Una semana más, REUNIÓN DE MAJORETTES dedica su hora feliz semanal a un género musical minoritario; de hecho, esta semana vamos a escuchar un montón de música en torno a un infra-género, el Steampunk, que en realidad no existe. O al menos, no tiene mucho sentido considerarlo como tal dentro del mundo de la Música.
Poco a poco, en esta última década estamos asistiendo al nacimiento de una serie de bandas que reivindican el steampunk y lo aplican a su música. Pero esto que tiene un nombre tan raro no es un género musical, y no tiene absolutamente nada que ver con la música punk. Nada. Cero. Se trata de una corriente cultural que tiene su origen en la literatura de ciencia-ficción, y que en estos últimos años está captando muchísimos adeptos. Básicamente, es un tipo de literatura que fantasea con un futuro distópico en el que la principal energía motriz que utiliza el hombre sigue siendo el vapor. Es decir, historias que tienen lugar en un futuro (o un presente de ficción que fue sometido a un pasado diferente al Real) en el que no se ha descubierto la electricidad, sino que todas las máquinas (incluidos robots, complejos vehículos voladores, etc.) se asemejan a las de finales del siglo XIX.
Así, steampunk es un término formado a partir de la palabra "steam" (vapor) y la terminación "-punk", que aquí se utiliza porque este fenómeno cultural surge poco después de otro género literario, el cyberpunk, que en este caso sí que tenía bastante que ver con la cultura y la actitud punk. En los fructíferos años 80 y 90, la literatura de ciencia-ficción se va especializando cada vez más en este tipo de ucronías futuristas, que adoptan estéticas punk a un futuro post-apocalíptico, caótico y anárquico; es lo que vemos, por ejemplo, en productos como "Blade runner", los tebeos del Juez Dredd o el manga Akira. Por extensión o imitación, otros autores sitúan sus fantasías retro-futuristas en escenarios cada vez más acotados estéticamente, que definen con neologismos terminados en "-punk". Pero aquí termina la relación con el punk.
El steampunk, sin más zarandajas, es un movimiento cultural que fantasea con escenarios y personajes futuristas inspirados en la era Victoriana. Literatura de ciencia-ficción inspirada en los submarinos y naves de Julio Verne y todo tipo de literatura de viajes y aventuras decimonónicas, la arquitectura y los callejones de Whitechapel, la moda de encajes, faldas, sombreros de copa y utensilios de relojería, los autómatas, Nikola Tesla, H.G. Wells, Lovecraft, etc. Este movimiento está cada vez más extendido en la literatura de género, pero también en el cine y la televisión ("Wild wild West", "Hugo", "Lemony Snicket", Doctor Who, The man in high castle...), el cómic (La liga de los extraordinarios caballeros, Mechanika, Steampunk...), los videojuegos (Machinarium, Fallout, Arcanum...), el cosplay y las subculturas que adoptan estilos de vida retrofuturistas... Y desde hace ya bastante tiempo yo mismo me pregunté si este fenómeno habría alcanzado también a la industria musical.
Esta es la pregunta que nos hacemos en la Reunión de Majorettes de esta misma tarde, a partir de las 16 hh., en Radio ELA, y muy pronto el podcast.
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