Primus fue una de mis bandas de cabecera en la adolescencia, soñaba con Les Claypool, llevaba sus camisetas a clase y eran un secreto, en mi clase nadie les escuchaba y tuve que ir a verles en directo (junto a Sobrinus) con unos totales desconocidos. Pero hay un antes y un después en Primus, y el abismo, en mi opinión, lo empezó a horadar "The brown album" (1997) y lo perforó "Antipop" (1999), un disco metalero, chicharrero y aburrido (pese, o quizá debido a la presencia de James Hetfield, Tom Morello, Fred Durst, Stewart Copeland o Tom Waits) que les hizo dar el salto definitivo de la granja de paletos de cachondeo en la que habitaban, a la portada de la Kerrang!, para siempre. Primus era un excelente grupo de rock que mezclaba funk, el espíritu de "Animals" de Pink Floyd, los Residents, Peter Gabriel, Faith No More, Ugly Kid Joe, stop-motion en plastilina, himnos redneck, historias fabulosas sobre pescadores en mares de queso y refrescos para cerditos, antihéroes, vaudeville, pantomima, circo ambulante, violonchelos, melotrones, armónicas, magia, falsettos, desparpajo. La trilogía formada por "Sailing the seas of cheese", "Pork soda" y "Tales from the punchbowl" forma una obra maestra incomprendida y largamente subestimada. Luego Primus se volvieron un rollo macabeo, apenas un recuerdo soterrado de lo mejor de los años noventa. Claypool se formó entonces una extensa carrera en solitario (o junto a Buckethead, Oysterhead y Frog Brigade), donde continuó desgranando sus obsesiones (pescadores épicos, personajes imposibles, dibujos animados, surrealismo, saltimbanquis), y que tengo pendiente de escuchar atentamente, porque ahí tiene que haber algo.
Primus llevaban 12 años muertos, acaban de sacar su primer disco de estudio desde aquel "Antipop" al que tanta manía tengo. Y he creído encontrar aquí más del "antes" que del "después", desde la primera escucha. Claypool, Larry Lalonde y el nuevo batería Jay Lane vuelven al cachondeo sano, las voces impostadas, las líneas de bajo revoltosas, las canciones alegres, sin ambición ni anquilosamientos. Y a las temáticas de siempre, desde tiempos de Sausage: los personajes bizarros (Lee Van Cleef, Hennepin Crawler, Hoinfodaman, Jilly's on smack) y las horas perdidas pescando (Last salmon man, Salmon men). Y al virtuosismo punk puesto al servicio de temas redondos (Moron TV, Eyes of the squirrel). Primus han dejado de coquetear con las chupas de pinchos y han vuelto al juguete infantil que eran antes, y me está gustando un montón este "Green naugahyde".
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