A Russ Meyer le reivindica ya hasta mi madre. Cuando se piensa en cine guarrindongo protagonizado por mujeres de grandes pechos, a todo el mundo le viene a la cabeza Russ Meyer, "el de las tetas grandes". Solo algún espabilado se acuerda de Doris Wishman, de Tinto Brass o de Andy Sidaris, como alumnos aventajados del Russ' way of life. Pero nadie, nadie se fija en Elizabeth Starr, con lo que ha hecho esta mujer por mantener vivo el espíritu de Meyer. Claro que lo de Elizabeth Starr tiene delito. Hace ya varios años, me descargué a lo loco buena parte de su filmografía como directora, y desgraciadamente he tirado de esos DVDs más de una vez, como ayer mismo. Y si hubiera que adscribir las pelis de la Starr dentro de algún infragénero porno, no sería el de las mujeres con boobs grandotas, sino más bien el de mujeres maduras y decadentes con boobs absurdamente desproporcionadas haciendo rotundamente el gilipollas sin guión. Porque las películas de esta tía no ponen nada, y dan mucha pena. Yo las he mirado varias veces, sin dar al avance ni nada, como quien observa un documental de sobremesa de cachalotes en celo. Es muy extraño lo que sucede en sus películas. La medalla de honor se la lleva, sin duda, "The double-D avenger", una de las provectas colegas de Starr, habituales en sus películas: Kitten Natividad. Musa de Russ Meyer, que en los setenta fuese ultra-vixen por excelencia, en los dos mil es un enjuto remedo de Karina que nunca jamás se ha visto los pies, con las tetas como hinchadas y deshinchadas varias veces, una pequeña ancianita con un flotador de un patito bicéfalo gigante permanentemente colgando de la papada. Da mucha lástima. Y su amiga de tupper-sex, Elizabeth, le organizó una peli de vuelta al ruedo en la que hacía de superheroína, con un traje de espándex confeccionado en alguna casa de disfraces para osos de circo, donde no recuerdo siquiera si se desnudaba; me suena que sí, que tenía un numerito en una boite haciendo lo de la barra, que daba una pena que te cagas. Otra de las habituales en las películas de Starr es Summer Cummings, que en tiempos apuntó como una scream-queen noventera a reivindicar, pero de tanto implante y tanto botox da bastante grima. Por allí pululan siempre otras señoras rotundas vestidas de payaso como Tiffany Towers, Nosequé Mountains, Algo Cupcakes... Liza se reúne de sus ancianas amigas del té, trasnochadas, avejentadas y que tengan las ya de por sí inmensas tetas caídas y fláccidas, algunas hasta las rodillas. Son películas que deberían estudiarse en las escuelas de cirugía plástica. Qué va a ser de esas mujeres obsesionadas con la silicona cuando lleguen a la senectud. Otro detalle curioso de las películas de Starr Productions, es que pasan por ser porno femenino, o de "discriminación positiva", o como se llame eso, si es que lo hay. Abundan las escenas lésbicas, donde las freaks se dedican a darse tetazos o a aplastarse las tetazas en la cara rodando por el suelo, que dan un poco de pena, dan ganas de ir a separarlas mirando hacia otro lado, porque ya están mayores y se van a hacer daño. Y además lo hacen fatal, porque se nota que son muy colegas, que han ido por la mañana juntas a comprar el tinte al Caprabo y ahora ahí haciendo el indio les entra la risa. Por supuesto, al elenco de viejas, viejísimas glorias, se unen superestrellas del porno como Ron Jeremy o Tom Byron, que siempre hacen cameos idiotas. Me pone negro el cine de esta señora, esas monstruitas feas y ancianas con tres cabezas, con esas fachas haciendo esas tonterías, escudadas en el hecho de que estarán poniendo caliente a alguien, que lo suyo es porno digno y artie, en la onda de Russ. Incluso se atrevió Starr a hacer "Faster Pussycat Fuck! Fuck!" (2005), que también me la he visto porque es gratis y tengo mucha paciencia, y salen coches por el desierto, sí, y mujeres con tetas como sandías que hacen bailecitos, pero todo es lamentable, lamentable (hay un homenaje moderno al cine de Russ, que yo conozca, un poco, solo un poquito más digno, que se llamó "Pervert!" (también de 2005), que al menos se reía un poco de sí mismo). Dentro de lo malas que son todas estas películas que hace esta tía que me cae tan mal, "Porn stars from Mars!" es probablemente la más gilipollas de todas, porque además las focas monje están pintadas de verde fosforito y con antenas, y llevan una especie de puntas de obús en los pechos, que se los quitan en pleno éxtasis. Y los sobacos y los pliegues bajo las elefantiásicas tetas están sudorosos y desteñidos. Da cosita. Tengo pesadillas con estas películas. Tengo por ahí el DVD con ellas y vuelvo a veces a ellas, porque siento un impulso extraño, porque nadie habla de Elizabeth Starr cuando la pobre está erre que erre queriendo reavivar la llama de Meyer y nadie le hace caso; pero es ver cinco minutos de cualquier cosa de estas, y mira que tienen producción y las viste de colorido y de fanfarria, pero lo dicho: deprimente, el mundo de esta mujer.
miércoles, 30 de noviembre de 2011
Porn stars from Mars! (Elizabeth Starr, 2004)
A Russ Meyer le reivindica ya hasta mi madre. Cuando se piensa en cine guarrindongo protagonizado por mujeres de grandes pechos, a todo el mundo le viene a la cabeza Russ Meyer, "el de las tetas grandes". Solo algún espabilado se acuerda de Doris Wishman, de Tinto Brass o de Andy Sidaris, como alumnos aventajados del Russ' way of life. Pero nadie, nadie se fija en Elizabeth Starr, con lo que ha hecho esta mujer por mantener vivo el espíritu de Meyer. Claro que lo de Elizabeth Starr tiene delito. Hace ya varios años, me descargué a lo loco buena parte de su filmografía como directora, y desgraciadamente he tirado de esos DVDs más de una vez, como ayer mismo. Y si hubiera que adscribir las pelis de la Starr dentro de algún infragénero porno, no sería el de las mujeres con boobs grandotas, sino más bien el de mujeres maduras y decadentes con boobs absurdamente desproporcionadas haciendo rotundamente el gilipollas sin guión. Porque las películas de esta tía no ponen nada, y dan mucha pena. Yo las he mirado varias veces, sin dar al avance ni nada, como quien observa un documental de sobremesa de cachalotes en celo. Es muy extraño lo que sucede en sus películas. La medalla de honor se la lleva, sin duda, "The double-D avenger", una de las provectas colegas de Starr, habituales en sus películas: Kitten Natividad. Musa de Russ Meyer, que en los setenta fuese ultra-vixen por excelencia, en los dos mil es un enjuto remedo de Karina que nunca jamás se ha visto los pies, con las tetas como hinchadas y deshinchadas varias veces, una pequeña ancianita con un flotador de un patito bicéfalo gigante permanentemente colgando de la papada. Da mucha lástima. Y su amiga de tupper-sex, Elizabeth, le organizó una peli de vuelta al ruedo en la que hacía de superheroína, con un traje de espándex confeccionado en alguna casa de disfraces para osos de circo, donde no recuerdo siquiera si se desnudaba; me suena que sí, que tenía un numerito en una boite haciendo lo de la barra, que daba una pena que te cagas. Otra de las habituales en las películas de Starr es Summer Cummings, que en tiempos apuntó como una scream-queen noventera a reivindicar, pero de tanto implante y tanto botox da bastante grima. Por allí pululan siempre otras señoras rotundas vestidas de payaso como Tiffany Towers, Nosequé Mountains, Algo Cupcakes... Liza se reúne de sus ancianas amigas del té, trasnochadas, avejentadas y que tengan las ya de por sí inmensas tetas caídas y fláccidas, algunas hasta las rodillas. Son películas que deberían estudiarse en las escuelas de cirugía plástica. Qué va a ser de esas mujeres obsesionadas con la silicona cuando lleguen a la senectud. Otro detalle curioso de las películas de Starr Productions, es que pasan por ser porno femenino, o de "discriminación positiva", o como se llame eso, si es que lo hay. Abundan las escenas lésbicas, donde las freaks se dedican a darse tetazos o a aplastarse las tetazas en la cara rodando por el suelo, que dan un poco de pena, dan ganas de ir a separarlas mirando hacia otro lado, porque ya están mayores y se van a hacer daño. Y además lo hacen fatal, porque se nota que son muy colegas, que han ido por la mañana juntas a comprar el tinte al Caprabo y ahora ahí haciendo el indio les entra la risa. Por supuesto, al elenco de viejas, viejísimas glorias, se unen superestrellas del porno como Ron Jeremy o Tom Byron, que siempre hacen cameos idiotas. Me pone negro el cine de esta señora, esas monstruitas feas y ancianas con tres cabezas, con esas fachas haciendo esas tonterías, escudadas en el hecho de que estarán poniendo caliente a alguien, que lo suyo es porno digno y artie, en la onda de Russ. Incluso se atrevió Starr a hacer "Faster Pussycat Fuck! Fuck!" (2005), que también me la he visto porque es gratis y tengo mucha paciencia, y salen coches por el desierto, sí, y mujeres con tetas como sandías que hacen bailecitos, pero todo es lamentable, lamentable (hay un homenaje moderno al cine de Russ, que yo conozca, un poco, solo un poquito más digno, que se llamó "Pervert!" (también de 2005), que al menos se reía un poco de sí mismo). Dentro de lo malas que son todas estas películas que hace esta tía que me cae tan mal, "Porn stars from Mars!" es probablemente la más gilipollas de todas, porque además las focas monje están pintadas de verde fosforito y con antenas, y llevan una especie de puntas de obús en los pechos, que se los quitan en pleno éxtasis. Y los sobacos y los pliegues bajo las elefantiásicas tetas están sudorosos y desteñidos. Da cosita. Tengo pesadillas con estas películas. Tengo por ahí el DVD con ellas y vuelvo a veces a ellas, porque siento un impulso extraño, porque nadie habla de Elizabeth Starr cuando la pobre está erre que erre queriendo reavivar la llama de Meyer y nadie le hace caso; pero es ver cinco minutos de cualquier cosa de estas, y mira que tienen producción y las viste de colorido y de fanfarria, pero lo dicho: deprimente, el mundo de esta mujer.
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