Este abyecto y miserable mes de agosto, supongo que lo recordaré en el futuro porque me ha sido encomendada la tarea de acercarme a casa de un amigo, a una media hora caminando ida y vuelta, a regarle diariamente La Plantita. Esta tarde me acerqué hacia allí despacito, leyendo tebeos digitales. La tarde era sorprendentemente agradable. Casi podría decirse que fresca, sin que soplara ese viento ígneo como aliento de Belcebú que ha estado soplando estos últimos días, que me ha tenido racaneando sombra durante el camino, aprendiéndome los grados de proyección de sombra de cada edificio sobre el asfalto abrasador, para irlos calculando y explorando en mi rutina diaria. En la nevera de mi colega había un Red Bull y unas barritas Kinder; normalmente no toco absolutamente nada, no curioseo nada, ya me sé su librería y no me interesa nada: llego, riego y me voy, sin apartar la vista del tablet o de lo que vaya leyendo. Pero hoy estuve un rato esperando a que La Plantita se rehiciera un poco, verla enhiesta antes de irme, porque ultimamente estaba un poco jodida y me tenía preocupado. Parece que es época de muda, y también es normal que a las 24 horas se pongan las puntas un poco fláccidas. Pero quería comprobar el efecto revitalizante del agua filtrada y de su equivalente del Red Bull, que le tocaba hoy. Sea como fuere, un paseo estupendo por un Chamberí un 50% libre de detestables chamberileros en estas fechas. Hice otra parada en un bar que he descubierto a medio camino y que me gusta, cañas a un euro, prensa no ultraliberal, señor con bigote en la tragaperras, ensaladilla rusa elaborada en el mesolítico tardío, tdt anclada en el canal Energy.
A lo que iba es a que en mi tablet había tebeos y novelas viejas y variadas, como si estuvieran tiradas al azar por el suelo de un piso compartido. Y he cogido y leído este ejemplar de
Futurama Comics de hace unos cuantos meses, y me ha gustado mucho. El dibujante estrella de la serie, John Delaney, aquí se relaja y recrea, a base de splash-pages preciosas, un escenario
steampunk fabuloso, cuando Fry sueña que se queda dormido y despierta de pronto, otra vez, en la Nochevieja de 1999. Sopla el matasuegras, cae hacia la cámara criogénica y... esta vez, es trasladado a una versión alternativa de 1899, donde naves espaciales, robots y todo tipo de ingenios mecánicos funcionan con vapor. Una realidad
steampunk de toda la vida, vamos. En ese Old Old York conoce a una versión tuneada de todos los habitantes de Planet Express, incluído un brillante (no tanto su mecánico culo) Benderplate (homenaje al popular hoax victoriano Boilerplate), amigo de Jack el Destripador y Lizzie Borden. El final del episodio es un poco
losserranesco, con ese guiño al programa
Punk'd de la MTV (el
Inocente, inocente de estos atroces tiempos que corren), pues no en vano este capítulo en papel digital de
Futurama Comics se titula
Steampunk'd. He llegado a casa y le he dado cuerda a mi máquina de descargar cosas a vapor, y ahora me dispongo a ver una doble sesión de grindhouse, a ver si hay suerte y me despierto en otra época, porque he perdido el interés por completo por el siglo XXI.
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