Hasta hoy nunca había leído
Preacher, la obra que consagró a Garth Ennis y Steve Dillon. A lo largo de la semana pasada la estuve disfrutando entera, lentamente, en su versión española, y aunque creo que ha perdido poder de provocación y agravio sigue siendo una obra grandísima y fundacional. Leída del tirón, funciona como
road western movie de acción coral salpicada de personajes inverosímiles y geniales, que se resiente cuando la trama se pone intensa con todo el asunto de los ángeles, los demonios y las ganas de matar a Dios. Funciona también como un retrato de terror de la América Profunda, del Cinturón de la Biblia y del Cabrón del Campo™, desde un punto de vista británico, ácido y punk. Y como una crítica del capitalismo y de la cultura de masas (la historia paralela de Caraculo Rey del Pop es una joya por sí misma). Toda la relectura evangélica, y todo lo relacionado con el Jesse Custer como nuevo Mesías, ya digo que me interesaba menos y me servía solo como mcguffin para los tiroteos, los encuentros en Nueva Orleans, la búsqueda de la familia adoptiva de Jesse, la eterna persecución de Herr Starr o el triángulo amoroso Jesse/Tulip/ Cassidy. Una odisea salvaje, divertidísima y tremenda, imprescindible para comprender el cómic norteamericano de las últimas dos décadas.
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