martes, 13 de septiembre de 2011

Volver (Pedro Almodóvar, 2006)


Si ir al cine a ver la nueva de Almodóvar cada dos años ya es un liturgia española tan establecida como comprar en IKEA o tener un torito de raso sobre la tele, con "Volver" esto ya se convirtió en pasatiempo obligatorio, en ritual inamovible. Almodóvar dejó de ser oficialmente el director marica de las pelis de putas y travelos suicidas haciendo cosas raras, y se convirtió en nuestro realizador por antonomasia. Todavía hasta el final del siglo XX era un outsider, cuyas películas se veían de tapadillo no fuera que saliera Divine comiendo cacas o cosas peores, pero después de esta Pedro ya es aclamado unilateralmente, es tan nuestro como las migas. Ni siquiera La Otra España, la que apedrea a "los de la ceja" le desprecia. A Penélope Cruz no la soporto, la evito en la medida de lo posible, pero reconozco que a las órdenes de Pedro da gusto verla, y todo. Comedida, chabacana, chiquitita, hipersexual, jamona de extrarradio, el papel le viene al pelo. Excepto en la escena famosa, cuando hace karaoke con el Volver de Gardel interpretado por Estrella Morente, el resto del tiempo no sentí ninguna vergüenza ajena mirándola. La película es estupenda, con asesinatos, una puta majísima, la vida en el pueblo, Carmen Maura, Chus Lampreave y Blanca Portillo magistrales, un canto a la nostalgia de la vida rural y un derroche de sentimentalismo y condescendencia bastante refrescante, que no rechina entre tanto colorido. Las historias de Almodóvar funcionan sobre todo por lo bien que escoge a los actores, a nuestros actores, que sorprende las mierdas que hacen luego a las órdenes de otros. Y por la cuidada selección musical, fascinante. Tanto los temas ajenos que suenan en el momento justo, como la música incidental de Alberto Iglesias, absolutamente maravillosa. Segunda peli de Almodóvar que veo en mi vida, y sigue siendo exactamente lo que me esperaba. Todo correcto.

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