Otra comedia gamberra con el sello de Judd Apatow, dirigida por Paul Feig (director de series de televisión como Freaks & geeks —Jake Kasdan, director de "Bad teacher", estuvo al frente del rodaje durante casi toda la serie; Feig se encargó sólo del último y decepcionante episodio—, Arrested development, Sabrina, etc.) e injustamente encasillada como divertimento exclusivo para amas de casa, que me ha gustado bastante. El principal motivo, por supuesto, es Kristen Wiig. Resplandeciente, sin fisuras, comedida, guapérrima. Ella es la protagonista central, aunque luego aparezcan las otras mariliendres del cartel, el grupo de damas de honor dispuestas a ofrecerle a Maya Rudolph la peor pre-boda imaginable. Kristen Wiig es una loser de campeonato, la mejor amiga de Maya, y aquí la cosa va de celos, en el momento que entra en escena Helen (la escultural Rose Byrne), una pija atolondrada que puja por el puesto de mejor amiga. A Kristen Wiig le va todo fatal, y la envidia y los celos la corroen. Como en toda comediarromántica que se precie, tiene un pretendiente encantador, que mataría por ella, el magnánimo agente de policía interpretado por Chris O'Dowd. La presencia de Chris O'Dowd o del maestro Matt Lucas aportan a la película una buena dosis de cachondeo y negrura british, y dejan bien claro que esto no es un remedo, ni siquiera una parodia de "Sexo en Nueva York", sino un desfile de incorrección, slapstick, desastre y humor grueso. No es un Apatow corriente, es cierto que el espectador al que va dirigido esto es femenino, con sus chistes sobre vestidos de boda y los tejemanejes de la jodida comandita con la machorra gordita (lo siento, pero digo no a Melissa McCarthy, que me ha resultado cargante de principio a fin) y las otras mujeres-florero, pero probablemente espantará a las manadas de ancianas y amas de casa que se acerquen a verla. Es una buddy movie extraña, larguísima, pausada, que yo me tuve que ver en dos días, pero Wiig lo vale. Sorprendente y entretenida, con sus dosis de nostalgia, romanticismo, loserismo y superación, para la aficionada media al SNL pero también para sus parejas.
martes, 13 de septiembre de 2011
La boda de mi mejor amiga (Paul Feig, 2011)
Otra comedia gamberra con el sello de Judd Apatow, dirigida por Paul Feig (director de series de televisión como Freaks & geeks —Jake Kasdan, director de "Bad teacher", estuvo al frente del rodaje durante casi toda la serie; Feig se encargó sólo del último y decepcionante episodio—, Arrested development, Sabrina, etc.) e injustamente encasillada como divertimento exclusivo para amas de casa, que me ha gustado bastante. El principal motivo, por supuesto, es Kristen Wiig. Resplandeciente, sin fisuras, comedida, guapérrima. Ella es la protagonista central, aunque luego aparezcan las otras mariliendres del cartel, el grupo de damas de honor dispuestas a ofrecerle a Maya Rudolph la peor pre-boda imaginable. Kristen Wiig es una loser de campeonato, la mejor amiga de Maya, y aquí la cosa va de celos, en el momento que entra en escena Helen (la escultural Rose Byrne), una pija atolondrada que puja por el puesto de mejor amiga. A Kristen Wiig le va todo fatal, y la envidia y los celos la corroen. Como en toda comediarromántica que se precie, tiene un pretendiente encantador, que mataría por ella, el magnánimo agente de policía interpretado por Chris O'Dowd. La presencia de Chris O'Dowd o del maestro Matt Lucas aportan a la película una buena dosis de cachondeo y negrura british, y dejan bien claro que esto no es un remedo, ni siquiera una parodia de "Sexo en Nueva York", sino un desfile de incorrección, slapstick, desastre y humor grueso. No es un Apatow corriente, es cierto que el espectador al que va dirigido esto es femenino, con sus chistes sobre vestidos de boda y los tejemanejes de la jodida comandita con la machorra gordita (lo siento, pero digo no a Melissa McCarthy, que me ha resultado cargante de principio a fin) y las otras mujeres-florero, pero probablemente espantará a las manadas de ancianas y amas de casa que se acerquen a verla. Es una buddy movie extraña, larguísima, pausada, que yo me tuve que ver en dos días, pero Wiig lo vale. Sorprendente y entretenida, con sus dosis de nostalgia, romanticismo, loserismo y superación, para la aficionada media al SNL pero también para sus parejas.
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