Paseaba por el Centro esta tarde con muchísima urgencia de sentarme en una terraza a tomar una horchata y leer al sol, pero no llevaba papel encima; así que entré en una tienda y compré algo ligero y barato, esto, con un envoltorio además muy simpático. Cometo el error de mirar la foto del autor, y me encuentro con un muchacho con perilla y pendientín, evitando la cámara, nacido hace veinte años y pico. Pero ya no hay marcha atrás, y llevo un rato leído de esto. Consulto a ver quién es éste, y descubro que lo que he comprado se vende en el C.S.A. La Tabacalera, y que el vivaracho autor se relaciona con quien yo me temía. Pero no haré sangre. La novelita, formato serie blanca de Barco de Vapor, va sobre un canallita de ventipocos que fuma y el resto se la suda; que le ponen sms las chavalas con tetas grandes y le roban besis, quiere dejar a su novia, que se fuma las clases de la Facul y a veces queda a fumar algo por Malasaña, y a veces no, porque pasa. Si total... Se lee en dos caladas y te quedas igual, menciona a Bill Hicks, a Bolaño, a Kurt Cobain y a Bukowski con desgana, porque mola, porque psché. Y así. Un panfletín post-romántico con más o menos las letras en su sitio, con correcciones ortográficas, sin ideas, y muchísimo menos interesante que mi diario de cuando tenía 22 años, al menos para mí. Pero bien canallita todo, claro que sí.
martes, 14 de junio de 2011
La legendaria rebelión de los fumadores (Julio Fuertes, 2011)
Paseaba por el Centro esta tarde con muchísima urgencia de sentarme en una terraza a tomar una horchata y leer al sol, pero no llevaba papel encima; así que entré en una tienda y compré algo ligero y barato, esto, con un envoltorio además muy simpático. Cometo el error de mirar la foto del autor, y me encuentro con un muchacho con perilla y pendientín, evitando la cámara, nacido hace veinte años y pico. Pero ya no hay marcha atrás, y llevo un rato leído de esto. Consulto a ver quién es éste, y descubro que lo que he comprado se vende en el C.S.A. La Tabacalera, y que el vivaracho autor se relaciona con quien yo me temía. Pero no haré sangre. La novelita, formato serie blanca de Barco de Vapor, va sobre un canallita de ventipocos que fuma y el resto se la suda; que le ponen sms las chavalas con tetas grandes y le roban besis, quiere dejar a su novia, que se fuma las clases de la Facul y a veces queda a fumar algo por Malasaña, y a veces no, porque pasa. Si total... Se lee en dos caladas y te quedas igual, menciona a Bill Hicks, a Bolaño, a Kurt Cobain y a Bukowski con desgana, porque mola, porque psché. Y así. Un panfletín post-romántico con más o menos las letras en su sitio, con correcciones ortográficas, sin ideas, y muchísimo menos interesante que mi diario de cuando tenía 22 años, al menos para mí. Pero bien canallita todo, claro que sí.
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