-- -------- ---- --------------- --- ----- -- ------------
Años ha que pago mensual y religiosamente tributo a los filibusteros de Digital +, a cambio de lo cual se dignan a considerarme receptor de la señal de sus tropecientos canales temáticos y su puntual y mediocre atención telefónica. En realidad yo formo parte de ese reducto residual, de ese género sobrante que disfrutábamos del cutre pero añorado Vía Digital, que sucumbimos tras el abordaje del inconmensurable navío corsario del grupo PRISA. Soy por tanto de aquellas víctimas de los poderosos bucaneros, que ya entonces nos reíamos por no llorar cuando escuchábamos aquello de "fusión entre las dos plataformas", sabedores de que el resultado de dicho "acuerdo" de fusión tendría tanto como yo de ingeniero nuclear. La cosa en realidad fue sencillísima, es la típica historia de amor que tantas veces hemos oído:
- Chico conoce chica
- Chico se enamora de chica
- Chico despide a todos los trabajadores de chica
- Chico se queda con los varios cientos de miles de abonados que pertenecían a chica
- Chico absorbe a un puñadito de canales de chica (aquellos que no hacen competencia a los de producción propia de chico), y fulmina otros
- Chico abandona a chica
- Chico se queda solo en la ciudad, y darse de baja se convierte en una odisea sin fin para los antiguos abonados de chica
Bueno, más o menos. A grandes rasgos. Tampoco es esto una narración objetiva ni una queja formal. Ya digo que yo soy de los que siguen pagando tributo, que disfruto de la dichosa plataforma digital aunque a veces me sienta víctima del filibusterismo más encarnizado. En su momento me pareció vergonzoso tener que pagar dos euros más al mes por el alquiler del mismo decodificador ancestral que tengo al lado de la tele, y la desaparición de varios canales que me gustaban. Pero Digital + gana en cine de actualidad (eso sí, adiós a aquellos cientos de películas de serie B y Z que tanto me estimulaban), en documentales, en programas de producción propia y en deportes. Aunque poco a poco su calidad va en claro descenso, a mí todavía me entretiene (rara avis, lo sé, quedamos pocos). Aclaro las bases de mi concepto de "entretenimiento":
a) La televisión me parece un invento maravilloso. Probablemente el mejor, detrás de la rueda, las lentillas y la horchata. La televisión es nutritiva. La necesito. No soy de los que dicen que no ven mucho la tele; casi todo el tiempo que paso en casa (mucho menos del que quisiera a veces, eso sí), lo paso viendo la televisión. Lo que define la calidad de lo que vemos no es la televisión, pobrecita, sino la Programación, que eso ya es otra cosa. Pero a rasgos generales, la televisión me entretiene y me encanta. Me empiltro o me apoltrono sosteniendo el mando a distancia, y me siento como si tuviese el Poder sobre todas las cosas del mundo. Mucho mejor si la exposición puede ser en compañía de otras personas. Las sensaciones que reciba, por tanto, dependen de la programación que elija ver, no de ese magnífico electrodoméstico (y sus periféricos) que gobierna mi saloncito;
b) En mi opinión, incluso sentarse a mirar una piedra durante horas resulta más entretenido que cualquier repugnancia que emitan los canales gratuitos públicos o privados (la 1, la 2, la 3, la 5, etc). Por lo tanto, en la televisión de pago hay millones de cosas más interesantes y entretenidas que en cualquier canal mayoritario. Y si la televisión generalista tiene algo bueno, sin duda en la tele de pago también lo emiten (o ya lo emitieron), y en otras condiciones (ver punto c));
c) La programación de los canales de pago no te trata como si fueses una oveja. Salvo contadísimas excepciones, las series se emiten en orden, sin omisiones ni cambios de horario, el cual se cumple a rajatabla (cosa magnífica para los aficionados a la grabación sincronizada); las películas se emiten sin anuncios: si una película empieza a las diez, acaba cuando termina su metraje, y no cuando está amaneciendo; la redifusión es tu aliada. Si te pierdes un programa que querías ver, lo van a poner docenas de veces más; se puede optar a ver las películas en versión original y con subtítulos...;
d) De acuerdo en que la programación digital no es la Panacea, el Santo Grial ni el cordero de crines de oro buscado por los antiguos helenos, que satisfará a toda la Humanidad. Pero es lo que hay. Lo mejor que hay. En los años que llevo
e) En mi concepto de entretenimiento caben muchísimas cosas. Todo aquello que no me haga sospechar que quien está detrás del programa que estoy viendo me toma por imbécil, y que responda a mis estados de ánimo. Me puedo pasar tardes enteras dejando que desfilen ante mis ojos todo tipo de géneros. Si me entretiene, tengo todo lo que necesito;
f) Defiendo el consumo responsable de televisión ése tan hippie... aunque a veces simplemente me parto el culo con cualquier memez que echen, o me sorprendo viendo cosas vergonzosas y me aplico lavativas en reprimenda.
Dicho esto, y ya que estamos con estas "confesiones sobre mi exposición digital", aclararé también los géneros favoritos para mi entretenimiento: lo que más veo son películas (algunos fines de semana, más que Garci en tres años), seguido de todo tipo de documentales (históricos, tecnológicos, turísticos, biográficos, culturales...), canales temáticos, series de estas americanas modernas de intrigas y suspenses, series de animación, programación para adultos, videoclips, o "programas británicos de bricolaje alienígena y tuneado de vehículos", todo un género a descubrir. Pero vamos por partes.
Aviso a navegantes de que esto va para largo.
2. CINE
-- ----
Si no existiese el cine, pasaría el mismo tiempo mirando la tele que el que paso ahora mirando la tostadora. El séptimo arte es la estrella de D+, lo más interesante que uno puede encontrar entre su parrilla de programación, y una apuesta segura. Por lo visto, la plataforma tiene los derechos de prácticamente todas las distribuidoras de cine extranjero (en cuanto a la emisión de extrenos), así como un archivo inmenso, inabarcable, de películas antiguas. Tropecientas mil películas las 24 horas al día, repartidas en 10 canales temáticos, además de los estrenos de Taquilla; es decir, la opción pay-per-view, donde ofrecen una película buena y doce intragables astracanadas a precio de videoclub (sin moverse de casa, eso sí), pero con una oferta penosa, muy limitada, horrible. Conseguir que este servicio funcione correctamente depende a menudo del azar, y además en cosa de 3 meses esas mismas películas las emitirán en sus canales temáticos.
Entre el enorme catálogo de películas hay un poco de todo. Clásicos de todos los tiempos y de todos los géneros, aunque dejando aparte los estrenos más publicitados (revientataquillas palomiteros de temporada, dignos aspirantes al repugnante Peliculón de Antena 3 dos años más tarde) no dejan de ser películas, casi todas, que se venden de saldo en cualquier gran superficie: sagas de terror adolescente, thrillers de los noventa, comedias románticas a tutiplén, viejos clásicos imperecederos, absolutamente toda la producción de ZAZ a todas horas, todos esos estrenos de cine español que no vio ni Perry en las salas de cine, esas comedias de aventuras ochenteras que amenizaron nuestra adolescencia, y cientos de telefilmes. Lo más interesante en mi opinión son los clásicos de TCM o el Cinemanía Clásico, donde emiten mucho cine en blanco y negro clásico de ése que tiene mi padre grabado en estanterías llenas de polvo. De vez en cuando se descuelgan con algún ciclo de cine de Hong-Kong o de ci-fi y es cuando destapan alguna joya desconocida. Y revisándose bien la revista a principio de mes uno encuentra a horas intempestivas algunas películas rarísimas de género.
Personalmente echo de menos el Canal 18 (que empezó en Vía Digital y actualmente emiten todas las plataformas menos la del Plus, que tiene su propia oferta adulta), donde ponían durante todo el día infrapelículas de acción y terror, videoliendres (como decía el añorado Cinéfalo Patán) de extraño pelaje y tres películas porno hardcore por la noche, de cuando el porno no era una cosa tan aséptica, robótica y fea como ahora. Películas divertidas y con argumento, que los más jóvenes nunca sabrán que existieron, o miniciclos de la Troma, Dario Argento, Russ Meyer o Andy Sidaris. No sé cómo estará el canal a día de hoy. De similar factura, también del equipo Mediapark, estaba el canal Showtime (cine de tiros, asesinos en serie y persecuciones, mayormente) y el CinemaTK (cine de autor, con perdón, y absoluta pasión por montarle un ciclo hasta al tercer ayudante de cámara de Passolini). Aquellos han desaparecido totalmente de la oferta actual.
Además de en estos canales de cine, donde hay absolutamente de todo pero hay que hacer una criba bestial para no tragarse bodrios que te dejan cara de tonto para el resto de la semana (coincidiendo 10 películas a la vez en todos los canales, parece mentira que a menudo no interese ni una sola de ellas), hay varios de los canales que ellos llaman de “entretenimiento” (precisamente) dedicados a series americanas y telefilmes baratos, donde también emiten películas de vez en cuando. Antaño Calle 13 era un vergel para el cine de serie Z diferente y original, y nos alegraban las noches con sus homenajes a Corman, Cronenberg, Mojica Marins, superhéroes europeos, ciencia-ficción de los 50’s, monstruos de la Hammer o alguna de esas raras y maravillosas piezas de las que lees en el 2000 maníacos y no te crees que existan. Pero desde hace más o menos dos años tienen una norma secreta que les impide programar una sola película decente, en la que no salgan Keanu Reeves o Bruce Willis, y no menos de veinte millones de veces al mes, sin exagerar. Es al menos la impresión que me da, ya que no han puesto una película como aquéllas desde que emitieron “La carrera de la muerte del año 2000”, allá por el 2000.
Este verano lo más refrescante que me he encontrado en todo D+ ha sido un ciclo de Santo el enmascarado de Plata, donde han puesto unas 15 películas de mamporros, patadas voleadoras y rancheras, cada domingo por la mañana en la tercermundista Galavisión. Aquí, si uno está muy atento le premian de cuando en cuando con alguna cosita así: de Santo y Blue Demon, de momias aztecas, de Capulina, de Tin-Tán, de Gloria Trevi o de López Moctezuma.
Entre los canales temáticos, el más bizarro quizá sea el Dcine Español. Porque si bien es sabido que nuestro cine nunca ha tenido una edad de oro, ni de plata, ni siquiera de lapislázuli, y que nuestros grandes directores, actores, actrices y técnicos (que los ha habido, y muchos), con gloriosas excepciones, han estado históricamente limitados por cuestiones políticas, culturales, corporativas o económicas, y a grandes rasgos hay menos de un 1 % de producciones salvables de la quema (en mi humilde opinión), en este canal emiten una tras otra las más terribles flaquezas de nuestra filmografía patria. Expone una tras otra todas las vergüenzas de nuestro cine más mangurrián, millares de películas costumbristas en blanco y negro sin gracia ni chispa alguna, toda la cinematografía de José Frade y aledaños, Cine de barrio folclórico que da angustia verlo, chistes sin gracia para la tercera edad de hace tres generaciones y “obras maestras” de Joselito, Conchita Velasco, la Violetera, la primera TeleCinco (con la megaestrella Puigcorbé y Arancha del Sol a la cabeza) y la saga de los Ozores. Sólo en muy contadas ocasiones despunta alguna peliculita de género, algo del destape más inteligente, una de Jesús Franco, una de Berlanga, una de Piquer Simón, una con Naschy, una de cualquier De La Iglesia, una rareza tardofranquista o algún atisbo de brillantez. Pero son una de cada diez mil. En serio. Sólo hay que ver su programación.
Y luego está el cine porno de los viernes por la noche, claro.
3. DEPORTE
-- -------
La otra gran baza de la plataforma-monopolio del magnate Polanco. A mí esto de estar tirado en un sofá viendo cómo otros hacen deporte me parecía aburridísimo hasta que descubrí la tele de pago. Porque la cosa va mucho más allá del fútbol. Todo hijo de vecino sabe que en el Plus echan la Liga (además del partido de los domingos por la tarde, que es “la mayó de nuehtra afisioneh”, emiten por pay-per-view todos los partidos, a ojo de la cara cada chut), de Primera división a regional, la Copa de Europa, el calcio, la bundesliga, la premier league, la liga de casi todos los países sudamericanos, la liguilla intergaláctica, la copa del rey de Tanzania, el campeonato internacional de indigentes, y porque el día tiene sólo 24 horas, que si no nos soltaban todos los partidos de futbito de patio de colegio de los Salesianos... Ah, no, perdón: en Navidad también echan este tipo de partidos, de los peques para los peques.
El caso es que a mí no me gusta mucho el fútbol. Lo único que siento es cierta aprensión y un odio visceral hacia el Real Madrid, ése equipo de señoritingos que mean colonia (que me disculpe su hinchada, porfa), y que también tienen un canal propio, igual que el Barça. Pero el no-aficcionado al deporte como yo, el que hace zapping casualmente, también tiene sus espacios entre la programación. Y es que los tres canales gratuitos de deporte (hay otros 6 o así para quien adquiere la opción de Deporte Plus, o como se llame) emiten absolutamente todo el deporte del mundo. A veces da la sensación de que estamos en Gran Hermano, parece que haya cámaras por todas partes. Allá donde tenga lugar una media maratón rural, un campeonato de bochas amateur o una partida de pádel de ligerísima repercusión, habrá un señor de Eurosport con una cámara, y otro con bigote que se sabrá la vida de cada participante mejor que él mismo.
Pero lo mío no es una boutade: repito que no me entusiasma el deporte, pero que como ya he dicho veo mucho la tele ésta que pago con tanto dolor, así que hay un montón de deportes que sigo. Mis emisiones favoritas son:
- - La NBA. Esto no es lo que era desde aquella segunda edad de oro a principios de los noventa, desde que se fueron aquellos Malones, Jordan, Pippen, Magic Johnson, Wilkins, el gordo Barkley, el borracho Mullin, Ainge, Reggie Miller, Spud Webb, Chewbacca, Pat Ewing, el “copiloto” Jabbar, los fulleros de los Supersonics, los WASPs de los Celtics, etc., etc. Desde que llegaron las nuevas franquicias canadienses y empezó a plagarse aquello de gangsta-rappers, perdió casi toda su magia. Pero sigue siendo el mayor espectáculo del mundo, que se mira y se recuerda con nostalgia. Emiten montones de partidos cada semana (normalmente de madrugada, pero tranquis, que aquí todo lo repiten, como los políticos) y programas especiales, versiones modernas de aquel inolvidable Cerca de las estrellas dirigido por Ramón Trecet con el que creció mi generación;
- El snooker, la versión competitiva y complicada del billar de barrio de toda la vida, me encanta. Me paso las horas muertas viendo las proezas del espigado Ronnie O’Sullivan y todos los demás don nadies. Me fascina este aburguesado y elegante deporte;
- El curling, es decir, la “petanca sobre hielo”, que es deporte rey en Escandinavia, tiene su miga, y engancha. Mirad una trepidante final, si no me creeéis. Uno está de pie sobre el sillón con las manos en la cabeza todo el rato, con más tensión que en una final Brasil - Inglaterra;
- Las olimpiadas de Powerman of the World, o algo similar, esos campeonatos de superhéroes en mallas que arrastran camiones con los dientes o lanzan barriles de cerveza al horizonte;
- El street-xxxtreme-sport, o como llamen ahora a lo que antes llamámabos montar en patinete, y sus variantes. Tony Hawk sigue en lo más alto, aunque parezca mentira, y es que en estos deportes parece que los astros jamás se jubilan;
- El póker. Lo juro: en Eurosport echan partidas de póker en directo, desde los más exclusivos casinos de Montana y Montecarlo. Yo soy más de mus, pero engancha, engancha muchísimo ver a estos misteriosos multimillonarios, que juegan con excéntricas gorras y gafas de sol, profesionales del farol y de la picaresca, que se juegan fortunas en forma de chapitas de plástico;
- Las noches de Fight Club, un programa de peleas encarnizadas de full contact o vale tudo, cosa en la que no estoy muy puesto pero que es como ver la mejor película de artes marciales china pero quitando los burdos efectos especiales y las escenas de amor, y con mucha, mucha sangre real. Máquinas humanas, hombres-pitbull que se destrozan a hostias durante horas para luego darse un cariñoso abrazo medio muertos. De verdad que es terriblemente y dolorosamente emotivo;
- Watts Zap. Así es como llaman a un programa de continuidad, de relleno entre directo y directo, en Eurosport. Con la moda de los miserables programas de zapping, ellos se subieron al carro con esta maravilla, y emiten, ordenadas en bloques, escenas cómicas, proezas épicas, muchachas sexys compitiendo o desastres en la cancha, adornados por los clásicos efectos sonoros de slapstick y bocinas cachondas que sustituyen al sonido real de huesos rompiéndose y vidas estrellándose contra el suelo.
En definitiva, a menudo me engancho a cualquier deporte minoritario donde no haya vehículos de por medio (que eso me parece soporífero a no ser que tengan ruedas gigantes, salga Lance Murdock, se choquen durante el recorrido o se enfrenten al Camionosaurio). Eurosport y los canales del Plus son una orgía de deportes 25 horas al día. Teledeporte es el canal de Televisión Española, dedicado al orgullo de nuestra Selección allá donde vaya, a la Vuelta Ciclista y a maratones olímpicos, cuando tocan. Y hay otro canal, Sportmanía, a mayor gloria del Sueño Americano, donde nos ponen al día de las ligas yanquis de football, baseball, hockey, basketball, Nascar Series e incluso chisposas jornadas de rodeo en granjas de la América Profunda.
4. SERIES
-- ------
4.1. Sitcoms: ¡somos una familia diferente!
Hay tantas sitcoms norteamericanas como estrellas en el firmamento. Confieso que nunca me he enganchado de verdad a ninguna, sólo las veo esporádicamente, ya que suelen ser tontísimos episodios autoconclusivos que se ven en un periquete y a veces incluso te ríes un poco. Canal + ha tenido siempre las mejores, mencionando como reivindicable Meca aquella joya tardochentera que aquí se llamó Búscate la vida, y cuatro excepciones más, que en realidad iban más allá de la clásica familia media. Porque lo normal es que todas estas comedias yanquis cuenten con una familia de clase media que vive en una mansión de clase media con una piscina de clase media, tres deportivos de clase media, un helicóptero de clase media en el tejado, visiten elitistas clubes de clase media y tengan un elemento adicional que las hace “únicas”: ya sea un rapero que viene de Philadelphia, un Urkel, un bigfoot secreto, dos hijas gemelas artistas, un visitante de Melmak, un presentador de radio famoso, un padre de familia que habla con un peluche, 13 hijos, cuatro ancianas, todos sean gays, convivan tres solteros con tres solteras... En fin, todas las conmutaciones y permutaciones posibles. Es un género que por pura definición no da mucho de sí, pero que existirá hasta el fin de los tiempos. Y a los españolitos de a pie nos enganchan aunque no nos hagan ni pizca de gracia. En D+ emiten decenas, pero soy incapaz de distinguirlas, aunque las veo esporádicamente.
4.2. Sitcoms a la española
Me duele muchísimo hablar de esto. Digamos que Milikito abrió la veda con su Médico de Cabecera aquél, y a continuación nos han ido colando centenares de familias españolas que se comportan como si vivieran en un loft de Greenwich Village, y que pretenden ser una copia mal disimulada de Friends, de los Simpsons, de Colegio Degrassi o de lo que toque. No voy a ser hipócrita: de vez en cuando veo telebasura, me trago programas enteros de Aquí hay tomate o de la tía ésa con el polígrafo, pero juro por Frank Zappa que nunca he visto estas... estas cosas que echan algunos días por la noche. Me hacen sentir tonto y miserable. Además, no sé si allí pasará lo mismo (supongo que sí), pero en España estos culebrones supuestamente humorísticos son en realidad un caldo de cultivo para merchandising de gasolinera, porque siempre los hijos cantan y graban chorradas para subirse al carro de la SGAE. Eso de Santa Justa Klan, por ejemplo, es verdadera pornografía infantil. Deberían encarcelar a sus responsables. En España la cosa pasó poco a poco de los salones-platós a los lugares de trabajo. Un verdadero infierno para los periodistas, policías, bomberos, profesores o médicos de este país a quienes les gustaría olvidarse del dichoso curro al llegar a casa por la noche. En D+ hay un lugar para ellas. A todas horas. Todos los días. En varios canales. A día de hoy puedes rememorar Farmacia de Guardia o Los ladrones van a la oficina desde el primer episodio, o ver Siete vidas siete veces.
4.3. Cine por episodios
El final de los años noventa y los comienzos de este nuevo siglo es esta nueva moda de las series de alto presupuesto, de hora y pico de duración, con intrigas policiales, criminológicas o paranormales. Este es uno de los platos fuertes de la plataforma digital. Algunas son muy entretenidas, con regusto a best-sellers de misterio, con personajes perfectos y diálogos irrepetibles. Y repletas de autoreferencias y finales sorpresa. Tampoco me he enganchado mucho a este tipo de series, por más que me harto de leer en revistas y blogs a gente que pone por las nubes series como Perdidos, los Soprano, CSI o 24. Y las que he seguido no me han parecido gran cosa (no estos ejemplos, precisamente). A lo mejor estoy equivocado, pero me da la sensación de que o te enganchas al principio o no te vas a enterar de nada nunca más. Pero en cualquier caso también me parecen una cosa bastante digna. Supongo que será porque aquí sólo nos llegan las mejores, y las porquerías que se asemejarían más a nuestros exponentes patrios de series sobre profesiones, deben quedarse en sus países de origen. En C+ y el resto de canales de series (Fox, Paramount Comedy o Calle 13) hay de todo: ciencia-ficción, terror, fantástico, superhéroes, policíacas, dramas, marcianadas como Nip/Tuck, para el público femenino...
4.4. Dibujos animados
Cuando yo era cani echaban dibujos los sábados por la mañana, y sábados y domingos a la hora de comer. Todos los españoles de metro y medio de aquella época vimos las mismas series. La cosa fue degenerando poco a poco, y finalmente los dibujos animados dejaron de existir en nuestro país (poco más o menos) salvo en las plataformas digitales, donde todo está ordenadito, todo es temático, y hay otro montón de canales dedicados a la animación. A los niños de hoy les obligan a que les guste el manga de acción con miles de protagonistas (ellos), y cientos de series de aventuras de todos los colores y sabores que no controlo mucho:
- - Desde los cuatro canales de Disney emiten fantasías animadas de ayer y hoy verdaderamente entrañables y creo yo que bastante bien dirigidas a los críos (desde bebés a adolescentes pre-hormonados), además de una película cada noche (tanto clásicos de dibujos como insufribles tostones de coches escarabajo que hablan, niños que juegan al béisbol sin su padre en la grada y bicis que vuelan);
- Cartoon Network y Boomerang son una mina de animación de la Warner Bros., de Tex Avery y de Hanna-Barbera, con cientos de series inmortales divertidísimas; la primera de ellas, además, está especializada en la animación mutante heredera de todo aquello, con vaca-pollos, viñetas mordaces en movimiento y tortazos entre animales antropomórficos fluorescentes muy bien dibujados, pero algunos muy raros y modernos. Este mes sin ir más lejos estrenan una serie sobre lucha libre mexicana, mira por dónde. ¡Mucha lucha! Habrá que engancharse, ya que lo estoy pagando;
- Una cosa que se llama Jetix (antes Fox Kids) emite series de manga extraterrestre y producciones de Marvel y DC a raudales para adolescentes. Cuidado con la epilepsia;
- Y Nickelodeon, donde además de series juveniles que imitan plano a plano las adultas, pero todo el miniatura, con niños rubitos americanos, ponen algunas otras series de éxito como Bob Esponja o los descacharrantes Padrinos Mágicos. Por cierto, que entre las primeras, las de imagen real, quiero destacar el refrescante e inenarrable culebrón juvenil Rebelde Way. Una telenovela en toda regla, con amores, desamores, cuernos, llantos, peleas, disgustos, sorpresas, dramones y tarantantanes, pero con adolescentes perfectos/as, hiperventilados/as y desarrolladísimos/as, que tiene lugar en un paradisíaco enclave caribeño. Serie niñófila por antonomasia. ¿Véis como hay de todo en Digital +?;
- En la MTV hubo un tiempo en que echaban dibujos animados. Fue en aquella época en la que también salían músicos. La era de Beavis & Butthead, Liquid Television o The Maxx, de la que también dio buena cuenta Canal +;
- Finalmente están los Simpsons, que se está emitiendo en la Fox siempre que lo enciendes. Aquí también echan Futurama, todas las temporadas varias veces, en orden y en multidifusión, y otras dibuseries para adultos esporádicamente, como King of the hill, Padre de familia (pronto estrenarán una nueva serie del mismo Seth McFarlane que promete bastante, American dad) o South Park.
5. DOCUMENTALES Y SIMILARES
-- ------------ - ---------
5.1. Fauna salvaje
La madre de la plataforma, Canal +, estrena algunos documentales en su franja de máxima audiencia. Documentales de animales que son obras maestras, con muchísimo presupuesto, y que son un antídoto infalible contra la siesta. El concepto que tiene el no-abonado sobre los documentales es que son un murmullo de fondo, un Rodríguezdelafuente que muestra a bichos copulando. Pero este género también se ha desarrollado muchísimo. Yo respeto un montón a los animales, incluso a los gusanitos más que a muchas personas, y aunque no soy un gran fan sí que me asombro alguna vez cuando me topo con un documental de lepidópteros, por accidente, patinando por la parrilla. Algunos son una verdadera maravilla. Para grabárselos y verlos varias veces con palomitas. Incluso hay géneros: de terror, de humor, de acción, eróticos... Que sí, hombre, que La Tierra es gigantesca y sorprendente, y los documentales del siglo XXI quitan el hipo. National Geographic se lleva la palma en este apartado, aunque también se emiten muchos en Documanía y en Discovery Channel, pero aquí muy a su manera, como luego veremos. Y hay un canal, de contratación aparte, que se llama Caza y Pesca, que no tengo el gusto de conocer pero que me lo imagino.
5.2. Viajes
Hay un canal entero dedicado a dar envidia al espectador. Con jóvenes trotamundos que recorren los siete mares y se mezclan con los nativos de toda la geografía mundial. Comen manjares que hacen apetecibles los del Templo Maldito, bailan con exóticas superheroínas, charlan con sabios ermitaños del mundo, duermen en hoteles de tropecientas estrellas... Y además cobran al volver a casa. Tanto aquí como en Canal Cocina (que también es un canal para darle de comer aparte, precisamente, y lo menciono luego), hacen especial hincapié en nuestras tierras, nuestra España, crisol de culturas, orgullo del visitante, tierra de conquistadores, de gastronomía única, de incomparables parajes y paisajes rurales, de palacios, paradores, catedrales, castillos y monumentos de grandeza universal. Un país en la mochila, vamos.
5.3. Historia y Cultura
Cuando uno dice “documental”, le viene a la cabeza la imagen de un jaguar peleando con un yacaré o unos cachorros de tigre imitando a mamá. Pero una de mis aficiones favoritas es enchufarme al Canal de Historia y dejar pasar las horas. Pareciera que los artífices de estos documentales tuvieran imágenes en tiempo real de toda la historia de la Humanidad, de tanto y tan variado que es su archivo visual. Aquí abusan de las anécdotas de la II Guerra Mundial, un tema infinito, y lo mismo te cuentan en dos horas la suerte que corrió el Rolls Royce de Hitler que dedican reportajes temáticos a un tanque o un caza en concreto. Los vericuetos de una emboscada militar, un desembarco, un bombardeo, un desastre nuclear o la toma de un puesto fronterizo dan para decenas de horas de fastuosa información contada con pasión y rigor (supongo). Y con cientos de imágenes que sólo ellos saben de dónde las sacan, que acompañan a cada frase que dice el locutor. Y no sólo de guerras del siglo XX vive el canal. Porque “desde el origen del hombre hasta ayer por la tarde”, como dicen ellos mismos, todo es un no parar de documentales a cual más increíble. Personalmente, me trago todas las biografías, ya sean de políticos, de directores de cine, de inventores o de miembros de la mafia siciliana. La historia del chicle, del pinball, del Cadillac, de la grapadora o del encaje de bolillos también tienen aquí su lugar. En Documanía también emiten biografías y documentales de todo tipo, muchos muy brillantes. Mis favoritos, los de música. Esas historias de descocados rockeros y festivales orgiásticos...
5.4. Discovery Channel, un caso aparte
Este canal tan famoso, para el que no lo haya visto, parece uno más, dedicado a mostrarnos animalitos pasando el rato en su hábitat natural y a avances tecnológicos. Pero con el tiempo te das cuenta de que hay unas intenciones mucho más científicas detrás de todas sus imágenes. Una obsesión por conocer la verdad, mucho más allá que cualquier otro canal. Aquí no te ponen un documental sobre ballenas, sino que llaman al mayor experto del mundo sobre las ballenas y a un amante de los tiburones, y les ponen a discutir sobre cuál es más fuerte, durante horas. O construyen un animatronic en tamaño real de un kraken o un león africano y les ponen a pelear en un laboratorio, entre sesudos eruditos con bata, tomando nota de todo, haciendo estadísticas de todo... Es un canal casi enfermizamente científico, pero todo ello llevado al mundo del espectáculo, cuando no directamente al del circo y la cuchufleta. Estos americanos...
5.5. Bricomanía crepuscular
Seguimos en Discovery Channel, porque en este apartado quiero hablar de algunos programas que llevan unos cuantos meses emitiendo, y que me tienen absolutamente pegado al televisor a todas horas: los programas de mecánica automovilística. No entiendo cómo no corren a contratarlos y a emitirlos en TeleCinco en horario de máxima audiencia, con tanto que sabemos todos sobre el motor de un coche, sobre vielas y juntas de culata y sobre tipos de aceite que hay que echar ahí, en el tubo de escape o donde sea. Con tanto bakala que se juega la vida en nuestras carreteras, con tanto émulo de Farruquito y tanto Fernano Alonso de andar por casa con que convivimos, creo que este tipo de programas serían Lo Más. Concretamente, en Discovery tienen tres programas de este infragénero (los tres primeros), pero hay alguno más. Viendo uno por uno entenderemos en qué consisten:
- - En Coches a medida nos cuentan cómo el más famoso customizador de coches del mundo y su equipo cogen el coche particular de un millonario anónimo, una berlina clásica norteamericana, un muscle car, un Buick o un Bentley o como se llamen todas aquellas bellezas de los años dorados, lo desmonta, lo lija, le pone un motor de aviación a reacción, le cambia todos los accesorios, lo pinta el mejor artista de aerógrafo del planeta y lo convierte en el sueño de todo bakala que se precie. Nos cuentan todo el proceso, y sobre la marcha breves entrevistas a propietarios de coches clásicos o minireportajes de historia automovilística;
- Overhaulin’ va más allá, ya que es una mezcla perfecta de Sorpresa, sorpresa, Bricomanía llevado al tunning y Gran Hermano. Aquí hacen más o menos lo mismo que en el anterior programa (y además lo hace el mismo equipo, capitaneado por la estrella del tunning Chip Foose, en el mismo taller yanqui), pero el coche que desguazan y ponen a punto tornillo a tornillo para dejarlo como un pincel del futuro pertenece a un colgado coleccionista, al que se lo roban del chalet con la ayuda de un gancho (un familiar), y se lo devuelven cuando lo daba por imposible. Aquí lo interesante no es tanto la customización del coche y los prolegómenos mecánicos (que también), sino la emoción de la víctima del engaño, las maniobras del equipo del programa haciéndose pasar por policías, las discusiones, manías y peleas del equipo en el taller...;
- Monster Garage, un peldaño más en este tipo de programas. En este caso, cada vez trabaja una cuadrilla de técnicos diferentes, en un taller diferente de Estados Unidos. Se trata de un reto: el programa les propone transformar totalmente un vehículo en otra cosa, a base de cortar, atornillar, soldar, añadir, moldear, golpear y customizar. Por ejemplo, transformar una furgonetilla escacharrada en un sofisticado recolector de nueces de campo; o un autobús escolar en un barco; o un camión en un half-pipe en movimiento... ¡¡incluso fabrican un Repartidor 2000!! ¡¡Una tanqueta blindada que entrega la correspondencia a todo el barrio!!;
- Otro canal inenarrable del que hablaré dentro de un rato, People & Arts, tiene otro de estos programas de tunning automovilístico motorizado que sin duda robó a traición al lugar al que debería pertenecer, el trepidante Discovery Channel. Es un programa increíble, fantástico, que se llama American Chopper, en el que la familia Teutul, unos reputados fabricantes de motos al estilo americano, se enfrentan igualmente a retos peligrosísimos, como fabricarle una moto estilo años 50 a Jay Leno o fabricar una moto brutal, descomunal y a la vez hermosa y ágil para el cuerpo de bomberos de la ciudad;
- ¡Pero atención, no se vayan todavía, que aún hay más! Aún queda un programa en la tele digital sobre soldaduras, motores, pistones y grasa en las manos, para honra de los hacedores del Sueño Americano: ¡¡Guerra de chatarra!! Desgraciadamente, hace meses que dejaron de emitir esto (era en Discovery Channel, por supuesto, la duda ofende...). De verdad que es una de las cosas más divertidas que he visto en mi vida. Aquí se aunaban todos los anteriores, pero sin profesionales de por medio, y añadiendo el "elemento Equipo A”. Se trataba de un concurso, una competición entre dos equipos, formados además por personas que no se conocían de nada. A cada equipo se le encerraba durante un fin de semana en un garaje al aire libre con un montón de cámaras ocultas, una especie de desguace repleto de chatarra y herramientas herrumbrosas. Ambos talleres eran contiguos el uno del otro, pero estaban separados por una infranqueable pared, como un muro de la vergüenza del motor. Y la competición consistía en fabricar un vehículo real, pero utilizando la imaginación y los restos del desguace. Rollo Equipo A, ya digo. Por ejemplo, un catamarán, una bici-tándem motorizada o un cohete espacial. Lo importante, insisto, era la imaginación. El vehículo tenía que funcionar, pero no tenía que ser perfecto, sino simplemente correr más que el del otro equipo. No tengo palabras para describir las situaciones que se daban en aquel programa. Las peleas, las discusiones, las salidas de tono, las luchas de orgullo por demostrar quién sabía más de mecánica, de hidrofusión o de lo que sea. Y la carrera en sí era simplemente lo más divertido de la televisión. ¡¡EXIJO QUE VUELVA GUERRA DE CHATARRA!!
En fin, mecánica aplicada a lo bestia, a la americana. Siento haberme extendido tanto en estos programas, pero es que hay que verlos. Cómo hablan los norteamericanos, cómo discuten, cuánto saben sobre todo tipo de cosas, y qué importante lo hacen todo... Estos programas están entre mis favoritos de toda la programación. Incluso a veces quedo con un amigo para verlos, entre carcajadas que nos hacen atragantarnos con las palomitas.
Pero siguiendo en este apartado, dentro de la inagotable fuente del género documental, al que he querido llamar “Bricomanía crepuscular”, no todo son motores y chatarra. También hay programas delicados y más femeninos. Que también me gustan, por qué no. Yo es que me lo trago todo...
- - Mi casa, tu casa lo emiten en People & Arts, que es algo así como “el canal de las mamás aplicadas”. Moda, decoración, bricolaje, colecciones y alguna que otra serie femenina. Y también es digno de ser visto una y otra vez. Se trata de un Bricomanía o un Decogarden aplicado a la vida real (casi todo son reality shows hoy en día). Un matrimonio cede durante un fin de semana una habitación de su casa a otro matrimonio amigo, que hace lo propio. Se intercambian, pues, las casas durante un finde, y con ayuda de un presentador (en la segunda temporada es una mujer, pero no me pidáis muchos más datos) y un decorador profesional cambian dicha habitación de arriba a abajo, dándole un aspecto remozado, elegante, perfecto, de cinco estrellas, ya sea futurista o rústico, discreto o estridente. Imaginad a una pareja de lesbianas de los alrededores de Londres (este programa es británico, y se nota que no hay tanto... “flipado”. No se me ocurre otra palabra) que intercambia habitación con los padres de una de ellas. A ellas les encanta el deporte, la lectura, el ocio, etc., lo que a todo el mundo. Una de ellas es un alto cargo de una importante multinacional, etc.; sin embargo, el matrimonio de mayor edad les transforman el nido de amor en una casita de muñecas, todo rosa chillón, con estampados de fresa en las paredes y cojines en forma de corazón. Cuando ellas ven la casa, se echan a llorar totalmente desencajadas, y probablemente no volverán a dirigir la palabra a los suegros. Es un ejemplo real, que yo lo vi. Aunque lo normal es que los decoradores tengan más tino, y fabriquen maravillosos salones victorianos con cartón piedra o dormitorios que parecen un rústico albergue pirenaico en pleno Picadilly Circus. Para mí, que vivo solo y tengo un gusto penoso para la decoración, este programa es como ciencia-ficción. Me fascina, Chari, te lo juro;
- Mientras no estabas. Lo echan en el mismo canal, y es algo bastante parecido. Salvo que en este caso es una sorpresa. Un miembro de la familia se va de viaje (todo está amañado, incluso cámaras ocultas le siguen en su fin de semana impostado), y un equipo de profesionales de la decoración, asesorados por el gancho de la familia, que conoce los gustos del sorprendido, le dejan una habitación niquelada, como para meter huéspedes;
- Antes y después. Más do-it-yourself, en el mismo People & Arts. Pero en este caso dejamos el tunning y la decoración de interiores, y nos vamos a acicalar a una pareja de poco agraciados jóvenes, que durante una tarde, alejados el uno del otro, son masajeados, vestidos, maquillados, peinados, etc. En definitiva, el cuento del patito feo, pero con patito y patita y final feliz. Este no lo veo, simplemente sé que existe, que conste, ¿eh? ¿EH?
5.6. Canal Cocina
Y ya que estamos en el apartado del “háztelo tú mismo”, no puedo evitar abrir un nuevo renglón para hablar del Canal Cocina, un canal dedicado 24 horas al arte de hacerse uno mismo, en este caso, la comida. A grandes rasgos, lo que emiten son breves espacios en los que un simpatiquísimo cocinero de prestigio nos enseña a preparar un menú completo, con distintos niveles de dificultad y todo salpicado de consejos y trucos de cocina. Rollo Arguiñano de toda la vida, vamos, pero con todo tipo de gastronomías temáticas: platos de todas las regiones del mundo, postres, comida vegetariana, especialidades de pasta, la sartén es tu amiga y todo eso. Hasta aquí, todo bien, todo normal. Pero un canal que tiene por logotipo y por “mosca” un huevo frito, no podía ser del todo normal. Así, tiene algunos espacios que desde hace mucho tiempo están entre mis favoritos, que paso a glosar a continuación:
- - Maestro en vivo. Para hacerse una idea, hay que imaginarse a Maradona presentando Crónicas Marcianas entre sartenes. Un argentino gordito y vanidoso cocina menús elaboradísimos y deliciosos en un plató enorme repleto de público, que aplaude, jalea, ovaciona y ríe las gracias del vivaracho conductor, que no para de hacer chascarrillos, burlarse de su ayudante o dar paso a publicidad con momentos musicales (cumbias, vallenatos, calypsos infernales) tocados por una orquesta de mariachis en directo. Éso hay que verlo, no se puede explicar con palabras;
- Las cocineritas. Por desgracia, éste también ha desaparecido de la programación; por ahora, porque ya he dicho en varias ocasiones que la televisión digital es como el mito del eterno retorno. Era un programa igualmente argentino, en el que cocinaban niñas para un público de niñas. Tampoco suena tan raro. Un poco machista, eso sí. Pero es que las angelicales niñitas, con sus tirabuzones y su canesú (alguna con más de dieciséis años), presentaban los platos, los condimentos y daban paso a cada bloque cantando y bailando canciones infantiles de lo más tonto, juguetonas, inocentes, con minivestiditos de seda, con sus piruletas... Otro producto niñófilo en toda regla. La parte en la que las criaturas canturreaban los ingredientes era verdaderamente gloriosa. Imaginad una improvisación por parte de una niña sola, abandonada a su suerte encima de un escenario... «...tres decíiiiiilitros de leshe... dos chorros de creeeeeemaaaaa... una pihca de shocolaaaateee...». Para partirse de risa;
- Y otro programa que estaba entre lo más visto sin duda en toda la historia de mi tele era Cócteles. Efectivamente, un programa de preparación de cócteles. Presentado por un tipo con gran parecido a Fernando Esteso, flemático, serio, correctísimo, detrás de la barra de una bôite lujosa y bien surtida, nos enseñaba a preparar cócteles elegantes y exóticos en su justa medida, y a degustarlos como marqueses. El ritual de dos minutos totalmente serio, agitando la coctelera con un rictus tremendista y con cara de pánfilo mirando de reojo al regidor, era un no parar de reír.
En el Canal Cocina hay otros programas divertidísimos, que te lo pasas pipa viéndolos. En general es un canal muy serio y a la vez muy ameno, que te enseña un montón de trucos, que es una cosa muy útil y todo eso. Pero es que la imaginación de los guionistas ante un género tan cerrado a priori, crea situaciones realmente cómicas. Como las anteriores, o como ese programa que se llama Combina2, en el que dos cocineras preparan un plato a cuatro manos, y salta a la vista que se llevan fatal, que discuten continuamente fuera de cámara, que compiten por ver quién da mejor perfil y cuál de las dos sabe más... O Cocina para solteros, que es más o menos lo mismo pero esta vez sí en plan simpático y de buen rollo, donde Juan Pozuelo (mi maestro, mi favorito de todo el canal) y un tío rubio con gafas simulan estar preparando una cenita entre colegas, se abren una cerveza durante el proceso, o hacen coñas sobre la noche anterior en su fingida vida de solteros que conparten piso, y ni ellos mismos pueden reprimir la risa, a veces. Había también otro programa, esta vez mexicano, que rompía totalmente con la línea aséptica, impoluta, inmaculada y perfectamente ordenada del resto de colegas de cocina. Éste era un tipo orondo, obeso, que preparaba enchiladas y salsas picantes sin miramientos, en ollas gigantes, mezclando todo tipo de cosas grasientas y dejando la cocina asquerosa y llena de manchas y restos de comida por todas partes. Jocoso en televisión, pero lo más parecido a la vida real, seamos justos. Adoro el Canal Cocina. ¡Aquí tenéis un fan de toda la vida, amigos!
6. CONCLUSIONES
-- ------------
Bueno, pues vamos terminando. Seguro que me he dejado muchas cosas. A ver que piense: sobre el cine, que es lo que más abunda, poco más hay que decir; el deporte está bien surtido, incluso demasiado; las series son y han sido legión en la televisión digital. Tanto para las de calidad como para la bazofia se adelantan, pero al menos respetando los capítulos, emitiendo las temporadas enteras y con posibilidad de verlas en versión original y sin horas de publicidad; entre los documentales, bucenado, se encuentra de todo y se aprende más que en el cole. Luego estarían los canales de música (los dos de 40TV, la MTV y el VH1, tristemente, a día de hoy son la misma porquería), un montón de canales españoles y extranjeros de noticias 24 horas, los autonómicos y alguno extranjero, al final del todo, en los que se podría abundar y pormenorizar todo lo que se quisiera, pero creo que lo que más me ocupa a día de hoy ya lo he repasado.
La base de todo, ya lo he dicho, es el buen tratamiento, en general, de la programación, sea ésta del tipo que sea. La variedad y la especialización, que es la clave del futuro de la televisión. La ausencia de grandes presupuestos, lo que unido al punto de la especialización hace que prácticamente desaparezca la competencia y no se llegue a esos niveles tan vergonzosos de las televisiones públicas y privadas generalistas, que a veces dan ganas de ir a secuestrar a algún directivo. En su revista y en la guía de programas de la plataforma hay abundante información, pero en Internet se puede completar hasta límites inimaginables.
Y se me ocurre que a lo mejor hay alguien que se haya leído esto (lo que ya merece admiración por mi parte) y que se esté planteando en serio lo de pasarse a eso de Digital +. Pues la cosa cuesta entre 30 y 70 euros al mes (incluídos todos los impuestos y gastos de esos de letra pequeña que se sacan de la manga), dependiendo de la cantidad de canales que se soliciten. Una pasta o una menudencia, según el beneficio que se le saque. Supongo que lo ideal sería piratear los canales por Internet si uno tiene destreza y pocos escrúpulos (yo estoy francamente a favor), o que se pudiesen elegir canales a la carta y pagar sólo con ellos, porque uno se quedaría con los 10 que le interesen y la cosa sería verdaderamente asequible.
Pero ya he explicado que yo le saco bastante provecho al aparatito en los tiempos muertos en casa, y cuando uno cree que la caja tonta no tiene en realidad nada de tonto (sino que los tontos son quienes están detrás y hacen y programan las cosas como si fuésemos simios), y es un electrodoméstico mágico y signo de los tiempos, como es mi caso, es una opción a considerar. La cosa es así: o pagas por ver televisión de calidad, o aquí no hay nada que ver. Todos a leer, como dicen los sabios. Que también es una opción.