No recuerdo cómo descubrí este fanzine, obra de un fan del wrestling vintage de Georgia, Atlanta; pero al poco tiempo de empezar a seguir su blog y su página de Facebook, anunció que iba a sacar un tomo recopilatorio con los 4 primeros números. Enseguida decidí ponerme en contacto con él y hacerle un pedido, animado por lo que parecía una cosa tan guay y hecha con tanto cariño. En España, hasta el siglo XXI, nunca han existido revistas especializadas en
wrestling, y mucho menos en el
pressing clásico de los ochenta y noventa. Y un fanzine, para mí, son palabras mayores, es un producto fruto del amor y la pasión de un aficionado especial. Aproveché para que incluyera en el paquete el resto de números editados hasta el momento: 5, 6 y 7. Le hice un pedido colectivo, para otros dos amigos interesados, y la cosa salió bastante barata. Además, el tipo, Robert Newsome, tuvo el enorme detalle de meter en la caja tres juegos de pegatinas corporativas (
Only wrestling is real!), un par de pósters (uno anunciando la salida del recopilatorio, y otro de un evento local en un garito de su ciudad para ver viejas cintas de lucha) y un parche de tela con el logo de
The Atomic Elbow. La transacción fue estupenda, bastante rápida una vez que se materializaron los libros en su casa (desde que los anunció y se los pedí hasta que los recibió sí que pasó bastante tiempo) y muy positiva. Y el contenido está muy a la altura. Tanto que en las últimas semanas me he pasado unas pocas horas leyendo extensos artículos y entrevistas sobre y a norteamericanos coritos, aceitosos y desconocidos, en inglés.
Porque una de las características de cada entrega es que consta de pocos artículos, pero bastante extensos. Tanto el editor como los colaboradores acostumbran a introducir simpática y abundante información personal en cada artículo, del tipo de dónde estaban cuando tuvo lugar esa
Raw, cómo convencieron a su padre para acudir a esa cita en un
mall local de North Carolina para ver una sesión de lucha indie, o cómo conocieron a ese luchador disfrazado de mantis religiosa con el que trabaron amistad. Las reseñas de pretéritos shows (Wrestlemania IX, Great American Bash 1992, Halloween Havoc 2000, Clash of the Champions XVII, Smokey Mountain Wrestling Volunteer Slam 1992, AWA Super Sunday 1983, el inconcebible
reality Celebrity Wrestling, un WCW Monday Nitro de 1990...) son graciosísimos, y los artistas critican una por una cada pelea, cada
gimmick, cada estúpido comentario de los comentaristas, ridiculizan el esperpento culebronesco de la fanfarronada, las conexiones desde el hospital, los cuernos que se ponen unos luchadores a otros para animar el cotarro, etc., y reconocen honestamente su disfrute cuando la cosa se ciñe al deporte en sí, elogiando momentos memorables de la WWE, WWF, SMW, WCW, Chikara o cualquier otro evento independiente o local al que han asistido o han visto en un ignoto DVD. A lo largo de los siete números entrevistan a algún que otro luchador, pero también a artistas de cómic o músicos (el número 1 se abre con una charla con el mismísimo Bob Mould de Hüsker Dü y Sugar), árbitros o
podcasters del gremio. Casi todos los números incluyen pequeñas historietas y pin-ups de artistas desconocidos pero bastante diestros, e incluso algún relato que ensalza recuerdos relacionados con Roddy Piper El Gaitero, Hulk Hogan, Brutus El Barbero, Sting, Jimmy Estaca Duggan, etc. El conjunto es una lectura entretenidísma (que no he acabado, y que confieso que llegado al 4º número he empezado a hacer en diagonal en algunos artículos), varios cientos de páginas de apretada letra y deliciosos pantallazos e ilustraciones que espero que siga creciendo y que de alguna manera pueda seguir recibiendo en mi buzón desde Atlanta, porque este fanzine es una pieza de artesanía bien bonita y muy recomendable.
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