Todavía no he recogido del suelo la mandíbula desde que cerré "¿Acaso no matan a los caballos?", y tenía muchas ganas de más McCoy. "Kiss tomorrow goodbye" es un clásico de la novela negra, un novelón protagonizado por gángsters escrita en tiempos de gángsters. Ralph Cotter escapa de la cárcel y resetea su vida en el hampa desde los cimientos, tratando de labrarse una reputación como asesino, atracador e hijo de la gran puta. Machista, fullero y casi tan tramposo y sinvergüenza como el propio comisario de policía, Cotter pulula por la sucia ciudad, de abogado en abogado y de chanchullo en chanchullo, soñando con hacer olvidar al mundo la reputación de John Dillinger. Y de paso, sin quererlo, se mete de bruces en la vida de la hija del ex-alcalde, una pija new-agera, contestataria y aburguesada a la que tendrá que lidiar con más mano izquierda que con la pasma. Una vez más, los diálagos, las situaciones y el estilo directo, incómodo, cínico, salvaje, sin concesiones ni pelos en la lengua de Horace McCoy me pilla desprevenido. Es absolutamente increíble lo mal que vamos, si durante la Gran Depresión norteamericana se podían publicar y se publicaban libros con semejantes cojonazos y mala baba, y ahora ya no.
martes, 29 de noviembre de 2011
Despídete del mañana (Horace McCoy, 1948)
Todavía no he recogido del suelo la mandíbula desde que cerré "¿Acaso no matan a los caballos?", y tenía muchas ganas de más McCoy. "Kiss tomorrow goodbye" es un clásico de la novela negra, un novelón protagonizado por gángsters escrita en tiempos de gángsters. Ralph Cotter escapa de la cárcel y resetea su vida en el hampa desde los cimientos, tratando de labrarse una reputación como asesino, atracador e hijo de la gran puta. Machista, fullero y casi tan tramposo y sinvergüenza como el propio comisario de policía, Cotter pulula por la sucia ciudad, de abogado en abogado y de chanchullo en chanchullo, soñando con hacer olvidar al mundo la reputación de John Dillinger. Y de paso, sin quererlo, se mete de bruces en la vida de la hija del ex-alcalde, una pija new-agera, contestataria y aburguesada a la que tendrá que lidiar con más mano izquierda que con la pasma. Una vez más, los diálagos, las situaciones y el estilo directo, incómodo, cínico, salvaje, sin concesiones ni pelos en la lengua de Horace McCoy me pilla desprevenido. Es absolutamente increíble lo mal que vamos, si durante la Gran Depresión norteamericana se podían publicar y se publicaban libros con semejantes cojonazos y mala baba, y ahora ya no.
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