(4ª parte)
Los hay reales y los hay dibujados; los hay cachitas y los hay fondones; hay hombres, mujeres, híbridos y animales; muchos de los que son no están, y sin duda echaréis en falta a algún favorito, pero todos los que están, son. Esto es una cuenta atrás de los 50 luchadores más grandes de todos los tiempos. ¡Es la hora de las tortas!
20. TAMARA “SUNNY” SYTCH
Tammy Lynn Sytch es probablemente la representante de luchadores femenina más famosa del ruedo internacional, y está aquí principalmente por dos razones (esas que os estáis imaginando). Es mánager de conocidos luchadores de la lucha profesional de hoy en día, como Tom Pritchard, Brian Lee, los Smoking Guns o Chris Candido (su actual marido). Profesional desde 1993, tuvo cierta notoriedad como luchadora en pistas menores, especialmente cuando en una pelea Dirty White Girl Kimberly le arrancó la ropa ante cientos de espectadores. No me hubiera importado asistir al evento. Llegó a mediados de los 90’s a la WWF, donde formó parte del dúo unisex The Bodydonnas, junto a Candido. Conquistaron el cinturón de campeones del mundo por parejas. Es por aquel entonces cuando se hacía llamar Sunny. Pero dotada, además de su innegable belleza física, de gran inteligencia y habilidades para los negocios, decidió que se haría más famosa como representante que como luchadora, debido a la escasez de féminas que existe en ese ámbito. Combina su labor como mánager con numerosas sesiones de fotos para revistas de lucha o de bodybuilding, y en tiempos su imagen fue la más perseguida en internet.
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Está bien, me habéis pillado. Esta chica está entre los 20 primeros como excusa para poner su foto. No me he podido resistir. Y es que no me podéis negar que adorna bastante mejor que la de cualquiera de los que vienen a continuación...
19. LOS SACAMANTECAS
Alumbrados en Nueva Zelanda y de nombre real Luke Williams y Butch Miller, The Bushwackers (bautizados como los Sacamantecas por los comentaristas del Pressing Catch español, Héctor del Mar y J.L. Ibáñez, que quizá hubieran merecido estar en esta lista) es probablemente la pareja más querida por casi todo el fandom. Cachondos, entrañables, atléticos, poderosos, simpáticos, alegres, dicharacheros... y también cochinos, feos, asquerosos y desagradables. Los Sacamantecas eran una pareja muy versátil y querida, que salía al ring y se movía por él agitando los brazos arriba y abajo y poniendo esa cara apopeyada, enseñando su ausencia de dientes y presumiendo de olor corporal y aspecto antiestético. No son hermanos, como nos hicieron creer, sino primos. Oriundos de una granja de la ciudad de Wellington, aseguran que su formación inicial y su destreza en el ring la fueron forjando a base de placar ovejas y levantar fardos de paja. Cuando empezaron a ir de gira en ligas menores de lucha libre, llevaban consigo la bandera de Nueva Zelanda, y eran una pareja realmente violenta. La sangre, los golpes prohibidos, el uso de cadenas y sillas y la mala baba estaba asegurada en sus combates. Inicialmente se hicieron llamar The Kiwis, y más tarde Sheepherders. Cuando llegaron a EEUU, en 1985, y entraron a formar parte de la plantilla de la WCW, relajaron sus artimañas y se fueron poco a poco dulcificando, hasta convertirse en esos payasos paletos vestidos de camuflaje y pestilente sobaco que fueron en la WWF a finales de los 80’s y comienzos de los 90’s. Es tan famosa su costumbre de frotarse la frente y chuparse las coronillas el uno al otro, como su destreza y compenetración en el campo de batalla acordonado. Ellos hicieron mucho para convertir el wrestling americano en un espectáculo para toda la familia.
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18. EL ESPECTRO
El Espectro es otro de los grandes rudos de la lucha libre mexicana. Otro de los que se pasean por el lado salvaje, y que tienen el 50% de la culpa del éxito de aquellos ídolos de masas a los que se enfrentaron. De nombre real Antonio Hernández (n. 9 de febrero de 1939), El Espectro plantó cara a luchadores legendarios de la talla de Santo, Blue Demon, Mil Máscaras o Huracán Ramírez. Y además de su ya de por sí merecida aparición en el hall of fame de la lucha gracias a su trayectoria, lo que a mí más me gusta de este personaje es su aspecto y su puesta en escena: luchaba descalzo, vestido con un calzón largo hasta los tobillos y una máscara abierta que dejaba ver la cabellera. Todo de color verde oscuro. Y saltaba al ring “resucitando” del ataúd en el que era trasladado desde los camerinos. Era un adversario difícil, del que se dice que de haber elegido el bando contrario habría llegado a lo más alto. Plantaba cara con una agilidad envidiable, era ágil como una pantera y fuerte como un toro.
Santo atornillando a Espectro.
Cuenta la leyenda que su enorme habilidad demostrada ante los más adorados luchadores le habían granjeado un desprecio popular tan grande que cuando peleaba en el D.F. arrojaban colillas encendidas y cristales a su paso (aprovechando que iba descalzo y que allí no le permitían el numerito del ataúd), hasta el punto de que adquirió cierta insensibilidad en la planta del pie.
Comenzó luchando bajo el nombre de guerra de Tony Hernández, pero el destino le tenía preparado otro futuro. Fue el mánager de las estrellas Chucho Garza quien le propuso el atuendo y la ambientación macabra, y no tardó en despuntar en arenas chicas de Monterrey. Perdió el campeonato nacional de peso ligero ante Trazan López, y en ese momento sorprendió a propios y extraños anunciando su inminente retirada de los cuadriláteros quitándose la máscara y desvelando su identidad, a finales de los años 60’s. Más tarde se sabría la verdad: arrastraba una grave lesión cervical desde hacía varios años. Con el tiempo, se operó de la lesión y volvió al ring, pero había perdido gran parte de su brillo y efectismo. Los tiempos de los luchadores en pantalón vaquero, los fardapitos de esparto, las máscaras hechas con retales y las lonas duras como mármol habían pasado, y ya no había sitio para un rudo legendario como él. Falleció en 1993.
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17. MIL MASCARAS
Este otro luchador de antaño es el tercero en discordia en lo que se refiere a cine clásico de luchadores mexicanos. Nació en el D.F. en algún momento entre 1939 y 1942, y es hermano del Dos Caras original y de El Sicodélico, y tiene el nombre que tiene porque presume de no haber utilizado dos veces la misma máscara en toda su carrera. Bautizado Aarón Rodríguez, desde muy pequeño se entrenó en judo y lucha. A mediados de los 60 era un luchador de renombre, y la casualidad hizo que ni Santo ni Blue Demon estuvieran disponibles para perpetuar las aventuras de luchadores en la gran pantalla, así que el productor Enrique Vergara pensó en él para protagonizar un guión que rápidamente se retocó para titularse “Mil máscaras” (1966), iniciando una saga que duró 15 años y dio como fruto 17 películas. Desde ese momento, su vida se asocia más al mundo del cine de luchaexploitation que a la lucha libre real, a pesar de que su trayectoria en el ring no tiene nada que envidiar a muchos colegas, llegando a ser toda una figura en Japón, siendo el primer luchador mexicano en pisar el Madison Square Garden y ganando multitud de títulos en las décadas de los 60’s y 70’s. Pero considero que pasará a la historia más que nada por tratarse de un personaje de culto cinematográfico.
Después de dos o tres películas menores como protagonista absoluto en los años 60, tuvo que ser al lado de Santo y Blue Demon cuando obtuviera su consagración, en la inolvidable tercia que formaron en “Las momias de Guanajuato” (1970) y secuela. Ese mismo año rodó “Los campeones justicieros” y poco después “Vuelven los campeones justicieros” (1972), dos películas memorables donde reparten palos sin cesar luchadores como Blue Demon, Tinieblas, el Médico Asesino, Black Shadow o nuestro homenajeado. Posteriormente realizó varias películas en solitario (“Una rosa sobre el ring”, de 1970; “Leyendas macabras de la colonia”, de 1972; o “Misterio en las Bermudas”, de 1973).
Aunque Mil Máscaras mantiene en secreto su edad, se calcula que ronda los 65 años y sigue en activo, enseñando a luchar a jóvenes promesas, participando en mil y un eventos deportivos y cinematográficos, e incluso preparando su vuelta a la gran pantalla, con la que será su 18ª película, “Mil máscaras contra la momia azteca”.
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16. OWEN HART
Los aficionados al Pressing Catch (como sabemos, la versión española del wrestling norteamericano, que se emitió con gran éxito en España a comienzos de la década de los 90), recordaremos a Owen Hart sobre todo por su papel de Anvil, formando parte de la inolvidable pareja de la WWF La Fundación del Corazón (Hart Foundation en el original), junto con su hermano Brett Hart. Eran una pareja de hermanos forzudos, con mallas rosas ajustadas y camiseta de tirantes negra adornada con corazones. Aunque Brett era feo y con pinta de heavy de parque ochentero, la mayor baza de Owen Hart estaba en su aspecto físico, su constitución atlética, su pelo largo rizado, su bronceado y esas gafas de sol. Era uno de los luchadores más atractivos de la WWF. Ganaron numerosos títulos y llegaron a ser campeones del mundo. Su gimmick habitual exigía que lanzaran besos al público y se paseasen con las tías más buenas imaginables. Una pareja carismática de la edad de oro de la lucha libre yanqui.
Esto es lo que conocíamos el fandom español hasta la fecha. Pues bien, la vida de Owen terminó de forma drástica el 23 de mayo de 1999, en uno de los episodios más controvertidos de la historia del wrestling mundial: durante el evento de pay per view de máxima audiencia Over the edge, Hart luchaba bajo la personalidad de Blue Blazer, y durante el espectáculo previo a la pelea (no televisado debido a que por televisión se emitían entrevistas e imágenes de archivo) tenía que ser descendido desde el techo del coliseo hasta el ring. Hubo un problema con el arnés, y ante la mirada de todo el estadio y el bochorno de la organización, Owen cayó al vacío desde más de 15 metros, golpeándose la cabeza con una esquina y falleciendo quince minutos más tarde, en el hospital más cercano.
Este hecho revolucionó la historia de la lucha-espectáculo norteamericana. La familia se querelló contra la WWF, y muchos de los gladiadores más populares salieron en defensa de la integridad de los luchadores, cuestionando las medidas del show y la costumbre de llevar demasiado lejos el aspecto visual en detrimento de la técnica. Y como suele decirse, nada volvió a ser igual y tal y cual.
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15. EDDIE GUERRERO
Precisamente Eduardo Gory Guerrero Llanes es otro de los llorados mártires de este deporte-espectáculo. De origen mexicano, pero participante de la lucha norteamericana (meteórica carrera en la WCW, la WWF y la WWE), ha pasado a la historia por ser otro de los difuntos más llorados y queridos de la lucha libre. Nacido en Oaxaca, México en 1967, era hijo de una leyenda que luchó codo con codo con Santo el Enmascarado de Plata, llamado Gory Guerrero. Debutó en el circuito profesional en 1987 como Máscara Mágica, y se forró en Japón compitiendo como Black Tiger II. A su vuelta a México, ya era toda una estrella mediática, y recuperó el espíritu legendario iniciado por su padre, haciendo pareja con el Hijo de Santo. Pero acabaron enemistados y enfrentados en 1994. A partir de ese momento, continuó carrera en EEUU, donde fue campeón del mundo y luchó con Rey Mysterio, Ric Flair, Chris Jericho (formando uno de los dúos más letales de los últimos años), el famoso Anarchist-Chopper o Kurt Angle, actuales estrellas de la World Wrestling Entertainmen.
En esas estaba, triunfanfo en Yanquilandia, cuando el 16 de noviembre de este año 2005 fue encontrado muerto en su habitación del hotel Marriot, en Minneapolis. Probablemente sus excesos con el alcohol y las drogas desembocaron en un ataque al corazón a la edad de 38 años, convirtiéndole en el mayor mártir reciente de la lucha.
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14. ABDULLAH THE BUTCHER
Nacido Larry Shreeve el pimer día de 1936, este monstruoso personaje es de supuesto origen sudanés (hay quien asegura que nació en Ontario), aunque su trayectoria estará siempre ligada al ambiente luchístico canadiense. Este señor es una verdadera bestia; lo de “el carnicero” no es en absoluto casual, y es que no es fácil imaginarse la embestida con el codo de alguien que pesa más de 200 kilos y salta sobre tu cuello. Su primera pelea oficial fue en 1967 en Vancouver, pero pronto se fue a Japón a consolidar su carrera, regresando a Canadá poco después como campeón del mundo. En su país de adopción posee más de 30 títulos de lucha. También es una gran estrella en Puerto Rico. Es la quintaesencia del luchador gargantuesco, gordo, gigantesco, brutal e imparable. Se estima que tiene el récord mundial de huesos rotos, y ha participado en un par de películas de acción de bajo presupuesto ("I'm Going to Get You... Elliot Boy" en 1971, o "Hoero! Tekken" en 1982) haciendo de gigante matarife.
A día de hoy tiene casi setenta años, y sólo hace un lustro que dejó de luchar. Vive en Atlanta, donde regenta un restaurante llamado Abdullah the Butcher's House of Ribs and Chinese Food y recibe a sus fans de todo el mundo con los brazos abiertos.
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13. RIKIDOZAN
Las cartas sobre la mesa: este hombre es al puroresu (la lucha libre japonesa) lo que Santo a la lucha mexicana, Hulk al wrestling norteamericano, Abdullah en Canadá o Karadagián al catch-as-can argentino.
Kim Sin-Nak nació el 4 de noviembre de 1924 en Korea del Norte. Debido a la segregación existente, tuvo que inventar una identidad japonesa falsa (Mitsuhiro Momota) cuando se fue a vivir al país del sol naciente, hasta el punto de que no se supo la verdadera hasta después de su muerte. En tiempos de Rikidozan (término japonés que significa algo parecido a “camino escabroso en la montaña”), la lucha no era un deporte conocido en Asia. Todo su entrenamiento de juventud fue como luchador de sumo. Su primer contacto con la lucha fue peleando a estilo libre durante 10 minutos contra el gladiador yanqui Bobby Bruns, durante una gira de éste por Japón, el 28 de octubre de 1951 en Tokyo. En ese momento supo que tenía una misión en la vida, y no paró hasta convertir al puroresu en un deporte popular en Japón. Poco después de perder la II Guerra Mundial, los japoneses necesitaban abastecerse de héroes a los que adorar, y Rikidozan les dio lo que pedían, enfrentándose en los cuadriláteros a luchadores norteamericanos a los que derrotaba uno tras otro, para jolgorio de los espectadores. Entre 1958 y 1962, Rikidozan mantuvo una encarnizada y sana rivalidad con el campeón del mundo y mayor estrella del momento, Lou Thesz a quien consideraba el único norteamericano merecedor de sus respetos. Ambos fueron campeones del mundo repetidas veces en ese periodo, cediéndose el uno al otro el título tras inolvidables combates.
Además de ser un ídolo de masas en Japón, el Padre del puroresu, cuya historia está escrita en letras de oro en los anales del deporte japonés, su leyenda fue aún más lejos desde el triste momento en que fue asesinado a tiros por un gángster la noche del 8 de diciembre de 1963. Era también un importante empresario, y algún tipo de disputa económica acabó con su vida. Pero su legado es inmenso. No sólo creó o inspiró numerosas escuelas (de las que salieron actuales estrellas mundiales como Baba el Gigante o Antonio Inoki), sino que podría decirse que si Rikidozan no hubiese existido, tampoco existiría el fenómeno de la lucha libre en Japón.
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12. KARADAGIÁN
Martín Karadagián es la indiscutible estrella de la lucha libre argentina. Un ídolo televisivo, máximo protagonista durante 30 años del programa Titanes en el Ring del canal 9, un espectáculo de lucha que se emitía desde el teatro Luna Park todas las semanas desde 1954, pero que alcanzó el éxito con la llegada de Martín a la lucha profesional. Con un pasado humilde y sencillo (trabajó de limpiabotas y de carnicero), se aficionó muy joven a la lucha y con 16 años ganó un título mundial juvenil de lucha grecorromana. Su ascensión al Olimpo profesional fue dura debido a su pequeña estatura, en un deporte de gigantes. Pero con entrenamiento y tesón consiguió ganar peso y aprender los trucos más letales, y se estrenó en Titanes en el Ring a partir de 1962, compartiendo lona con mitos de la lucha argentina como La Momia, Yolanka, Il Comendatore, El Caballero Rojo, S.T.P., Sancho Panza, Ararat, el Hombre Montaña, o el Mercenario Joe, un auténtico ex-guerrillero que combatió al lado del Ché.
El boom del catch-as-can argentino tuvo lugar durante los años setenta, y Karadagián será recordado como uno de sus máximos exponentes. Porque además de ídolo luchador, estaba detrás del éxito comercial del espectáculo, formando parte activamente de las reuniones previas a los combates en los que se planteaban los “argumentos” y se tomaban decisiones administrativas. Después de una vida dedicada al deporte y a los desfavorecidos, el mito de Martín Karadagián se convirtió casi en un mártir. A mediados de los 80 la población quedó conmocionada cuando tuvo que sufrir la amputación de una pierna debido a la diabetes, enfermedad que acabó con su vida pocos años más tarde.
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11. EL MARINERO TARUGO
Tugboat en el original, el entrañable gordito chiflado al que todos hemos querido, una de las estrellas de la WWF más espectacular y memorable, en verdad se llama Fred Ottman, y nació en Florida en 1956. Profesional desde 1984, es el clásico ejemplo de lo que se llama un gimmick paródico de la lucha, un personaje cómico, una caricatura metida a luchador profesional para atraer a las audiencias más jóvenes. Durante casi diez años fue un secundón sensacional, imprescindible en todos los Wrestlemania y Royal Rumbles en los años del Pressing Catch, aunque nunca llegó a ganar ningún título, ni por asomo. Era un buenazo, una especie de Popeye sobrealimentado, que tocaba la bocina imaginaria de su barco y aplastaba a sus víctimas con la panza. Pero a mediados de los 90, como tantos otros luchadores, su personaje estaba quemado y se pasó al lado oscuro del juego. En un estadio lleno hasta la bandera, traicionó al ídolo y compañero Hulk Hogan rompiéndole una silla en la espalda, convirtiéndose en Typhoon y aliándose con Terremoto Earthquake (otro fofo con barba), para formar una de las parejas más malvadas y tebeísticas del show. Pero por si todo esto no es suficiente, el amigo Ottman tiene también el honor de haber sido el protagonista del episodio más esperpéntico y vergonzoso de toda la historia de la lucha profesional americana. Todavía más que aquellos luchadores que peleaban disfrazados de gallina o de perro de peluche, de los que hablé hace varias entregas. Me estoy refiriendo al asunto de The Shockmaster.
Fue el peor gimmick de todos los tiempos. En un oscuro periodo que tuvo lugar entre octubre y diciembre de 1993, apareció en lo más alto de wrestling profesional una nueva figura de la lucha profesional. Hizo su entrada en uno de esos previos que emiten en la televisión por cable, en los que los luchadores que se van a enfrentar se llaman de todo y caldean el ambiente. Allí estaba el trío de rudos compuesto por los Harlem Heat y Sid Vicious; y enfrente, Sting, Dave Boy Smith y un misterioso personaje que iba a aparecer en ese momento entre bambalinas, y que supuestamente iba a derrotar a los rudos sin piedad. Anuncian al nuevo, flamante y peligroso adversario: ¡¡¡The Shockmaster!!! Pomposamente, atravesando una pared, entra en escena un tipo enorme, con unos vaqueros, una capa y un casco de las tropas de asalto de Darth Vader pintado con spray plateado. Y según entra en el plató, se tropieza y se cae delante de miles de espectadores. El casco rueda, y durante unos segundos todos pueden ver al otrora ídolo de masas Fred Ottman, travestido en esa especie de triste bufón, para vergüenza de todos...
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Bueno, pues con esto ya hemos revisado los puestos 50 a 11 de nuestro TOP 50 LUCHA COUNTDOWN!!. Estamos a punto de conocer los puestos de cabeza, los puestos nº 10 a nº 1, aquellos luchadores que he seleccionado como los 10 más trascendentales, más importantes, más recordados o que yo personalmente más he admirado. Mañana mismo, sin falta, en este mismo canal, tendréis la solución a todas vuestras dudas. ¿Quién estará en el número 1? Vale, a lo mejor lo estáis imaginando, pero... ¿Quién estará en el número 6? ¿Eh? ¿¿Eh?? Ni idea, ¿verdad?
Supongo que te mueres de ganas de saberlo, pero tendrás que esperar a mañana. Hay que mantener el suspense. Sólo voy a adelantar que conocerás a casi todos (a lo mejor no a todos), que puede que falte tu luchador favorito (en cuyo caso te ruego que me lo eches en cara cuando llegue el momento), y que uno de esos 10 luchadores tiene el honor de haberme conocido a mí en persona; es más, luchó conmigo; y lo que es todavía más importante: fue derrotado por mí. Sí, sí, no estoy delirando. Mañana sabrás toda la verdad.
Supongo que estarás escuchando un redoble de batería hasta que llegue el momento. Espero que vuelvas a leerlo, y que te guste. Mañana será otro día.
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