Mi fijación por sus cafelitos de fantasía servidos en cacharrazos de petróleo sólo es comparable a la que siento por los tobillos de Lindsay Lohan o los lóbulos de las orejas de Zena Fulsom. Hay domingos de resaca en los que lo único que hace que me arrastre fuera de casa es obtener mi dosis de cafeína de laboratorio con acidulantes, saborizandes y esponjosa nata. Tengo un sueño recurrente en el que se me aparece una preciosa sirenita verde con nata y fideos de chocolate en los pezones, que me impulsa a sumergirme y ahogarme en un océano de café dulcérrimo.
La franquicia Starbucks es sin duda una de las más preclaras y sangrantes muestras del signo de los tiempos, y una advertencia de que el Apocalipsis está a punto de llegar. Los marcianos están entre nosotros desde hace tiempo, detrás de mostradores de diseño y disfrazadas sus fauces de monstruosas sonrisas color moka, y han empezado por dominar nuestros estímulos y controlar nuestro estado de ánimo, como paso previo a la invasión.
Al más puro estilo gonzo que popularizara Morgan Spurlock (con esa gilipollez pop que vino a confirmar mi teoría de que si comes sólo cangrejo de kamchatka y angulas deconstruidas durante un mes te pones malito), Mark Malkoff se grabó durante 22 horas correteando por Manhattan con los ojos desorbitados, obsesionado con tomarse un cafelito 2.0 de esos en cada uno de los 171 Starbucks de su ciudad. La película se llama "171 Starbucks", se puede ver aquí y me ha entusiasmado. El momento cumbre es cuando se compra una supermadalena starbuckera de estraperlo por 80 dólares, o cuando se le vislumbra al mismísimo Satanás cabalgando por sus venas en forma de cafeína, Mark corretea atropellado, desesperado por tomarse otra dosis. Diosss, qué envidia, cómo no se me ocurrió a mí antes. Qué mono me ha entrado.
El anuncio del cromo es de la propia compañía, y lo he encontrado en el magnífico blog de Ilusionario.es.
--- Informó Fruno, desde el Starbucks de Broadway con la 52nd, apurando un fresisuís frappéccino de boniato con topping de maracuyá maduro y esencias de vello púbico de amazona virgen.
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