Recomiendo, aunque sea tan tarde, los cuatro primeros libros que se autoeditaron
El Butano Popular, un espacio de refocile literario con pretensión de hacer gremio en torno a algo concreto, por parte de un grupo de amigos de Barcelona que se conocen (nos conocemos) desde hace ya demasiados años como para no echarse de una vez el petate encima y ponerse a escribir juntos, a montar la liga de la justicia literaria, a ver qué salía. Alrededor de este grupo de colegas ya prácticamente de toda la vida haciendo calçotadas, afición, tragos y audiocomentarios (Lardín, absence, Hijo Tonto, C. Rancio, Minchinela, Lindyhomer, Mike Ibáñez, Pérez Andújar, Eunice, etc.) se fueron asentando otros talentos afines (Ripollès, Padial, Pere Montaner, Sergi Puertas, Trashorras, e incluso no barceloneses como John Tones, Santiago Lorenzo, Borja Crespo, Grace Morales, Miguel Noguera, Vigalondo, Jorge de Cascante, Jimina Sabadú, Julián Hernández y también algunos a los que no conozco de nada), y ya son más de tres años y medio los que llevan ofreciendo (alguno solo de forma testimonial) algo que podría definirse como columnas de prensa aisladas sobre cualquier cosa que no sea la actualidad periodística (de mierda). Un barco de colegas, una verdadera cofradía de gente más o menos de la misma generación y amamantados por los mismos productos culturales, arrejuntados y disparando en la misma dirección.
De momento, tras unos cuantos altibajos, incorporaciones, reuniones, el Butano Popular sigue siendo un lugar de opinión para lectores con formación, paciencia y sensatez, estricto negro sobre blanco con una bombonita naranja torcida encima, que ha cristalizado y se ha ennoblecido con la publicación de una avanzadilla de 4 libros como dios manda, encolados, para poner en una estantería o llevarlos en el Metro. El diseño es precioso, bellísimo ese hueso gotelé con esas tipografías, pero conste que yo ya tengo dos con manchas de chocolate, y no son lavables. Los tengo leídos desde hace tiempo, pero me he dado cuenta de que no había hablado aquí de ellos.
"Creaciones Madrid" de Grace Morales, lo leía ya quincenalmente online, con mucho gusto, porque no conocía yo otra columna periódica sobre la ciudad de Madrid escrita desde la trinchera desde los buenos tiempos de Moncho Alpuente, y en internet sí que no hay quien te calle y tampoco hace falta dar palos siempre a los gobernantes para satisfacer al que ha pagado su euro y pico por el diario. Estas crónicas de Grace me gustan mucho, el libro es estupendo y ya lo había dicho
alguna vez, aunque no las tenga
todas conmigo con la autora.
"Mentiré si es necesario" traslada a formato noble los hermosos y nostálgicos cuentos de autobiografía-ficción que lleva todo este tiempo desgranando el entrañable agitador cultural Daniel Ausente en "El corro de la patata", su rincón en el Butano. Un coladero de recuerdos de infancia y adolescencia asilvestrada entre tebeos, niñas, drogas, conciertos de punk ochentero, sesiones continuas en festivales de serie B y una familia que parece de la Editorial Bruguera. Un ejercicio de honestidad calibrada y maquillada por la distancia y el ingenio que se devora con placer y que se apropia de uno sin darse cuenta.
"Corazón conejo" y
"Detrás de ti en el museo del traje", de Rubén Lardín y Jorge de Cascante, son las dos piezas inéditas del lote, no rescatadas del ciberespacio sino escritas para la ocasión, un detalle para con el fan de su RSS. Lardín se recrea igualmente en la introspección y aflora recuerdos de su iniciación sentimental y marcial a través de la exposición a, y la asunción de Hitchcock, Mario Bava, Conan el bárbaro, Rambo, Black Sabbath, Polanski, Morricone o Sergio Leone como padres adoptivos, en un menjurge literario-periodístico que se lee del tirón y que continúa y noveliza las cápsulas de tiempo que el escritor y amigo Lardín lleva décadas enviando al espacio, hacia la misma galaxia inhabitada en la que flotan
"El misterio de los intervalos de silencio" e
"Imbécil y desnudo".
Jorge de Cascante es el diletante más joven, florido y contemporizador de esta talentosa generación innombrada de post-fanzineros y bruttos mecánicos (con perdón), y su libro es una colección de post-cuentos divertidos y refrigerantes, pero que se regocijan más en la forma y en el
flow que en el contenido y, desde luego, en la reflexión personal. Una lectura interesante y complementaria para hacer escalera de color.
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