpatizantes del IRA, conspiradores, anarquistas, políticos corruptos y policías tarugos. En realidad (y esto es una pega), la novela tiene practicamente la estructura y el estilo de uno de esos ensayos sobre grupúsculos y guerrillas urbanas, sin apenas diálogos y escasos episodios de acción real. Partiendo de una premisa interesante y ambientada de una forma extenuante y más que correcta, como novela tengo que decir que se me hizo algo ampulosa y cuesta arriba.

"The secret life of Walter Mitty" (Ben Stiller, 2013)

Amo a Ben Stiller, creador, director y protagonista de la película que más me hizo reir jamás, "Zoolander", y de geniales comedias incomprendidas como "Un loco a domicilio" (otra de mis pelis favoritas), "Tropic thunder" o los sketches de su propio show. Como actor, su aspecto y su cara de no haber roto un plato le permite interpretar al guapo protagonista de una comedia romántica lo mismo que al loser más gañán. Siempre estoy esperando al nuevo estreno de Stiller para pasar un buen rato. En su última obra total, de nuevo escribiendo, produciendo y trabajando a ambos lados de la cámara, se pone intenso y nos regala una epopeya romántica sobre un oficinista soñador y enamorado, capaz de todo por compartir el resto de sus días con la chica de sus sueños. Lo justo de moñas y sin las payasadas a que nos tenía acostumbrado, un Stiller serio fabrica aquí una de esas historias del viejo Hollywood que nos ponen un nudo en la garganta. Una preciosidad, aunque también es verdad que la vi una tarde libre sin soltar el whatsapp.

martes, 22 de julio de 2014

"Weird Al" Yankovic - "Mandatory fun" (2014)

La semana pasada "Weird Al" Yankovic publicó su disco número 14, y último de su carrera según sus propias palabras. Aunque anunció de paso que a partir de ahora se dedicará a la publicación de singles online, que es más contemporáneo. El álbum es un concepto realmente absurdo y propio de otros tiempos, claro que sí. Hemos sufrido cincuenta años de imposición de un formato adaptado al diámetro del tocadiscos (un trasto del siglo pasado), conscientes de que solo en uno de cada mil discos buenos hay más de dos o tres canciones buenas; y eso ciñéndonos a los discos buenos. Se acabó la dictadura de la morralla, del "grabemos otras 12 canciones cualesquiera a toda leche para poder vender esa canción molona que nos salió una vez". Vivan las canciones, vivan los emepetreses sueltos, los singles y como mucho los recopilatorios. ¿A santo de qué tantísima quincalla de relleno por todas partes, durante décadas? ¿Quién necesita canciones de relleno? Volvamos a como era la música desde el principio de los tiempos y hasta los años sesenta del siglo XX, cuando las cosas aún tenían sentido y los músicos grababan solo las buenas canciones. Aunque sea a costa de la nueva dictadura de los tiburones de iTunes.

Dicho esto, el nuevo LP de "Weird Al" me lo he escuchado, entero, tres veces. Dos de ellas, a la ida y a la vuelta de un viaje en coche durante estas vacaciones de verano que se terminan en cuestión de minutos. Y es divertidísimo y genial, como siempre. "Weird Al" es un tesoro estadounidense, un director de videoclips, cómico, actor y músico que no se puede comparar con nadie, ni mucho menos con nada que tengamos en España. Un nerd alto y feo que canta y toca el acordeón, embajador de la polka y el humor grueso de la era MTV. Un capítulo de la música popular que cuesta un rato explicar al que no esté familiarizado con la outsider music, las college radios, el Dr. Demento o el absurdo funcionamiento de la Industria Musical, y que resulta incomprensible para quien no creciera con sus imitaciones de Michael Jackson o Kurt Cobain en los noventa. Y su último disco suena mejor que nunca, mejor producido, con su banda de siempre e invitados de lujo, pero sin dejar de ser lo mismo de siempre.

Yankovic es, a grandes rasgos, un músico paródico, un cómico musicado o un satirizador de la música contemporánea. Sus composiciones son, a las canciones de más éxito de cada momento, el equivalente a una viñeta de prensa respecto de la respectiva noticia. Y así lleva, ridiculizando el hit parade con todo el cariño y respeto, desde finales de los años setenta, con una fórmula que funciona como un reloj y que a mí me hace mucha gracia (aunque comprendo a quien le restulta cansino; como tantos otros productos de la cultura norteamericana, hay que contextualizarlos para entenderlos a fondo).

En su más reciente cancionero, "Mandatory fun", repite la fórmula que tan bien le ha funcionado siempre: parodias de canciones conocidas + canciones propias que parodian un estilo conocido + un mix de canciones conocidas a ritmo de polka. Donde en otras ocasiones sus medleys al acordeón se despachaban a gusto con lo más granado del heavy, el grunge, los clásicos ochenteros o el gangsta rap, en esta ocasión ha elegido 12 superéxitos de la radiofórmula adolescente para pergeñar un corte de 4 minutos que repasa llenaplayas de 1Direction, Psy, Daft Punk, Miley Cyrus, Ke$ha y otros paladines del soul-techno-pop que no me suenan de nada.

Los temas paródicos (adaptando letra de cachondeo a la música original) ahondan en el pop contemporáneo, destacando Tacky, parodia del famosísimo Happy de Pharrell Williams, y que detalla el comportamiento del perfecto hortera del siglo XXI; Handy, sobre el Fancy de Iggy Azalea (que ni zorra pero debe ser famosísimo en las fraternidades yanquis), hace risas acosta de ser muy mañoso («Still rocking my screwdriver / Got the whole world thinking I'm MacGuyver»); en Foil, parodia de algo llamado Lorde (no son los imitadores de Gwar que ganaron Eurovisión), comienza fraseando sobre el original las grandezas del papel de aluminio para llevarse los restos del restaurante, para terminar explicando su utilidad para hacerse un gorrito y no ser espiado por los Illuminati; Word crimes (a partir de un tema de alguien llamado Robin Thicke, sin relación con el padre de Kirk Cameron en Los problemas crecen) es un continuo juego de palabras sobre los problemas ortográficos de los jóvenes americanos («You should never write words using numbers / Unless you're seven or your name is Prince»; por cierto, que Prince nunca ha dado permiso a Al para hacer de las suyas con sus canciones); y en Inactive (probablemente la más floja), parodia de Radioactive de Imagine Dragons, se burla del estereotipo del obeso zampabollos que no se mueve del sofá.

Finalmente, está el grupo de canciones propias, compuestas por Al para la ocasión, pero inspiradas por el estilo y el sonido de otros músicos; es decir, imitando a otros músicos, como si fuesen estos quienes interpretaran los cortes. De este palo, incluye Sports song, un genial himno fanfarrón y camorrista de desprecio al equipo contrario, interpretado como si fuera una marching band; Mission statement homenajea en la forma el country sureño a lo Crosby, Stills & Nash, mientras que la compleja letra (que parece un tema de Bad Religion de los primeros noventa, pero de coña), ironiza sobre la "necesidad" del hombre de monetizar sus bienes, economizar nuestro tiempo y ser una pieza más eficiente del engranaje corporativo; el último tema del disco es una balada epopéyica y desenfadada a lo Cat Stevens, de 9 minutos, sobre una relación fortuita que no pudo ser.

Y dejo para el final mis no-polkas favoritas del disco: Lame claim to fame, con su genial videoclip en stop-motion, no solo es una descojonante reflexión sobre lo efímero de la fama y lo idiota que resulta coquetear con ella en estos tiempos, y contarlo en las redes sociales: «My best friend's brother, well, he was an extra in Wayne's World 2 / My neighbour's baby sitter dated three of the guys in Mötley Crue». «I had a car that used to belong to Cuba Gooding Jr.'s uncle / A friend of mine in high school, had jury duty with Art Garfunkel» «I don't mean to brag but Paul Giamatti's plumber knows me by name» «I posted first in the comments / on a Youtube video»... y así todo. A mí me hace gracia). El vehículo para esta letra es, en este caso, un homenaje diáfano y confeso a una de mis bandas favoritas, Southern Culture On The Skids (concretamente a Camel Walk y a Dirt Track Date). Y el otro tema magnífico del disco se inspira en otra de las mejores bandas del mundo: los Pixies. Con una base de bajo que homenajea a Debaser, la inmensa Amanda Palmer emulando a Kim Deal a los coros, y una letra descacharrante sobre la estupidez del pijo contemporáneo. Se titula First World problems (Los problemas del Primer Mundo): «My maid is cleaning my bathroom, so I can't take a shower / When I do, the water starts getting cold after an hour». «Can't remember which car I drove to the mall / My Sonicare won't recharge, now I gotta brush my teeth like a neanderthal». «My house is so big, I can't get WiFi in the kitchen».

Me encanta el nuevo Larga Duración del Raro Al Yankovic. Soy así de infantil.

X-Force #116-129 / X-Tatix #1-26 (Peter Milligan, Mike Allred, otros, 2001-2004)

Con una década de retraso, estuve leyendo la saga mutante de culto escrita por Peter Milligan con dibujos del Mike Allred (y colores de su esposa Laura; por lo visto Mike ¡es daltónico!). Después de años a la deriva, la colección de mutantes asilvestrados y llenos de dientes creados (más o menos) por Rob Liefeld iba a ser transformada desde los cimientos. El artista indi creador de Madman llegaba a Marvel a bombo y platillo para encargarse de remodelar la franquicia, junto a un guionista también indi, y curtido en el sello Vertigo. Era un momento ideal para aficionarse a una nueva serie, que prometía frescura, colorinchis y guiones estrambóticos y adultos. Por el camino se quedaría algún Marvel Zombie más conservador y mucho fan del "rollo Liefeld".

Pues tengo que decir que yo debía ser de los primeros, porque no me terminó de atraer nunca demasiado esta colección. Ni tampoco demasiado FF (que la sigo teniendo pendiente) ni la nueva etapa de Silver Surfer, donde ahora se entretiene Mike Allred, el otrora dibujante outsider pero normalito y a día de hoy (con tanto jubilado y tanto fugado) una de las grandes estrellas del tebeo mainstream norteamericano. En mi caso, en principio era una cuestión de forma. El estilo de Mike Allred es demasiado estridente y surreal para mi gusto (aunque es innegable que es un portento). Una vez leídos todos estos tebeos (bueno, casi todos; me faltan los últimos tomos, y ya caerán), tengo que decir que no me ha acabado de convencer el trabajo que hizo Milligan con estos personajes. Me parece muy bien que decidiera borrar de un plumazo décadas de historia de la franquicia mutante (aunque, a la larga, parece que más que eso lo que hizo fue fagocitarla; en lugar de empezar desde cero, trató de arrastrar a un montón de fieles desde una cabecera en marcha, para después sí, empezar de cero... y tener que cerrarla por falta de ventas), no es una cuestión de nostalgia; es simplemente que ninguno de los sub-argumentos creados por Milligan me parece que tuvieran nada de originales. Ni lo de ser superestrellas mediáticas, ni lo de pelearse entre ellos, ni lo de ganar pasta con su trabajo, ni el hecho de nutrirse de un carrusel de personajes intercambiables. Quizá lo único que me resultaba rompedor era que los personajes muriesen cada dos por tres, incluso muriesen ¡de verdad! casi todos al final del primer número. Y también es significativo que las misiones, la acción, la raison d'être de los superhéroes, importe un pimiento, y que lo que de toda la vida ha sido la acción en un tebeo de superhéroes, aquí transcurriera en las elipsis y solo viéramos los quehaceres domésticos y las entrañas logísticas del grupo.

Todo bien. Indudablemente esto era algo diferente... no demasiado diferente, en realidad, de otras historias de antihéroes y que ya han sido contadas en el sello Vertigo (que es a donde todo esto verdaderamente pertenecía), pero a mí me estaba resultando terriblemente poco interesante. De no ser por esas viñetas tan espectaculares y rematadamente pop, hubiera tirado la toalla enseguida. Todo me resultaba tan frívolo, inocuo y exasperante como uno de esos programas de boniatos humanos gritones que echan en la MTV, a la que nunca me asomo.

Al cabo de unos cuantos números, la cosa fue enganchándome poco a poco, hasta el punto de no saber muy bien cómo posicionarme: el personaje de Doop es intrigante, Venus Dee Milo no tiene brazos (guau, súper-original y gafapasta) y es bastante fascinante, de Chica Muerta mola todo y las tramas empiezan a hacer que te llegue a preocupar un poco lo que le sucede a los personajes, a pesar de que Milligan se ha empeñado en que no te identifiques con nadie y te importe una mierda todo lo que está pasando.

A falta de un par de tomos, en los que haré un esfuerzo por ver cómo resolvieron todo esto (apuesto a que mueren todos), mi opinión no es muy positiva respecto de este tebeo tan cool y que parece haber puesto de acuerdo a toda la crítica. Me gustan los tebeos emocionantes, los personajes y las historias que enganchan, la épica, la intriga, el romance, la literatura con sentimiento, y aquí no encuentro nada de esto. X-Tatix me parece una celebración del hedonismo, la frivolidad, el postureo y la post-modernidad. X-Force me dan igual y más o menos nos daban igual a todos; pero me hacen esto Milligan y Allred con Spider-Man o con Lobezno y no tienen campo para salir corriendo.

"¡Quemad Madrid! (O llevadme a la López Ibor)" (Raquel Peláez, Alfonso Zapico, 2014)

«Malasaña es la mili de la generación de Jim Henson.».

«Malasaña es como el Libredón, el bosque sobre el que una estrella señalaba el lugar exacto en el que estaba enterrado el apóstol Santiago y sobre el que se construyó la catedral de Compostela: un cúmulo de mitos con ínfulas históricas que nadie osa desmontar.».

«Si La Movida fue cosa de unos niños burgueses hijos de aristócratas que querían divertirse fuera de los convencionalismos de sus padres y Alaska ha acabado siendo íntima de Carmen Lomana, no podemos rasgarnos las vestiduras porque los treintañeros irónicos de profesiones creativas hayan encontrado su hueco en una Malasaña pulcra y acomodada.».

Las tres citas pertenecen al capítulo "Malasañaland" de "¡QUEMAD MADRID!", un libro lleno de brillantes, originales y simpatiquísimos artículos sobre la ciudad, obra de Raquel Peláez (con ilustraciones de Alfonso Zapico y prólogo del gran Santiago Lorenzo) que acaba de editar Libros del K.O. Que me ha gustado muchísimo y que recomiendo a todo el mundo. No había leído antes en ningún sitio y en tan pocas páginas cosas más sensatas, claritas, completas y sabias sobre la Malasaña de ayer y hoy, ni me había entretenido tanto conociendo cosas sobre El Viso, el Pirulí, la M-30, la grieta perenne en donde lo de Carrero, las modernas, los samuises de Rodilla o el cielo de polvo de lapislázuli caducado sobre nuestras cabezas cosmopolitas. Me lo voy a leer ahora otra vez.

Esto de aquí arriba lo puse el otro día en mi Facebook, nada más cerrar la última página del libro, entusiasmado, y para qué repetirme. Aunque el entusiasmo persiste, porque "¡Quemad Madrid!" me gustó muchísimo. Fue una compra feroz, sin pensar, nada más verlo entre las novedades de un Vip's (alentado por la lectura de la solapa, los bonitos dibujos de Alfonso Zapico y el prólogo del maestro Santiago Lorenzo, que supongo que no debe prologar cualquier cosa), y lo engullí en las 24 horas siguientes, a ratos, disfrutando de todas las imágenes mentales, las historias y las ideas que con tanta vehemencia y tanta efectividad lanza la autora. Yo que me considero una de las personas que menos han salido de Madrid a lo largo de mi vida, casi tan poco como la Cibeles, esta colección de artículos escritos por una visitante, por una maketa, una charnega, emigrante de la diáspora leonesa, me han enseñado montones de cosas y Raquel las expresa con una contundencia, una exactitud y una facilidad tremenda. Como si hubiera vivido todos estos cambios con mis ojos. Y todo muy divertido, con una estructura (y las citadas ilustraciones, geniales) que hace la lectura muy dinámica y entretenidísima.

Hot Club Of Cowtown - Rendezvous in rhythm (2013)

Hot Club Of Cowtown es una de esas bandas de revival de los sonidos rurales norteamericanos que tanto me gustan. Un trío de cuerda estándar, guitarra-contrabajo-violín, con rubia jamona a bordo y a tres voces, que tienen un buen montón de discos a sus espaldas, generalmente ahondando en el western-swing y el jazz añejo. Hace meses estuve escuchando atentamente muchos de sus discos, donde abundan las versiones de clásicos sureños, y viendo videos en los que es una delicia contemplar las evoluciones de Elana James al fiddle. De entre su discografía (disponible en Bandcamp) destaco este disco, dedicado al hot jazz y el jazz gitano y manouche del París de mediados de siglo, con influencias del cercano Oriente y desarrollado principalmente a partir de esos dos gigantescos músicos que fueron Django Reinhardt y Stéphane Grappelli. Una maravilla de principio a fin, aunque descolla y rebosa exuberancia en los números vocales y en los tiempos desbocados.

En este blog sigo inmerso en este carrusel de posts a toda leche al final de las vacaciones, así que quiero añadir que hace unos días estaba comiendo en la terraza de un chiringuito a la ribera de una piscina natural de agua cristalina, en la ladera de una montaña de la Vera extremeña, y a continuación sesteando junto a un salto de agua con los pies en el río, mientras sonaba de fondo una selección de musette, Django Reinhardt, Les Primitifs Du Futur y R. Crumb & The Cheap Suit Serenaders que me hizo plenamente feliz.

"Captain America: The first Avenger" (Joe Johnston, 2011)

Hace casi tres años (¿¡ya!? :O) que fui al cine a ver esta película, y ya conté aquí que soy un mierdas y un cierrabares, y a pesar la ilusión que me hacía me quedé dormido y no me enteré de nada. Ayer mismo me la descargué y la volví a ver atentamente, aprovechando que una de mis aficiones durante estas vacaciones ha sido ver cada día algún episodio de la serie Marvel's agents of S.H.I.E.L.D., que se ve que va a ir incorporando los sucesos de las películas de Marvel Studios. Me entró el gusanillo, y como no he visto la segunda y la primera solo a medias, me puse a ello.

Es ésta una gran película, terriblemente fiel al espíritu del personaje, respetuosa con la proto-Marvel, con la Marvel moderna y con la continuidad de la compañía. Visualmente muy hermosa y efectista, creo que muy atractiva e interesante para el aficionado cásual a los superhéroes, y llena de detalles estupendos que no sé si se los han inventado o están tomados del universo Ultimate ("eso" no es para mí), pero que molan mucho; como todo el arco musical del Capi haciendo de cupletista promocional rodeado de chavalitas ligeras de ropa por los pueblos, el nacimiento de los Comandos Aulladores a las órdenes de Rogers, el padre de Tony Stark como desarrollador del suero de supersoldado (esto estoy segurísimo que no pasaba en los tebeos de los 40) o la dignísima explicación de su "muerte y resurrección" en el siglo XXI. Cráneo Rojo es impresionante, Sharon Carter no digamos, el actor principal es absolutamente perfecto como mandan los cánones de Marvel (tengo entendido que ya se ha cansado del personaje...), ¡los nazis disparan rayos desintegradores azules! y todo es rematadamente guay y la película entretiene y pasa en un suspiro. El único problema que tiene es el... el... Capitán Focomelo ése que sale al principio. El ♪Cabeza de Viejo Cuerpo de Joven ("...y sus aventuras de")♫ que sale durante todo el primer acto. Ese Steve Rogers chuchurrío y escuchimizado al que han puesto con cgi el cabezón de Chris Evans... Queda tan raro y es tan chocante que mirarlo resulta una experiencia extraña e hipnótica, casi tan desasosegante como mirar al perro de "La invasión de los ultracuerpos", y ése va a ser el recuerdo que me lleve.

"Horrible bosses" (Seth Gordon, 2011)

Una tarde tonta que tuve durante estas vacaciones me puse a ver esta comedia reciente, que no me sonaba de nada aunque está llena de actores que me gustan (normalmente, estoy tan al día de la actualidad cinematográfica como de la taurina). Narra las vidas paralelas que llevan tres colegas cuyos jefes les hacen la vida imposible, a base de mobbing, hasta el punto de que deciden conspirar para asesinarles alevosamente aprovechando que estos no conocen a los colegas de cada uno. Al estilo de "El quinteto de la muerte", los jefes primero se resisten a morir y todas las argucias fallan, pero luego todo empieza a rodar sin que se den cuenta, a golpe de slapstick y de reacciones en cadena. Y el último jefe resulta ser un hijo de perra psicópata (ya lo destripa la carátula, no yo) y todo se complica. Lo que prometía una comedia negra oculta en realidad una comedieta blandita y de humor blanquísimo para toda la familia. Como una galleta Oreo.

"Black super power" (Daniel Ausente, 2012)

En los últimos meses he actualizado poquísimo este blog; pero aquí lo tengo, siempre a mano, como esas libretas que llevan los críticos de cine pedantes a las salas, para tomar notas con un boli-con-linternita cada vez que algo de lo que ven les irrita. Hoy es el último día de mis vacaciones de verano. Está a punto de anochecer. Y en esta prórroga he decidido que voy a hacer 20 entradas seguidas de este blog (ya lo tengo preparado con todas las caratulitas preparadas, que es lo que más me cuesta hacer), con algunas de las cosas que recuerde haber visto, leído o escuchado durante mis tres semanas de vacaciones. En orden aleatorio, según me he ido acordando de las cosas. Empiezo por este post, y avisaré cuando haya terminado con el veloz repaso en un post... dentro de unas horas. Tengo puesto de fondo un recopilatorio de Clarence "Frogman" Henry, seguido de Brenda Lee, Ted Taylor, King Salami, Axel Zwingenberger, Louis Prima, Cherry Casino y así una ristra de LP's digitales en cola para acompañarme en la tarea. Tenía otras cosas que hacer, pero bueno. Le tengo cariño a este espacio.

Tengo encargada la caja Black pulp box de Aristas Martínez en mi librería de confianza. Se trata de un cofre que contiene unos cuantos libelos y fanzines, de ficción y de no, que giran en torno a la negritud cutánea de los seres humanos, y su idiosincrasia. El cofre es caro, y nunca encuentro el momento ni la billetera suficientemente llena como para ir a la tienda a por él, aunque me avisaron hace ya algunos meses. De todas maneras, lo que más me apetecía leer era este ensayo de Daniel absence, maestro y amigo, experto en cultura pop y cine de derribo, y ya a estas alturas una leyenda viva del escribir, del rajar y del presentar eventos sobre tebeos, cine y subcultura. La última vez que lo vi en el lineal de una librería no pude resistirme y me lo traje a casa, y cuando me haga con el cofrazo, pues bueno, lo regalo o forro un bargueño.

"Black super power" es un ensayo, entretenidísimo, acumulativo, muy explicativo, exhaustivo, sobre el papel de los personajes negros en la cultura popular, la norteamericana sobre todo, y principalmente en los tebeos de superhéroes de los setenta y el cine blaxploitation de la misma época. Un periodo, el de la guerra de Vietnam y la explosión de la(s) contracultura(s), que me interesa muchísimo y me fascina. Sin demasiados ornamentos, directo y ordenado, el repaso no se olvida de la época de los esclavos, ni de los bluesmen ni del KKK ni de la segregación ni de Rosa Parks ni de los Panteras Negras, pero enseguida entra en materia y nos lleva de la mano por montones de cabeceras de la Marvel de los setenta, aquellas (pocas) sagas en los tebeos de superhéroes (los del grandísimo Englehart, los Claremont, Goodwin, etc.) que se inspiraban en el zeitgeist y en los periódicos para situar a los superhéroes en contextos verosímiles y controvertidos, para dar su versión y actuar ante fenómenos como el Apartheid o las guerrillas urbanas de California o Detroit. Personajes como Pantera Negra, Luke Cage, Tormenta, Jim Rhodes, Trillador Nocturno o los héroes del sello Milestone hicieron historia del cómic y de la cultura popular, tanto como los actores y directores (de serie A, B y Z) que pusieron al ghetto a protagonizar historias en la gran pantalla.

Los capítulos dedicados al cine son más escuetos y huecos, pero al fin y al cabo a mí lo que me interesaban son los tebeos; y además sobre lo otro, y sobre la cultura negra en general, hay mucha más bibliografía. En lo que respecta al goloso repaso a los superhéroes de las viñetas, probablemente este sea el estudio más completo y escrito con más amor que existe, y además salpicado de ilustraciones y nutritivas notas a pie. Si de algo cojea el estudio (por decir algo), y como ya anuncia el autor, es del lenguaje demasiado "cínico" y resabiado a ratos, al provenir el grueso del texto de un largo artículo publicado en dos entregas del outsider fanzine Mondo Brutto, que extraña un poco en un libro independiente y para todos los públicos (dentro del Sistema) como es éste, pero a pesar de ello es una lectura deliciosa y entusiasmante, especialmente indicado para el Marvel Zombie y el fandom curtido de toda la vida. Imprescindible.

"Mi amigo Dahmer" (Derf Backderf, 2014)

Hace unos meses compré y leí esta novelagráfica, una asfixiante historia de adolescencia y descubrimiento en la América Profunda, narrada por un tipo (Derf Backderf) que en los años setenta compartió pupitre con otro chaval llamado Jeffrey Dahmer; joven extraño, introvertido y algo borderline éste, que crecería para pasar a la historia como "El Carnicero de Milwaukee". Como aficionado a este tipo de personajes, esta obra me interesaba mucho y la devoré durante un par de noches. El dibujo de Backderf es algo sucio, aparentemente apresurado, pero correcto y efectivo, en la línea de Joe Matt o Chester Brown. El tono es lúgubre y nostálgico, y la historia se ciñe a la cotidianeidad de un instituto de provincias y a un geek solitario e incomprendido y que hacía cosas raras. Sin moralina de ningún tipo, el autor reflexiona sobre el sistema educativo, la culpa, el bullying, la amistad y los demonios interiores. Una historia magnífica, adictiva y desasosegante como pocas.

"Oldboy" (Spike Lee, 2013)

Como todo hijo de vecino, no entiendo muy bien ni acepto de buena gana la costumbre de actualizar o "traducir" películas al lenguaje hollywoodiense moderno; sobre todo cuando se trata de películas recientes y tan perfectas y comprensibles como la versión original koreana de "Oldboy" (Park Chan-Wook, 2003). Más incomprensible aún que esta versión suecada la firme alguien como Spike Lee, el rey de la blaxploitation finisecular y gangsta, del cine del ghetto para todos los públicos (aunque mi favorita de Lee es la impactante "Summer of Sam"). Porque la única razón que encuentro para este tipo de remakes de películas mainstream de gran éxito es el oportunismo más diáfano y pusilánime. La cinta original, además, lineal y nítida, no requería ningún tipo de occidentalización. No había excusa posible. Esta versión americana es entretenida, y Josh Brolin es absolutamente sensacional, pero creo que era innecesaria, más aún cuando se libera de los momentos más efectistas y brillantes de la original (el histórico y brutal plano secuencia del martillo, la fuerza del propio objeto en otros momentos, la del pulpo, toda la escena final contra el final boss) dulcificándolos y tamizándolos para una generación tibia y aborregada, haciendo hincapié en la necesidad de venganza y redención del protagonista, y exagerando hasta el ridículo la reacción final. No puedo decir que esta versión sea mala, pero sí innecesaria y de ninguna manera anula la anterior, sino que la hace más imprescindible a las nuevas generaciones. Hablando de la historia surcoreana, yo con el manga no pude y me pareció bastante lleno de paja.

"Men in black" (Barry Sonnenfeld, 1997) / "Men in black 2" (Barry Sonnenfeld, 2002) / "Men in black 3" (Barry Sonnenfeld, 2012)

Hace un par de meses echaban en alguna cadena privada la primera de "MIB". Me acababa de preparar la cena y estaba haciendo zapping justo cuando iba a empezar. Era una noche agradable, yo estaba de vacaciones, era una noche fresca de verano y todo me era propicio. Nunca había visto esta película, nunca antes me había interesado esta saga, porque visualmente no me atraía nada y pensaba que era un producto muy infantil y muy tonto. Lo ignoraba todo sobre este asunto, y ni siquiera estaba seguro de que fuera una trilogía. El visionado de la primera parte de la saga, aquella agradable noche en mitad de mis vacaciones, me entusiasmó. Me gustó mucho, mucho, y guardaré un gran recuerdo. No tenía ni idea del gran homenaje que habían hecho aquí al cine 8enter, y que el espíritu de los clásicos de género para todos los públicos de mi generación ("Cazafantasmas", "Regreso al futuro", "Exploradores"...) estuviera aquí intacto. También es cierto que el estreno de la primera entrega tiene ya cerca de 20 años, y que si bien estaba lejos ya en el tiempo de sus antecesoras, por entonces sus referentes no eran tan lejanos. Es obvia también la cercanía a Expediente-X, una de las cosas más grandes que ha dado la cultura popular; pero nunca antes, que yo sepa (bueno, supongo que en los cómics en los que se basa esta saga), se había dado vida tan a fondo al hermoso concepto de los Hombres de Negro, esos insobornables y misteriosos tipos sin pasado que supuestamente se aparecen en los graneros de la América Profunda y disuaden a los rednecks de contar sus experiencias con seres del más allá, y de una forma caricaturesca tan alejada a la verosimilitud dramática de los casos de Mulder y Scully. La pareja formada por Will Smith y Tommy Lee Jones funciona como un reloj, y la historia de la incorporación del policía incorruptible y atlético al misterioso y secreto MIB, después de su primer encontronazo con un alien, es muy guay. Lo que menos me gusta de toda la saga es la convivencia de los MIB con los marcianitos de toda clase, esas escenas en las que vemos los hq del equipo y se pasean bichos inconcebibles, payasos y supuestamente graciosos. Esas son las escenas que me parecían más infantiles y bobas. Aunque la coexistencia de alienígenas en nuestra sociedad, en tiendas ignotas y puestos de trabajo (o comentarios de los protagonistas sobre famosos que son en realidad aliens), tiene cierta gracia y es parte importante de la ambientación de la saga. Como digo, a mi edad he descubierto esta saga, le pongo pocos peros y creo que es merecidamente uno de los iconos de su época. Con altibajos y algún momento verdaderamente pueril, las tres entregas son dignas, divertidas y llenas de detalles deliciosos. Soy fan.

Sweet Tooth #1-22 (Jeff Lemire, 2009-2011)

Con bastante retraso, hago acuse de lectura de más o menos la primera mitad de esta reciente historia del sello Vertigo, una obra completa de Jeff Lemire ambientada en una distopía post-apocalíptica en la que un extraño virus ha mutado a los niños en híbridos mutantes niño-animal, y en la que el joven Gus, inocente y tembloroso chaval-cervatillo, parece ser la clave para frenar la epidemia. El joven Gus vive en una cabaña en el bosque, apartado por su padre de la sociedad y criado a las faldas del fanatismo religioso. Por aquel bosque habita también una milicia que caza y vende a los híbridos, así como un extraño laboratorio oculto en el que se experimenta con niños, y un puñado de niños mutados que tratan de sobrevivir a su propia condición. En la línea de The walking dead, el grupo de supervivientes pulula por los bosques buscando cobijo y enfrentándose a milicianos y mad doctors, mientras afluyen recuerdos, pistas sobre el origen de la pandemia y fuertes diferencias entre los protagonistas (entre quienes destaca Jepperd, un cazarrecompensas que recuerda a Frank Castle y que lidera la expedición). El estilo de Lemire es bastante amateur al comienzo de la serie (esos fondos de viñeta pochos o inexistentes), pero va mejorando mucho conforme avanzan los arcos. El concepto de la historia es interesante, y el tono adulto y fantástico engancha enseguida... pero la cosa poco a poco va haciéndose lenta, densa y claustrofóbica. Sirva esto como punto de lectura, aunque no sé si tendré fuerzas o interés por conocer el final de la historia, con tantas cosas por leer.

"Tiempo de canicas" (Beto Hernandez, 2014)

Desconozco casi por completo la producción de los 3 Hernandez Bros. Mi colega JF, que es muy fan, me prestó este tomo hace algún tiempo, y lo disfruté un montón, en cuanto a que es un catálogo de anécdotas de infancia e iniciación en la cultura popular norteamericana perfectamente intercambiable. Creo que la infancia y adolescencia de casi todos los occidentales de todo el siglo XX, hasta la invasiva llegada de los PCs e internet a todos los hogares, es bastante similar. Me consta que mis padres jugaban en la calle, como yo, y más o menos a las mismas cosas y manejaban la misma idiosincrasia; y sus padres, y los padres de aquellos. Aquí es cuando me pongo cascarrabias y afirmo que la generación siguiente a la mía se pasa las tardes en casa jugando a las maquinitas y comunicándose por chat, y siento lástima. Mi infancia sí que fue plena y satisfactoria y mejor y todo eso. Beto Hernandez realiza aquí una memoria de sus juegos de infancia, sus primeros tebeos, cromos y relaciones con el otro sexo, sin más ambición ni intención que la de retener y envasar ese candor y esa actividad inocente que sobrevuela nuestra nostalgia. Una lectura dulce y purificadora.

miércoles, 2 de julio de 2014