Spielberg pone una nueva pieza en su puzzle revisionista y políticamente correcto, hace girar de nuevo el engranaje que acciona el repeluco colectivo, y al contar con Daniel Day Lewis cuesta pestañear porque da gusto verle; pero esto se me hizo eterno y parsimonioso como mirar la primera comunión de un primo lejano y una vez más me quedé dormido en la sala. De hecho salí pensando que a lo mejor el cine no es para mí porque cada vez tengo menos paciencia, y que a lo mejor no acabo saliendo de un after al amanecer finde sí y finde también porque me deje llevar y mame más de la cuenta sino porque es lo que me gusta, y no ir a ver estas películas tan afectadas y trascendentes.
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