viernes, 7 de diciembre de 2018
"El asesinato de la música y la creación de la contracultura" (Rafael Palacios, 2015)
Tengo muy abandonadas las lecturas de formato noble en este blog, entre tanto tebeo; y leer mucho es lo más importante para ligar, así que voy a dedicar esta mañana a hacer acuses de lectura de cosas más o menos recientes. Por ejemplo, cayó en mis manos este libro hace unas pocas semanas, que me lo dejó un conocido terraplano-friendly. Tenía cierta curiosidad por hojearlo pero no me lo hubiese comprado por nada del mundo, porque había visto algunos vídeos de "Rafapal", que es como se hace llamar ahora este ex-periodista musical metido a charlatán de feria en Yutú para débiles mentales, y no solo es un impresentable, sino bastante falto culturalmente. Me da un poco de pena que gente a la que envidiaba y leía de adolescente en revistas como Tentaciones, el Rockdelux, el aB, que representaban todo lo que yo soñaba con alcanzar alguna vez, hayan terminado disfrazándose de mamarrachos de la altura de este filonazi, del brujito Aldo Linares o el Iturriaga (que no es lo mismo pero a veces lo parece). Tal y como me había temido, el libro tiene un montón de erratas, y tiene la calidad literaria de una redacción escolar. El über-conspiraloco Rafapal ha manchado unas cuantas páginas con todas las supercherías, mitos, bulos, mentiras y leyendas urbanas de la historia del rock que encontró en las redes, y de paso se ha inventado unas pocas de su propio cuño; como, por ejemplo, que Bob Dylan estuvo implicado en el asesinato de Kennedy (básicamente, porque era judío y no compuso ninguna canción dedicada a JFK pero sí a otro par de magnicidios), que Bowie era judío y caníbal o que todo el mundo que coja un micrófono es judío, reptiliano y pederasta. Con la clásica estructura de todos estos libros sobre "música y satanismo" (yo tengo tres), hace un repaso cronológico a todas las imbecilidades conspiruleras que anegan Yutú, desde Robert Johnson haciendo migas con el Demoño hasta la actualidad, donde el 176% de los videoclips de pop contienen mensajes de los Illuminati para destruir la sociedad, a partir de marionetas MK-Ultra que van los muy lameluzos y ¡¡se ponen a bailar, a taparse un ojo o a vestir de blanco y negro!! Una vergüenza, lo del facha paranoico miserable éste, en plena era de las fake news. Pero en fin, a lo mejor es que yo soy un carca y esto es una especie de post-humor. Porque esperaba que al menos estuviese gracioso, que llevase una foto o dos, pero es que leerlo produce exactamente la misma sensación que ponerse a escuchar a un borracho que grita en un parque encima de una caja de fruta, todo yuxtaposición, ineptitud y trastorno delirante.
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