La esperada novela de Grace Morales llegó al escaparate de Madrid Comics, casualmente, la misma tarde que yo pasé por delante por primera vez en casi dos años, y me dije que venga, que para qué esperar, que entraría en ese lugar sólo un momento, lo justo, y volvería a salir despacito como si nada hubiera pasado y ya está. La prosa de Grace me resulta familiar, tras tantos y tantos años leyéndola en el MB, y al mismo tiempo fue una lectura incómoda, sabiendo que soy uno de esos fans a los que desprecia, uno de esos sobre los que, sé de buena tinta, aplica el “pero qué público más tonto tengo”. Fueron tres días raros leyendo esto, todo este mamotreto de páginas en los que Grace ha volcado tanto trabajo, supongo. La disfruté por tanto a medias, y además no me ha dejado ningún poso. Esperaba que hubiera aquí más de Jardiel y menos de la sociología y la mala baba que destila en sus (por otro lado, casi siempre, estupendos) artículos. Tuve todo el tiempo la sensación de que Grace se inventa un grupo de personajes bastante planos, por más que abunde en sus desventuras, que le sirven apenas como una herramienta sobre la que verter verdades y tópicos y desentrañar sus tópicas e insulsas vidas. A lo largo de la novela tiene la destreza, exclusiva hasta donde yo sé, de describir detalladísimamente el sentir particular de toda una generación entre la que más o menos me cuento, que hemos vivido un cambio social apabullante, doloroso, terrorífico, desde el instante de la caída de las Torres y a través de la invasión silenciosa de Internet primero en nuestras oficinas y luego en nuestras casas. Un viaje generacional sin retorno, deprimente y sostenido apenas (en el caso de algunos personajes y del mío propio) en la nostalgia de un tiempo pre-11S que era más mejor y más normal. Un viaje que nos lleva a través del IRC, los primeros “emilios”, los pps idiotas, el furor del eMule, los chats de ligue, el atentado de Atocha, la gilipollez del homo-oficinista en general, la evolución de la radiofórmula o la teletienda, la depresión de la vida virtual o lo efímero de las relaciones conyugales en el siglo XXI. Un largo análisis, un largo artículo brutto en formato novela, narrado a través de saltos espacio-temporales y protagonizado por un puñado de personajes estereotipados cuyas vidas se cruzan y se alejan constantemente, y están salpicadas sin excepción de vicio virtual, e-cuernos, filias pornográficas, locales de intercambio y, en definitiva, la intimidad sexual de cada uno y el sobresalto dimensional con que las nuevas tecnologías la han impregnado. “Otra dimensión” está repleto de imágenes brillantes y comentarios incisivos, de angst existencial y de realismo filosófico, de descripciones exhaustivas y una disección grandiosa casi obsesiva de casi todos los aspectos comunes de estos tiempos que nos han tocado, pero como novela se me ha quedado un poco coja: a los insustanciales personajes no les suceda nada más que la propia vida en este escenario dantesco tan real; nada interesante ni susceptible de ser novelado.
viernes, 7 de octubre de 2011
Otra dimensión (Grace Morales, 2011)
La esperada novela de Grace Morales llegó al escaparate de Madrid Comics, casualmente, la misma tarde que yo pasé por delante por primera vez en casi dos años, y me dije que venga, que para qué esperar, que entraría en ese lugar sólo un momento, lo justo, y volvería a salir despacito como si nada hubiera pasado y ya está. La prosa de Grace me resulta familiar, tras tantos y tantos años leyéndola en el MB, y al mismo tiempo fue una lectura incómoda, sabiendo que soy uno de esos fans a los que desprecia, uno de esos sobre los que, sé de buena tinta, aplica el “pero qué público más tonto tengo”. Fueron tres días raros leyendo esto, todo este mamotreto de páginas en los que Grace ha volcado tanto trabajo, supongo. La disfruté por tanto a medias, y además no me ha dejado ningún poso. Esperaba que hubiera aquí más de Jardiel y menos de la sociología y la mala baba que destila en sus (por otro lado, casi siempre, estupendos) artículos. Tuve todo el tiempo la sensación de que Grace se inventa un grupo de personajes bastante planos, por más que abunde en sus desventuras, que le sirven apenas como una herramienta sobre la que verter verdades y tópicos y desentrañar sus tópicas e insulsas vidas. A lo largo de la novela tiene la destreza, exclusiva hasta donde yo sé, de describir detalladísimamente el sentir particular de toda una generación entre la que más o menos me cuento, que hemos vivido un cambio social apabullante, doloroso, terrorífico, desde el instante de la caída de las Torres y a través de la invasión silenciosa de Internet primero en nuestras oficinas y luego en nuestras casas. Un viaje generacional sin retorno, deprimente y sostenido apenas (en el caso de algunos personajes y del mío propio) en la nostalgia de un tiempo pre-11S que era más mejor y más normal. Un viaje que nos lleva a través del IRC, los primeros “emilios”, los pps idiotas, el furor del eMule, los chats de ligue, el atentado de Atocha, la gilipollez del homo-oficinista en general, la evolución de la radiofórmula o la teletienda, la depresión de la vida virtual o lo efímero de las relaciones conyugales en el siglo XXI. Un largo análisis, un largo artículo brutto en formato novela, narrado a través de saltos espacio-temporales y protagonizado por un puñado de personajes estereotipados cuyas vidas se cruzan y se alejan constantemente, y están salpicadas sin excepción de vicio virtual, e-cuernos, filias pornográficas, locales de intercambio y, en definitiva, la intimidad sexual de cada uno y el sobresalto dimensional con que las nuevas tecnologías la han impregnado. “Otra dimensión” está repleto de imágenes brillantes y comentarios incisivos, de angst existencial y de realismo filosófico, de descripciones exhaustivas y una disección grandiosa casi obsesiva de casi todos los aspectos comunes de estos tiempos que nos han tocado, pero como novela se me ha quedado un poco coja: a los insustanciales personajes no les suceda nada más que la propia vida en este escenario dantesco tan real; nada interesante ni susceptible de ser novelado.
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