Como todo hijo de vecino, no entiendo muy bien ni acepto de buena gana la costumbre de actualizar o "traducir" películas al lenguaje hollywoodiense moderno; sobre todo cuando se trata de películas recientes y tan perfectas y comprensibles como la versión original koreana de "Oldboy" (Park Chan-Wook, 2003). Más incomprensible aún que esta versión
suecada la firme alguien como Spike Lee, el rey de la
blaxploitation finisecular y gangsta, del cine del ghetto para todos los públicos (aunque mi favorita de Lee es la impactante
"Summer of Sam"). Porque la única razón que encuentro para este tipo de remakes de películas mainstream de gran éxito es el oportunismo más diáfano y pusilánime. La cinta original, además, lineal y nítida, no requería ningún tipo de occidentalización. No había excusa posible. Esta versión americana es entretenida, y Josh Brolin es absolutamente sensacional, pero creo que era innecesaria, más aún cuando se libera de los momentos más efectistas y brillantes de la original (el histórico y brutal plano secuencia del martillo, la fuerza del propio objeto en otros momentos, la del pulpo, toda la escena final contra el final boss) dulcificándolos y tamizándolos para una generación tibia y aborregada, haciendo hincapié en la necesidad de venganza y redención del protagonista, y exagerando hasta el ridículo la reacción final. No puedo decir que esta versión sea mala, pero sí innecesaria y de ninguna manera anula la anterior, sino que la hace más imprescindible a las nuevas generaciones. Hablando de la historia surcoreana, yo con el manga no pude y me pareció bastante lleno de paja.
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