domingo, 3 de julio de 2011

Puppet master (David Schmoeller, 1989)


Uno de los pasatiempos locos que me he propuesto para la canícula es revisar algunos iconos de género ochenteros, sobre los que llevo toda la vida leyendo por ahí en revistas y fanzines, pero que nunca me había atrevido a sentarme a mirar. He empezado por la primera entrega de "Puppet master", la saga timón de la Full Moon del loco de Charles Band, rendido al aplastante poder fascinador de los muñecos asesinos en movimiento. El argumento es sencillo y honesto: un titiritero jorobado y loco murió hace muchos años en su habitación del hotel Bodega Bay Inn., pegándose un tiro en el cielo de la boca justo cuando unos misteriosos nazis venían a buscarle. Ya en la actualidad, su heredero acaba de fallecer, y como última voluntad ha pedido que un curioso grupo de psíquicos y médiums acudan a velarle al mismo hotel. Por supuesto, se trata de una sangrienta venganza del difunto, que pretende irse cargando a los cinco malvados quiromantes que le torturaron en vida. Y la venganza la comete a través de un puñado de pequeños muñecajos animados por stop-motion (el Maestro David Allen dando sus primeros pasitos): una Nancy bastarda con la ropa hecha jirones; un impresionante focomelo forzudo; un menda con un torno en la cabeza; una especie de mago que dispara por los ojos... Por supuesto, son los ñecos que animara el puppet master original, André Toulon.
Tal y como me temía, las pelis señeras de la Full Moon son parsimoniosas de cojones y se toman demasiado en serio. Algunas escenas de los muñecajos valen su peso en oro, pero lo habitual, para ahorrar pasta, es que los muñecos se asomen desde detrás de un sillón para que no se vea la mano que hay detrás, o directamente que el 90% de las escenas esté rodado en plano subjetivo a un palmo del suelo. La peli tiene un deje sexy todo el rato, salen muchas tetas y mucha calentona. Y los detalles argumentales o los decorados están bonitos y bastante cuidados. Pero me ha parecido un poco rollete esto en general.

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