Estoy volviéndome loco con el post nº 500 de este blog. Es una tontería celebrar un número redondo, más aún cuando dicha cifra no se corresponde con ningún período de tiempo, sino que se debe a mi ritmo de posteo en este blog; que por otro lado es un blog marginal, frívolo, espontáneo y nada elaborado, un cuaderno de campo en el que he ido haciendo anotaciones sin revisar en los dos últimos año y medio. Pero no voy a negar que le tengo cariño, ahora que casi estoy seguro de que Frunobuland no resucitará. A pesar de que esto no es más que un blog del montón, me hace ilusión pensar que tiene ciertos seguidores, y cada día me sorprendo viéndome enlazado en la columna de navegación de otros blogs (aproximadamente en una veintena).
Sea como sea, esto es lo que hay, este bloguito blanco, minimalista y revuelto en el que pego cromos y escribo cavilaciones está a punto de recibir su cromo nº 500, y he decidido celebrar este momento. A lo grande. De una forma muy, muy grande. Al cromo número 500 la están peinando, y parece que va a tener para rato en el taller. De aquí a un par de días estará listo, tal es la magnitud de la idea. Espero que el resultado guste; llevo tres o cuatro días dedicándole todo el tiempo que estoy en casa.
Felicidades, joven urbano con gato
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