El cine chatarra mexicano es un saco sin fondo, del que uno nunca se cansa de sacar objetos inverosímiles. Ahí está su cine de terror incongruente, sus pelis de luchadores enmascarados, las de cantantes horteras, el penoso cine de ficheras, la ciencia-ficción de cartón-piedra, las versiones surreales de cuentos para niños, las fábulas disuasorias de narcos y delincuentes juveniles, cine de culto como el de Jodorowsky o Buñuel... Mil y un subgéneros a explorar. En este caso concreto estamos ante una pieza inclasificable, que digo yo que vino a plantarse como un film generacional sobre el fenómeno punk de finales de los setenta, algo así como el "Quadrophenia" chicano, pero que está muy mal hecho y da mucha risa. Los punks que salen aquí van vestidos como extras de "Mad max" (no es casualidad que se estrenase y se convirtiese en fenómeno mundial justo el año anterior), con unos pelos y unas pintas increíbles. Son unos punks que se pasan el día saqueando, violando, drogándose y sobre todo haciendo bailecitos allá donde les llevan sus bultacos. Rebeldes sin causa, sucios y pendencieros, que secuestran a mujeres de los políticos a ritmo de punk, y les violan mientras se insertan imágenes de esos mismos punks haciendo solos de guitarra. Pelean con cadenas, fuman porros y prenden fuego a empleados de gasolinera entre risas, así porque sí. Los políticos y los jefes de policía que salen también son muy cabronías, unos corruptos y unos jetas, e intentan contratar a los punks para que trafiquen con droga para ellos. Pero, por supuesto, los punks se quedan el dinero y la droga, y se la meten toda, porque son intrépidos. Salen muchísimas mujeres increíbles de tetas como balones de playa siendo violadas o retozando disfrazadas de punks. Hay música punk insoportable y chicharrera (en realidad, una misma canción que se repite continuamente, en esas largas escenas en las que vemos a la jauría de punks dirigiéndose hacia su siguiente fechoría, entre bailes y carcajadas). Esto es un "Cantinflas contra los Hell's angels", "Mad max 15: la cúpula de Chespirito" o "Beyond the valley of the Chavo del Ocho", pero (creo que) va en serio, una locura descomunal sin pies ni cabeza que espero que sirviese como lección a la juventud mexicana de los ochenta para que no se hiciese punk ni policía ni tomase drogas.
martes, 5 de julio de 2011
Intrépidos punks (Francisco Guerrero, 1980)
El cine chatarra mexicano es un saco sin fondo, del que uno nunca se cansa de sacar objetos inverosímiles. Ahí está su cine de terror incongruente, sus pelis de luchadores enmascarados, las de cantantes horteras, el penoso cine de ficheras, la ciencia-ficción de cartón-piedra, las versiones surreales de cuentos para niños, las fábulas disuasorias de narcos y delincuentes juveniles, cine de culto como el de Jodorowsky o Buñuel... Mil y un subgéneros a explorar. En este caso concreto estamos ante una pieza inclasificable, que digo yo que vino a plantarse como un film generacional sobre el fenómeno punk de finales de los setenta, algo así como el "Quadrophenia" chicano, pero que está muy mal hecho y da mucha risa. Los punks que salen aquí van vestidos como extras de "Mad max" (no es casualidad que se estrenase y se convirtiese en fenómeno mundial justo el año anterior), con unos pelos y unas pintas increíbles. Son unos punks que se pasan el día saqueando, violando, drogándose y sobre todo haciendo bailecitos allá donde les llevan sus bultacos. Rebeldes sin causa, sucios y pendencieros, que secuestran a mujeres de los políticos a ritmo de punk, y les violan mientras se insertan imágenes de esos mismos punks haciendo solos de guitarra. Pelean con cadenas, fuman porros y prenden fuego a empleados de gasolinera entre risas, así porque sí. Los políticos y los jefes de policía que salen también son muy cabronías, unos corruptos y unos jetas, e intentan contratar a los punks para que trafiquen con droga para ellos. Pero, por supuesto, los punks se quedan el dinero y la droga, y se la meten toda, porque son intrépidos. Salen muchísimas mujeres increíbles de tetas como balones de playa siendo violadas o retozando disfrazadas de punks. Hay música punk insoportable y chicharrera (en realidad, una misma canción que se repite continuamente, en esas largas escenas en las que vemos a la jauría de punks dirigiéndose hacia su siguiente fechoría, entre bailes y carcajadas). Esto es un "Cantinflas contra los Hell's angels", "Mad max 15: la cúpula de Chespirito" o "Beyond the valley of the Chavo del Ocho", pero (creo que) va en serio, una locura descomunal sin pies ni cabeza que espero que sirviese como lección a la juventud mexicana de los ochenta para que no se hiciese punk ni policía ni tomase drogas.
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