Además de las cosas de Ezcritor, estos días me ha dado por leer más
diarios. Tengo avanzado el de Jim Carroll, que anduve leyendo por las plazas de Barcelona, tirado en los bancos o en las aceras, durante una reciente visita, por las mañanas temprano, de resaca. Y el otro día terminé éste, que es una historia cotidiana sobre un tipo que de repente un día decide mandar a la mierda su trabajo en el banco, a su mujer, su casa y tal, y se va de okupa a vivir el sueño de ser escritor. Y escrito en forma de entradas de un diario, también. Este libro me lo pillé porque lo tienen a la venta entre las botellas del Groovie, un bar que siempre ha sido de mis lugares favoritos (y donde últimamente me he hecho DJ cásual). Me encantan los libros que se venden en los bares. Yo estoy en un bar, y veo que tienen por ahí fanzines o libros en un estante, y los quiero. Tengo un libro infumable que escribió el camarero de un bar de Guadalajara, sobre su experiencia con la música mod y el Atleti de Madrid. No sé si lo leeré alguna vez, porque está escrito con los pies, pero me gusta tenerlo. Tengo un trastorno diogenésico hacia la posesión de libros, y si son libros raros, tiradas escasas, o que solo los vende el camarero de un bar en su negocio, yo es que lo tengo que tener... Éste está bien escrito, y mola la premisa. El tipo empieza a escribir una novela, que finalmente será un best-seller de aquella manera. Sus amigos son unos gilipollas, da vueltas por la ciudad de Segovia (es una de las pocas novelas conocidas ambientadas en Segovia siglo XXI), y ya, poco más. No pasa gran cosa. Parece un diario de verdad, y a lo mejor lo es, porque tampoco va nada a ningún lado. Es eentretenido.
No hay comentarios:
Publicar un comentario