Quiero pensar que el cine mexicano ha evolucionado desde Pedro Infante. Yo no he visto más, pero tiene que haber películas mexicanas modernas mejores que "Condones.com", una película discapacitada, molesta. Imbécil. Gilipollas. Una supuesta comediarromántica gamberra tan mala que casi parece española. Va sobre tres cuarentones que están en el insti con la mochila y unas birras y tal, y uno de ellos le pone los cuernos a su pibita, y cuando ésta se entera el protagonista acude a una web de consejos sentimentales. Al otro lado de la pantalla del ordenador le confiesa a un chulo de putas sentado en una silla de playa las cosas que le pasan, y éste le da consejos para recuperar a su amada. Por supuesto, todo le sale mal, se suceden tres enredos catastróficos a ritmo de sketch moranco, la novia se frustra tanto que se lía con la única persona del mundo más idiota que su ex y al final, si no he entendido mal, vuelven juntos. Los actores son tan amateur que parece una filmación de una actuación en un fuego de campamento de los boy-scouts, y la producción tan pobre que los decorados recuerdan al fondo de las viñetas de Zipi y Zape. El elemento más sorprendente es el recurso del "diablillo y angelito" que se le aparecen al protagonista sobre los hombros y también le dan malos consejos (el mismo actor disfrazado), recurso que cuenta con unos efectos especiales dignos de un videoclip de Baccara dirigido por Valerio Lazarov en los sesenta. Unos diálogos, unos silencios, unas cosas... El menjurje resultante es tan raro y tan cochambroso que te descojonas. No podía dejar de mirar, el tiempo se ha detenido a mi alrededor viendo esto, y se me escapaba todo el rato una risa nerviosa espasmódica, de soslayo, como si la tele expulsara anhídrido nitroso.
martes, 23 de agosto de 2011
Condones.com (Abraham Mancilla, 2009)
Quiero pensar que el cine mexicano ha evolucionado desde Pedro Infante. Yo no he visto más, pero tiene que haber películas mexicanas modernas mejores que "Condones.com", una película discapacitada, molesta. Imbécil. Gilipollas. Una supuesta comediarromántica gamberra tan mala que casi parece española. Va sobre tres cuarentones que están en el insti con la mochila y unas birras y tal, y uno de ellos le pone los cuernos a su pibita, y cuando ésta se entera el protagonista acude a una web de consejos sentimentales. Al otro lado de la pantalla del ordenador le confiesa a un chulo de putas sentado en una silla de playa las cosas que le pasan, y éste le da consejos para recuperar a su amada. Por supuesto, todo le sale mal, se suceden tres enredos catastróficos a ritmo de sketch moranco, la novia se frustra tanto que se lía con la única persona del mundo más idiota que su ex y al final, si no he entendido mal, vuelven juntos. Los actores son tan amateur que parece una filmación de una actuación en un fuego de campamento de los boy-scouts, y la producción tan pobre que los decorados recuerdan al fondo de las viñetas de Zipi y Zape. El elemento más sorprendente es el recurso del "diablillo y angelito" que se le aparecen al protagonista sobre los hombros y también le dan malos consejos (el mismo actor disfrazado), recurso que cuenta con unos efectos especiales dignos de un videoclip de Baccara dirigido por Valerio Lazarov en los sesenta. Unos diálogos, unos silencios, unas cosas... El menjurje resultante es tan raro y tan cochambroso que te descojonas. No podía dejar de mirar, el tiempo se ha detenido a mi alrededor viendo esto, y se me escapaba todo el rato una risa nerviosa espasmódica, de soslayo, como si la tele expulsara anhídrido nitroso.
No creas que ha evolucionado gran cosa, la verdad el cine mexicano es de bastante hueva
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