Tiene gracia que exista toda una serie de discos bizarros dedicada al mariachill-out, como una respuesta mexicana a los insufribles discos navideños de inframúsica cumbayá para hacer yoga o checarse los chakras; toda esa avalancha de flamenco-chill, gregoriano-out, techno-lavapiés o villancicos-trance, que en este caso sí, dejaron de hacer gracia a mediados de los noventa y los siguen anunciando en televisión, y las personas se los escuchan muy serios o incluso se los ponen para follar, quizá, o vete a saber. Dentro de este infragénero para paletos, como digo, me hizo gracia descubrir este arrebato de rancheras al casiotone como homenaje a los grandes clásicos de Queen. El problema está cuando descubren que no es una broma aislada o una ocurrencia oportunista, sino que existe un inmenso catálogo de folklore musical mexicano de tributo paleto. Al menos una docena de discos tengo localizados, con versiones instrumentales de los jodidos Beatles (absolutamente todas sus canciones repartidas en hasta 6 CDs), de los Rolling, ABBA, Bee-Gees y lo que te rondaré. Además de varios artefactos de insoportables instrumentales con trompetas, vihuela y guitarrón de clásicos charros de los de toda la vida, pero silenciando al gran José Alfredo y sustituyéndolo con una dolorosa cadencia de violincito digital. Y el problema se acentúa cuando uno, como hice yo, se decide a sentarse a escucharlo, no solo a reírse de su existencia y correr a hacer un chiste en FB. Le di más cancha a "Mariacho rock-o: sonidos de Jalisco", un compilado de temas apasodoblados de Radiohead, Michael Jackson, Hotel California, The Cure, Bunbury o Nacha Pop (lo juro por dios), donde al menos en algunos cortes un menda canta, y se respetan arreglos originales de guitarra eléctrica; aquí la vergüenza ajena estaba más contenida que por ejemplo en el tributo a Queen, donde las recreaciones de Bohemian rhapsody o Killer queen (o cualquiera de las demás en realidad) suenan aproximadamente como si una banda de narcotraficantes de Albuquerque le golpearan a Freddie Mercury en la cabeza con el guitarrón hasta morir desangrado. Entrar en un ascensor y que esté sonando Who wants to live forever al casiotone modo corrido, es motivo sobrado para desear que el ascensor se descuelgue y mueran todos.
domingo, 26 de junio de 2011
"Mariachill-out: Queen" (2007)
Tiene gracia que exista toda una serie de discos bizarros dedicada al mariachill-out, como una respuesta mexicana a los insufribles discos navideños de inframúsica cumbayá para hacer yoga o checarse los chakras; toda esa avalancha de flamenco-chill, gregoriano-out, techno-lavapiés o villancicos-trance, que en este caso sí, dejaron de hacer gracia a mediados de los noventa y los siguen anunciando en televisión, y las personas se los escuchan muy serios o incluso se los ponen para follar, quizá, o vete a saber. Dentro de este infragénero para paletos, como digo, me hizo gracia descubrir este arrebato de rancheras al casiotone como homenaje a los grandes clásicos de Queen. El problema está cuando descubren que no es una broma aislada o una ocurrencia oportunista, sino que existe un inmenso catálogo de folklore musical mexicano de tributo paleto. Al menos una docena de discos tengo localizados, con versiones instrumentales de los jodidos Beatles (absolutamente todas sus canciones repartidas en hasta 6 CDs), de los Rolling, ABBA, Bee-Gees y lo que te rondaré. Además de varios artefactos de insoportables instrumentales con trompetas, vihuela y guitarrón de clásicos charros de los de toda la vida, pero silenciando al gran José Alfredo y sustituyéndolo con una dolorosa cadencia de violincito digital. Y el problema se acentúa cuando uno, como hice yo, se decide a sentarse a escucharlo, no solo a reírse de su existencia y correr a hacer un chiste en FB. Le di más cancha a "Mariacho rock-o: sonidos de Jalisco", un compilado de temas apasodoblados de Radiohead, Michael Jackson, Hotel California, The Cure, Bunbury o Nacha Pop (lo juro por dios), donde al menos en algunos cortes un menda canta, y se respetan arreglos originales de guitarra eléctrica; aquí la vergüenza ajena estaba más contenida que por ejemplo en el tributo a Queen, donde las recreaciones de Bohemian rhapsody o Killer queen (o cualquiera de las demás en realidad) suenan aproximadamente como si una banda de narcotraficantes de Albuquerque le golpearan a Freddie Mercury en la cabeza con el guitarrón hasta morir desangrado. Entrar en un ascensor y que esté sonando Who wants to live forever al casiotone modo corrido, es motivo sobrado para desear que el ascensor se descuelgue y mueran todos.
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