He actualizado muy poco este blog últimamente, porque mi relación con el ordenador se ha ceñido a preparar programas de radio y sesiones musicales, a intentar terminar los 3 ó 4 larguísimos documentos que tengo empezados, o bien a preparar el Apocalipsis. Por no hablar de que Netflix. Y además, sigo inmerso en la relectura de TODOS los tebeos de Spider-Man que jamás ha publicado la editorial Marvel. Me estoy adentrando lentamente en los años 90s, ya he llegado a la etapa de David Michelinie y Todd McFarlane en Amazing, y con 20 años más descubro que ese primer y jovencísimo McFarlane pre-Image dibuja horriblemente mal. Mucho espectáculo, mucha tela de araña entrelazada y sorprendentes composiciones góticas, pero las caras que dibuja dan un poco de asco, y en algunas perspectivas le sale Spider-Man con unas cachas que parecen las de Vicente Belda, o en otras Mary Jane tiene unas piernecitas como las de un ruiseñor herido. Los primeros planos de perfiles que hace McFarlane revuelven el estómago, y su obsesión por las capas churiguerescas de los malos y los cuerpos caricaturescos resulta vergonzoso. Aprendió muy deprisa, eso sí, y pronto todo deja paso a simple espectacularidad y lo molón, pero con las ganas que tenía de alcanzar esta etapa, ahora me da repeluco. Además, mientras tanto en las otras dos colecciones, Web of y Spectacular, estoy redescubriendo algunos momentos gloriosos, con unos Peter David/Alex Saviuk y Gerry Conway/Sal Buscema absolutamente pletóricos, y unas tramas y diálogos soberbios de los que Michelinie está a años luz (que también me está pareciendo muy flojito; sin duda sus textos eran ideales para mi yo de 13 años). Sabía que pasaría esto, y estoy asombrado asumiendo ahora que ese fenómeno que me marcó tanto a comienzos de los 90, con el aterrizaje de dibujantes brillantes y refrescantes que nos atraparon a los jóvenes excitables (Lee, McFarlane, Portaccio, Liefeld, etc.), soterró el magnífico trabajo de la generación anterior, que estaba en su máximo esplendor. Me estoy reconciliando con artistas a los que menospreciaba, como Ron Lim, Jim Fern, Mike Zeck, etc. Y también me hace mucha gracia contemplar los primeros pasitos de Mark Bagley, un artista que siempre me ha entusiasmado (New Warriors o Thunderbolts forman parte de mi Olimpo personal) y me ha parecido correctísimo, un más que digno heredero de la Marvel clásica de los 60s y 70s. Sin ruido, sin estridencias, el chaval dibujaba exactamente igual en 1988 que en 2015. Me chifla.
Aparte de algunos fill-ins o annuals, para poco a poco irse apoderando del personaje en el futuro, Mark Bagley se calza 84 páginas, serializadas en todos los annuals de 1989, que conforman la historia de "La Saga de la Corona Serpiente". Conocía perfectamente esta historia, y la ideificación de la corona con el SLA, pero nunca había leído estos complementos completos. Con guiones de Peter Sanderson, el fricazo que se hizo él solo todas las fichas de personajes de Marvel y DC en los 80s y 90s, la Saga de la Corona Serpiente es un homenaje y puesta a punto de todo el Universo Marvel, con guiños a la obra de Lovecraft o Robert E. Howard, a la pre-Marvel de Namor y los dioses asgardianos y a la Marvel más hippie y cósmica de los 60s/70s, en la que incluso fusiona el mundo de Conan con el de sus superhéroes. Una epopeya fantástica que ni siquiera conocía. Por lo demás, sí que recordaba algunos momentos de ¡Atlantis ataca!, como las peleas de los mutantes contra esa deliciosa colección de hombres-serpiente de todo tipo, drogas-serpiente, edificaciones-serpiente, etc.
Justo antes de ¡AA! también me tocó releer la saga de "La guerra de la Evolución", que también tenía enfangada en la memoria. Todo aquello de los lemurianos, los hombres-topo, los Desviantes, los Nuevos Dioses... También disfruté, con la boca abierta todo el rato, de "La última cacería de Kraven", una Obra Maestra de la era del nacimiento de la novelagráfica moderna y lo sellos indies. Y en breve me enfrento, otra vez, con Inferno. Las sagas modestas pero grandilocuentes de los 80s que conformaron el "Marvel way of life". Aquellas guerras tierra-mar, superficie-intratierra, cielo-infierno, etc., que plagaron el MU de dioses, seres extraños, razas y mitología épica, construidas con esmero y dedicación por guionistas y dibujantes que eran grandísimos y yo despreciaba, en la prórroga previa a convertirse en pasto de fan-favorites que lo llenaron todo de rayitas, dientes, rifles futuristas gigantescos y testosterona. Y estoy disfrutando mucho con todas estas niñerías de colorines para niños, desde una perspectiva adulta.
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