No había leído ninguno de los primeros trabajos de Paco Alcázar, no con suficiente atención, sólo cuando me encontraba una tira suya en fanzines (creo que tengo en el ala oeste de la biblioteca todos los fanzines que se mencionan en las notas finales). Y como siempre sucede, releyendo la obra de un artista del tirón, uno se enamora de los personajes y encaja el mensaje, los tics del artista, su esencia, y reconoce la intención y el talento en su justa medida. Alcázar me resultaba indiferente, lo confieso, hasta su llegada a El Jueves. Su trazo tremendo de su época fanzinera sigue pareciéndome feo y abigarrado, y entiendo que esa era parte de la gracia, pero no se la había pillado hasta ahora. Sentado en el sillón orejero me agarré este tomo y no lo pude soltar hasta que se me había colado ya entero por los ojos e instalado en la entrepierna. Fue una tarde de carcajadas con las docenas de historietas cotidianas sobre pederastas, asesinos, caníbales, coprófagos, chiflados de todo pelaje, salvajes, inadaptados, gamberros, tunantes, imbéciles, violadores en serie, coleccionistas de miembros amputados, mujeriegos, borrachos y delincuentes habituales. Escarba, escarba son historietas autoconclusivas del lado más animal y pordiosero de todos nosotros, contadas a partir de muy diferentes personajes, buscando el gag a través de la náusea y el mal rollo extremo, jugueteando al borde de la Cultura del Apocalipsis y el espíritu de Miguel Ángel Martín, que es lo que se llevaba en el tebeo under y fanzinero español de los noventa. En Porque te gusta seguimos en la misma tónica, pero la historieta se centra en los quehaceres y el día a día de Raúl, un personaje maravilloso, avejentado, asocial, aficionado a follarse a su hija pequeña, que en muchos momentos recuerda al entrañable Silvio José. Y luego Moho te deja, sin salir de la temática, encima, un poso reflexivo y crítico, dentro del malsano cachondeo. Se incluye una historieta inacabada que da mucha rabia que no acabe, y algunos trabajos sueltos de esa misma primera época. Me quedo con Silvio José, uno de los personajes más asombrosos de la historia del cómic español, para mi gusto, pero ha sido un placer palpar sus orígenes y me descubro ante el Paco Alcázar más cabrón y salchichero, al que no tenía ningún respeto, por pura ignorancia.
miércoles, 31 de agosto de 2011
Paco Alcázar - Daño gratuito (2010)
No había leído ninguno de los primeros trabajos de Paco Alcázar, no con suficiente atención, sólo cuando me encontraba una tira suya en fanzines (creo que tengo en el ala oeste de la biblioteca todos los fanzines que se mencionan en las notas finales). Y como siempre sucede, releyendo la obra de un artista del tirón, uno se enamora de los personajes y encaja el mensaje, los tics del artista, su esencia, y reconoce la intención y el talento en su justa medida. Alcázar me resultaba indiferente, lo confieso, hasta su llegada a El Jueves. Su trazo tremendo de su época fanzinera sigue pareciéndome feo y abigarrado, y entiendo que esa era parte de la gracia, pero no se la había pillado hasta ahora. Sentado en el sillón orejero me agarré este tomo y no lo pude soltar hasta que se me había colado ya entero por los ojos e instalado en la entrepierna. Fue una tarde de carcajadas con las docenas de historietas cotidianas sobre pederastas, asesinos, caníbales, coprófagos, chiflados de todo pelaje, salvajes, inadaptados, gamberros, tunantes, imbéciles, violadores en serie, coleccionistas de miembros amputados, mujeriegos, borrachos y delincuentes habituales. Escarba, escarba son historietas autoconclusivas del lado más animal y pordiosero de todos nosotros, contadas a partir de muy diferentes personajes, buscando el gag a través de la náusea y el mal rollo extremo, jugueteando al borde de la Cultura del Apocalipsis y el espíritu de Miguel Ángel Martín, que es lo que se llevaba en el tebeo under y fanzinero español de los noventa. En Porque te gusta seguimos en la misma tónica, pero la historieta se centra en los quehaceres y el día a día de Raúl, un personaje maravilloso, avejentado, asocial, aficionado a follarse a su hija pequeña, que en muchos momentos recuerda al entrañable Silvio José. Y luego Moho te deja, sin salir de la temática, encima, un poso reflexivo y crítico, dentro del malsano cachondeo. Se incluye una historieta inacabada que da mucha rabia que no acabe, y algunos trabajos sueltos de esa misma primera época. Me quedo con Silvio José, uno de los personajes más asombrosos de la historia del cómic español, para mi gusto, pero ha sido un placer palpar sus orígenes y me descubro ante el Paco Alcázar más cabrón y salchichero, al que no tenía ningún respeto, por pura ignorancia.
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