Como decía en el post anterior, me chiflan las historietas promocionales, esas páginas corporativas que los anunciantes decidían encargar a los propios dibujantes de las revistas a la hora de vender sus productos al público lector de tebeos. Mi favorita de todas, probablemente, es el extraordinario Pepsi-Man, desarrollado por la estrella Francisco Ibáñez (sí, el autor de Mortadelo y Filemón, 13 Rue del Percebe o el Botones Sacarino) a lo largo de más de 100 entregas para las revistas Pulgarcito y Tío vivo a mediados de los años 60s. No confundir con el otro Pepsi-Man, la mascota del refresco que protagoniza anuncios y videojuegos en Japón, y que por suerte no nos ha apestado en Occidente. Reconozco que no soy un fiel lector de Fibáñez, ni un gran conocedor de su obra, y que supe de la existencia de este personaje hace unos pocos años, al encontrarme con un original de Pepsi-Man en una pequeña exposición montada sobre el Maestro en el Círculo de Bellas Artes, al hilo de algún aniversario o algo. Hace algunos meses, cuando estaba enfrascado en la preparación de mi fanzine sobre las máquinas Rube Goldberg, me encontré con que este legendario artista de la tira cómica de principios del siglo XX, se dedicó también a las viñetas promocionales, precisamente (entre otras cosas) a través de dos personajes llamados Pepsi & Pete, the Pepsi-Cola cops.
Rube Goldberg fue uno de los pioneros en esto del historietismo corporativo, que se debió poner de moda, sospecho, allá por los años 30s. Otro de los más recordados es el Mr. Coffee Nerves creado por el legendario Milton Caniff, que a día de hoy es todo un icono bizarro. Es un tema bastante amplio, y que yo no he estudiado bien, pero esto fue derivando poco a poco, a base de que numerosos artistas fueran contratados por las marcas, para crear primero ilustraciones y luego historietas/anuncio, al desiderátum de anuncios mezclados con los propios tebeos, de forma casi indistinguible, que había en la Edad Dorada del cómic norteamericano, con todas aquellas páginas de artistas muy conocidos anunciando todo tipo de juguetes, Sea Monkeys y otras maravillas engañosas de venta por correspondencia. En los 60s, como vi en el post anterior dedicado a las deliciosas historietas de pastelitos Hostess, esto ya era absolutamente habitual. Hoy en día la cosa sigue siendo igual, y en revistas como El Jueves sigue habiendo casi siempre una cabecera publicitaria obra de alguno de sus grandes autores, como Jordi March. El comic-book norteamericano de superhéroes, de hecho, a día de hoy solo es una manera (nada rentable) de publicitar sus películas y series y vender ropa... Pero ese es otro asunto. Citaba también en el post anterior una de mis páginas favoritas de uno de mis dibujantes favoritos, Miguel Ángel Francisco Moreno (Alias "Miguel"): la publicidad de Smarties que aparecía en el Pequeño País de los años 90s. No es broma, era una de mis secciones preferidas, y creo que tengo muchas guardadas por ahí en algún sitio.
Pero volviendo con el laureado Fibáñez, yo que siempre he sido infinitamente más fan de Jan, de Vázquez, de Ramis o de Martz Schmidt que de Fibáñez, su Pepsi-Man yo creo que es su mejor personaje de tods (dejando aparte a Rompetechos). La idea era realmente simplona, y consistía en que un niño resabiado y rubiales iba por la calle, de pronto se encontraba con un entuerto de cualquier índole (incluyendo monstruos, marcianos y bichos de toda clase), y lo desfacía gritando "¡Pepsi-Cola!", y transformándose tras ello en un superhéroe, como Shazam, armado de una pistola de rayos pepsicoleidos. La imagen de este personaje de la España de los sesenta era imponente, chiripitifláuta y más yeyé que Conchita Velasco en un 600. Las historietas son obviamente estúpidas y sencillas, pero qué no lo es en el costumbrismo fibañezco, que no le voy a restar méritos, que no le faltan y es un tesoro de nuestra cultura, pero que tampoco es que sea Alan Moore; lo que destaca es el dibujo, por supuesto, y la inventiva, absurda y sin filtros, como pasaba con las viñetas payasas de los anuncios de Hostess.
Curiosamente, Pepsi-Man no fue la única incursión del Fibáñez de la época en el tebeo patrocinado. Hasta donde yo sé, lo primero que hizo en este sentido fueron algunas historietas en blanco y negro protagonizadas por un búho y un niño llamados Uhu y el niño Prudencio, donde UHU no era sino el nombre de un famoso pegamento de la época (1964).
Y paralelamente a Pepsi-Man, y más o menos en las mismas revistas, también publicó otra página maravillosa a sueldo, protagonizada en este caso por el increíble Kinito, niño-mascota de la quina San Clemente, esa BEBIDA ALCOHÓLICA PARA NIÑOS que se distribuía en el tardofranquismo (por otro lado estaba la versión para ancianas que no sabían que no se estaban fortaleciendo, sino emborrachando: la quina Santa Catalina). No sé si el "kinito", ese juego para mamarse los fines de semana entre adolescentes, tomaría su nombre del personaje de Ibáñez, hace tiempo que me lo pregunto.
No soy ningún experto en la figura de Fibáñez, ni su obra, ni curiosidades de este tipo, pero sí una hormiguita que se guarda todo y lo organiza todo para leerlo concienzudamente en el tablet, y eso hice en algún momento del verano pasado mientras preparaba mi fanzine sobre Rube Goldberg. Así, he juntado en un solo archivo 119 historietas de Pepsi-Man (creo que son todas) deliciosamente dibujadas por él. Bueno, algunas de las últimas las hicieron negros como Martínez Osete y Bernet Toledano, según pone en la web de Tebeosfera. También recomiendo, para más información sobre estos personajes, el blog de Juan A. Ros, que les dedicó varias entradas (1, 2, 3), o rebuscar en la blogosfera o foros como el de la T.I.A. o el Escarolitrópico Gmnésico, que otra cosa no, pero el maravilloso tebeo costumbrista español goza de un cariño y una dedicación por parte de los fans y los expertos en la Red, que da gusto.
Yo no, yo me he limitado a pillarlos por ahí y montarlos en un .cbr. A quien le interese esto, puede descargarlo del siguiente enlace. Os aseguro que algunas son la risa. También tengo localizados (creo) todos los UHU y los Kinitos, pero son muchísimos menos, y no tan bonitos como esto:
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